Capítulo 3:

Shantelle no sabía cómo, pero se las arregló para sobrevivir con solo agua y pan durante dos días. Así de deprimida se había vuelto después de que Evan le diera los papeles del divorcio.

“Le traje algo de comer para que no tenga que salir”, dijo la Señora Shaw.

La Señora Shaw insistió a Shantelle para que comiera.

No se marchó, sino que se quedó esperando para asegurar que Shantelle llenará su estómago. Cuando Shantelle terminó la mitad del plato, sonrió y dijo:

“Señora Shaw, gracias por cuidar de mí. Gracias por acompañarme siempre aquí en casa, pero”.

Las palabras se le atascaron en la garganta y, llorando, dijo:

“Me temo que debo irme. Siento que me he entrometido mucho en la vida de Evan, y ahora me odia”.

“Shhh. Señora Thompson, usted es una buena persona. Solo tiene que entender que el amor no se puede forzar”, dijo la Señora Shaw.

“Si ama algo, tiene que dejarlo ir. Si vuelve, es suyo. Si no, nunca lo fue”.

Shantelle le sonrió.

“Gracias, Señora Shaw. Supongo que ya debería haberlo sabido. Tenía muchas esperanzas de que algún día me amara”.

La Señora Shaw asintió.

Llevaba años trabajando con la familia de Evan. Cuando Evan se trasladó a su casa marital, los Thompson le pidieron que cuidara de la pareja de recién casados.

Conocía a Shantelle desde que ella estaba en la secundaria. Los Scott visitaban constantemente la casa de los Thompson. Por eso, la Señora Shaw ya conocía su carácter amable, pero Shantelle fue cambiando poco a poco desde que se casó con Evan.

La Señora Shaw trataba de no meterse mucho en los asuntos de la pareja, pero esta vez no pudo evitar darle un consejo a Shantelle.

Si ambos eran infelices con el matrimonio, ¿Por qué seguir en ello?

“¿Te decidiste?”, preguntó la Señora Shaw.

Shantelle asintió y respondió débilmente:

“Si, ya tomé mi decisión”.

Cuando la Señora Shaw salió de la habitación, Shantelle tomó un papel y un bolígrafo. Evan llevaba sacando el tema del divorcio desde hacía cuatro meses, pero fue apenas en las últimas veinticuatro horas que Shantelle realmente pensó al respecto.

Inhaló con fuerza y empezó a escribirle una carta a Evan:

[Mi queridísimo Evan]. Era el título.

[La primera vez que me ayudaste con mis tareas de matemáticas tenía diez años. Tu técnica para dominar las matemáticas era excelente. Me pareciste muy brillante. ¿Recuerdas cuando mis padres estaban muy ocupados por una conferencia médica a la que tenía que asistir mi padre? Mamá y papá tuvieron que dejarme en tu casa e hicimos un desastre en la cocina tratando de hacer panqueques. Disfrutaba de esos momentos felices contigo].

Ella soltó un suspiro.

[Cuando tenía doce años, nuestras familias fueron a acampar al lago y fuiste tú quien me salvó después de caerme al agua. Fue la primera vez que sentí que me gustabas de verdad. Aunque solo era una niña, estaba loca por ti. Solo me confesé a los trece años porque sabía que te ibas a la universidad. Evan, mi amor por ti no es superficial. Es más profundo de lo que te imaginas, pero me equivoqué en la forma de demostrarte mi amor. Tienes razón. No debí aceptar el matrimonio y atraparte en este compromiso]

Esto era difícil, pero ella tenía que seguir escribiendo su carta.

[He escuchado esta frase muchas veces, pero siempre la he negado. Amar a alguien significa dejarlo ir. Así que, aquí está. Ya firmé los papeles de divorcio. Espero que Nicole y tú sean felices. Siento haberme metido entre ustedes. Perdóname por ser tan egoísta. Perdona mi comportamiento inmaduro. Adiós, Evan. Cuídate].

Quería llorar, pero resistió.

[Con amor, Shantelle]

A las cinco de la mañana, Shantelle, con ojeras en la cara, estaba haciendo las maletas. Iba una y otra vez al armario, tratando de decidir qué llevar consigo. Evan le había comprado algunos vestidos. Aunque estaban en un matrimonio sin amor, de una u otra manera, él no era tan malo en ella.

“Creo que es mejor no llevar nada que me recuerde a Evan”, murmuró ella y luego siguió empacando solo lo que había comprado con el dinero de su padre.

Cuando terminó de hacer las maletas, llamó al Chófer de su padre y le pidió que la recogiera. Fue entonces que leyó más detenidamente las condiciones de su divorcio.

Leyó una y otra vez, hasta que por fin entró el mensaje en su cabeza.

“Te vas a divorciar, Shantelle. Te vas a divorciar”, repitió ella.

“No llores más. Llora más tarde, cuando estés en casa”.

“Diez millones de dólares”.

Leyó nuevamente.

Evan le daría diez millones de dólares como pensión por aceptar los términos del divorcio.

Shantelle tachó la parte que decía ‘pensión’ y puso su firma en la corrección. Después, firmó cuidadosamente cada página hasta que llegó a la última parte del contrato.

Sintió que se le clavaba un cuchillo en el corazón cuando escribió su firma junto a la de Evan. Por un momento, se preguntó cuándo él había firmado el contrato.

Cuando Shantelle terminó, sus manos temblorosas colocaron los papeles en la mesa y se quitó su anillo de matrimonio con mucha tristeza. Las lágrimas querían caer de sus ojos nuevamente, pero se contuvo.

Shantelle se permitió unos minutos para asimilarlo todo. Mientras estaba sentada en la cama, su teléfono vibró. Inmediatamente, supuso que era el Chófer de su padre.

Para su sorpresa, resultó ser el mismo número anónimo que le había estado enviando mensajes sobre la aventura de Evan y Nicole. Sin embargo, esta vez el mensaje fue más audaz.

Sus ojos se abrieron de par en par ante el mensaje y su corazón se aceleró.

En su pantalla había una foto de Evan tomando café en un comedor desconocido. Por la foto, Shantelle podía darse cuenta que Evan acababa de despertarse.

Llevaba el pelo revuelto y su atuendo habitual de oficina, pero arrugado.

El mensaje de su teléfono decía: No importa lo que hagas, volverá conmigo. Él nunca te quiso, ríndete.

La cara de Shantelle se volvió pálida. No podía creer lo que sus ojos veían. Al parecer, la misteriosa persona que le había dado las pistas sobre la infidelidad de su esposo no era otra que la mismísima Nicole Lively.

¡Qué descaro!

Se quedó con la boca abierta y recostó su cabeza hacia atrás sobre las sábanas. Reía y reía mientras se le salían las lágrimas.

Después de lo que parecieron ser diez minutos de reír y llorar a toda fuerza, respondió al mensaje diciendo: [Así que fuiste tú todo el tiempo, Nicole. Nunca lo habría adivinado. Bueno, puedes quedártelo. Me rindo]

En cualquier caso, Shantelle ya había firmado los papeles del divorcio y aceptado sinceramente que Evan no la amaba.

Durante unos segundos, se quedó pensando en qué hacer. Aun así, pensó que era necesario que Evan supiera lo que Nicole habla hecho. Tomó una captura de pantalla del mensaje de Nicole. Luego se lo envió a Evan.

Shantelle le escribió:

[Acepto el divorcio. Puedes quedarte con tus diez millones de dólares. No necesito el dinero, Evan. Soy Shantelle Scott, hija del mundialmente reconocido cardiocirujano, el Doctor William Scott. Gracias por todo Evan, y lo siento. Lo siento por todo]

Antes de marcharse, Shantelle se aseguró de que Evan recibiera su mensaje con claridad. Escribió notas adicionales en su carta:

[Por cierto, taché lo de la pensión y la refrendé. Como dije en mi mensaje, no tienes que darme dinero. Y, lo siento por enviarte el mensaje con la foto. Pensé que debías saberlo].

La siguiente llamada que recibió fue la del Chófer de su padre. Echó un último vistazo a su habitación antes de abandonar su casa marital para siempre.

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