Capítulo 142:

La mirada de Shirley le siguió mientras se alejaba, y un rubor de ira tiñó sus mejillas.

Con un rápido movimiento, Shirley se dio la vuelta y arrojó el jarrón de la mesa al suelo en un arrebato de ira.

Melinda, la que había provocado la situación, se sorprendió por el giro de los acontecimientos.

Al ver la expresión de furia de Shirley, Melinda se acercó con cautela para intentar consolarla. «No se lo tengas en cuenta a Jake. Probablemente sea Kallie, llenándole los oídos de tonterías sobre ti. Tiene que ser por eso que está actuando de esta manera.

Recuerda, eres su madre. Se preocupa de verdad por ti».

Una ola de tristeza bañó a Shirley. «La forma en que me miró… es como si ya no me quisiera en su vida», murmuró.

Un destello de astucia brilló en los ojos de Melinda. «Sinceramente, hoy se ha pasado de la raya. Siempre has querido lo mejor para él, ¡pero él no lo ve y te trata así! Si Dean hubiera estado en su lugar, seguro que no te habría tratado así».

Shirley hizo una pausa, sus lágrimas se calmaron mientras miraba a Melinda con cara de perplejidad. «¿No está Dean a punto de divorciarse de ti? ¿Y aún así lo defiendes?».

Melinda esbozó una sonrisa tímida. «Dean y yo estamos enredados en algunos malentendidos, pero seguimos juntos. No estoy preparada para alejarme de él. Necesito tu apoyo. Piensa en tu nieta. Aún es muy joven. ¿Qué sería de ella si me fuera?».

Shirley se frotó las sienes, con voz fría y amenazadora. «Te ayudaré esta vez, pero si vuelves a meter a Dean en problemas, no puedes culparme de lo que venga después».

Melinda asintió rápidamente, con expresión de completa sumisión. «Te prometo que seguiré tu consejo».

Shirley exhaló suavemente, su mirada se desvió hacia la puerta, sus ojos se oscurecieron. «Sabes, tienes razón. Dean nunca me trataría así. Jake puede ser mi hijo más inteligente, pero su agudeza lo hace difícil de manejar. Nunca ha sido tan obediente como Dean, ni siquiera desde que era un niño».

Melinda sintió que sus palabras habían tocado la fibra sensible de Shirley. Una sutil sonrisa de triunfo se dibujó en sus labios.

Mientras tanto, Kallie se tambaleaba de dolor y estaba mareada. Jake, sin delicadeza, la empujó dentro del coche.

El dolor de Kallie se intensificó, drenando el color de su rostro mientras empezaba a temblar.

Edgar se percató del estado calamitoso de Kallie y estuvo a punto de intervenir, pero dudó al divisar la gélida mirada de Jake.

«Kallie, aunque hoy te hubieran matado a golpes, no habrías acudido a mí en busca de ayuda, ¿verdad?». La voz de Jake estaba tensa, sus ojos oscuros encendidos con una ira feroz que no podía reprimir.

Jake cogió el teléfono de Kallie y pulsó con fuerza el botón de encendido tres veces. Justo entonces, su teléfono empezó a sonar.

Jake había configurado una función especial de contacto de emergencia en el teléfono de Kallie, sabiendo que podría tener problemas y no poder hablar. Se había designado a sí mismo como su contacto de emergencia.

Kallie evitó la mirada de Jake, incapaz de formular una respuesta.

Nunca había tenido intención de ponerse en contacto con él, ni siquiera para pedirle ayuda. Teniendo en cuenta su inminente divorcio, ¿qué sentido tenía molestarlo una vez más?

«No quieres hablar conmigo, ¿eh?». La irritación de Jake se encendió cuando Kallie se dio la vuelta deliberadamente.

Jake se inclinó bruscamente hacia delante y le agarró la barbilla con fuerza.

Abrumada por el dolor, Kallie apenas se aferraba a la consciencia. Intentó apartar la mano de Jake, pero le faltaron las fuerzas. Las lágrimas caían en cascada por sus mejillas, aterrizando con calor en la mano de Jake.

La visión de Kallie sollozando tan intensamente suavizó momentáneamente la expresión severa de Jake.

Kallie separó los labios, intentando hablar, pero sólo consiguió emitir débiles gemidos junto con palabras apagadas.

Jake se sorprendió y se inclinó hacia ella.

Kallie le agarró la mano, con la voz entrecortada mientras susurraba: «Jake… Jake».

Jake se quedó clavado en el sitio por un momento, luego cogió a Kallie en brazos, cerró de golpe la puerta del coche y ordenó a Edgar: «Conduce hasta el hospital, ¡ahora!».

Cuando Kallie llegó a la familia Reeves de niña, había llamado a Jake en ese tono.

Al principio, Jake sintió poco afecto hacia Kallie, que había entrado inesperadamente en su vida.

Sin embargo, con el paso del tiempo, reconoció que su juicio inicial había sido erróneo.

Jake, siempre pésimo para comunicarse y explicar lo que pensaba, sólo intervenía para defender a Kallie cuando la acosaban, una forma que él consideraba una reparación.

En agradecimiento, Kallie se esforzó por articular «Jake» a pesar de sus cuerdas vocales deterioradas.

Jake, preocupado por su bienestar, había arremetido contra ella, aunque sus palabras eran duras: «No tienes que esforzarte para hacerme feliz. ¿Te das cuenta de lo áspera que suena tu voz?».

Kallie, picada por sus palabras, se dio la vuelta, y Jake vislumbró las lágrimas que corrían por su rostro.

En ese momento, Jake estuvo a punto de correr tras ella para disculparse, pero algo le contuvo. Tal vez, razonó, era mejor que Kallie mantuviera las distancias con alguien como él.

A partir de ese día, Jake no volvió a oír a Kallie llamarle «Jake» en ese tono. En lugar de eso, lo observó con ojos muy abiertos y cautelosos, como los de un ciervo asustado.

Jake se esforzó por comprender los pensamientos de Kallie y llegó a la conclusión de que ella debía de tenerle miedo.

Más tarde, Roderick decidió pasar el liderazgo de la familia Reeves a Jake.

Esta responsabilidad significaba que Jake tendría aún menos tiempo libre. Una persona en una posición tan elevada no podía permitirse mostrar ninguna debilidad.

En aquella época, Jake aún era joven e inexperto, apenas capaz de valerse por sí mismo, y mucho menos de proteger a nadie más. Había enemigos ocultos al acecho, listos para saltar a la primera señal de un desliz, ansiosos por acabar con él.

Durante ese periodo, Jake se volvió cada vez más cansado y distante, sospechando que todo el mundo tenía intenciones ocultas. Su vínculo con Kallie no hizo más que empeorar.

Cada vez que Kallie fruncía el ceño, Jake no podía evitar pensar que ella lo veía como una especie de monstruo impredecible.

Más tarde, Linsey introdujo a Ethan en la vida de Kallie.

Jake, observando como un hombre, pudo ver los sentimientos que Ethan albergaba por ella. Linsey también se había dado cuenta. Sin embargo, Kallie, siempre ciega ante tales asuntos, permanecía en la oscuridad.

La situación llegó a un punto crítico cuando Roderick le planteó a Jake dos opciones. O Jake se casaba con Kallie o juraba protegerla como a un hermano durante el resto de su vida.

Jake eligió casarse con Kallie. No podía soportar la idea de dejarla ir. Quizás Kallie estaba decepcionada de él por su decisión. La chica brillante y alegre que Kallie era antes pareció desaparecer casi al instante, sustituida por alguien más cauta y visiblemente entristecida.

En su fuero interno, Jake se preguntaba si casarse con él era un destino tan terrible para Kallie. Había albergado esta pregunta durante mucho tiempo, pero nunca se había atrevido a expresarla.

Irritado y con ganas de fumar un cigarrillo, Jake miró a la dormida Kallie en sus brazos y se contuvo.

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