Capítulo 242:

“¡Seguro con ochenta por ciento de descuento!”, agregó Anna antes de reírse histéricamente de Reese.

“Te ves tan barata”.

En ese momento, Reese empezó a llorar porque efectivamente, sí compró su ropa en Walmart.

Se sentía tan poca cosa delante de ellas y se preguntaba cómo alguien tan dulce podía volverse malvada en un abrir y cerrar de ojos.

Reese sintió que le pesaba el pecho mientras respondía débilmente a Brooklyn:

“No estaba intentando nada. Cualquiera tiene derecho a admirar a una persona”.

“Ayyy, mirala. Ahora está llorando”, dijo Anna antes de reírse.

“Mira. Seamos sinceras. Nunca serás alguien que satisfaga los estándares de Sean. Déjate de tonterías y deja de venir a nuestras citas”, dijo Brooklyn.

“No quiero una persona de sobra, ¡Especialmente alguien que está enamorada de Sean!”

“¿Esto era una cita? Sean no me dijo eso”, razonó Reese mientras se secaba las lágrimas.

“Bueno, el plan cambió por culpa tuya. Cuando Sean me dijo que ibas a venir, invité a mis otros amigos porque no quería desperdiciar mi noche contigo hablando sobre tu padre”, explicó Brooklyn.

“Así que, ahora que las cosas están claras, espero no volver a verte la próxima vez que Sean y yo tengamos que salir porque si eso vuelve a ocurrir, ¡Te arrepentirás!”, le advirtió Brooklyn.

“Y ni se te ocurra decírselo a Sean porque, entre nosotras dos, me elegiría a mí antes que a ti, ¡Obviamente!”.

“Si esa no es razón suficiente para que cierres la boca, deberías saber que mi padre tiene contactos en el Ministerio de Trabajo. Me aseguraré de que a tu madre le sea imposible conseguir la pensión de tu padre”, dijo Brooklyn.

“Entonces, ¿Entendiste?”.

“Así que ahí fue cuando todo empezó”, reveló Reese, con la cara sonrojada y la mano acariciándose repetidamente la nuca.

“No dije nada porque temía que ella te gustara de verdad. No iba a ser esa amiga que arruinara tu felicidad, Sean”.

Reese no creía que las palabras de Brooklyn pudieran seguir lastimándola en el presente, pero sí lo hicieron.

Una lágrima cayó por su mejilla, pero se la secó rápidamente.

Entonces, agregó:

“Y no estaba segura de lo astuta que era. Ella podía fácilmente dificultarnos la vida a mi madre y a mí, acabaríamos luchando por cobrar la pensión de mi padre cuando aún teníamos tantas cuentas que pagar”.

“Decidí guardarlo para mí misma e intenté evitarla”, continuó Reese.

“Pero entonces, un día, en el cumpleaños de Keith, insististe en que fuera. Prácticamente me arrastraste fuera de mi casa, me cargaste sobre tus hombros y me llevaste a la fiesta donde todo salió mal”.

“¿A la fiesta de Keith? ¿Qué… Qué quieres decir, Reese?”, le preguntó Sean.

“Bueno, Brooklyn tomó represalias contra mí”, respondió Reese.

Sean soltó un grito ahogado.

Apretó la mandíbula mientras miraba a Reese.

Su tono se volvió grave mientras preguntó:

“¿Qué fue lo que te hizo?”

Sean se sentía furioso más allá de las palabras.

¡Detrás de la dulce cara de Brooklyn había un monstruo!

Reese era su amiga.

A él no le importaba el hecho de que no fuera rica y que no usara ropa de marca.

¿Qué derecho tenía Brooklyn de menospreciarla?

En el pasado, cuando Reese empezó a rechazar sus invitaciones de salir con él y Brooklyn, lo hacía con la excusa de que no quería interrumpir sus citas.

Cuando eso no fue suficiente, Reese dijo que no se sentía cómoda saliendo con él porque no tenía ropa de lujo y por ende, no encajaba con ellos. Luego cuando él le compró ropa, Reese sugería que se sentía incómoda alrededor de Brooklyn, pero ella nunca admitió que se sintiera herida o acosada.

Cada vez que él le preguntaba a Brooklyn por qué Reese no se sentía cómoda alrededor de ella, ella lloraba y lo evitaba haciéndole otra pregunta.

Cuando Brooklyn decía:

“No sé. Sabes como soy con ella. Soy amigable con Reese. ¿Por qué no se sentiría cómoda conmigo? Por favor, tráela la próxima. Te lo demostraré. Se la pasará genial conmigo”.

Al escuchar esto, el sentimiento de culpa lo invadió por completo.

Se casó con una mujer doble cara que sabía muy bien cómo ocultar su verdadera cara. A estas alturas, no tenía que cuestionar las palabras de Reese.

Él confiaba en ella, sobre todo después de ver personalmente la verdadera cara de Brooklyn.

Al final de su historia, Reese reveló cómo todo empeoró después de la fiesta de cumpleaños de Keith.

Ella describió:

“Brooklyn tomó represalias contra mi”.

‘¿Tomó represalias contra ella?’.

Se le pasaron muchas cosas por la cabeza y no pudo evitar enfadarse.

“Ella…”.

Reese jadeó.

Después de mirar al suelo, dijo:

“Sean, no estoy segura si debería contarte esto porque lo que te voy a decir te va a impactar”.

“Cambiará totalmente tu perspectiva de las cosas de los últimos cinco años desde que me fui”, dijo Reese.

“No tengo ninguna razón para dudar de ti”, dijo Sean.

“Confío en tu palabra al cien por ciento. Por favor, cuéntame”.

Reese respiró hondo y dijo:

“Sean, ella y Aaron… ellos… pusieron algo en mi bebida”.

La fiesta de Keith se celebraba en una de sus casas privadas, en las afueras de la ciudad, justo enfrente de la playa.

Todos los invitados tendrían que conducir dos horas para llegar al lugar del evento y regresar. Sin embargo, para los invitados especiales, Keith les tenía alojamiento preparado en la casa.

Como Sean fue a buscar a Reese en su casa, ella viajó con él, sentada en la parte trasera del coche deportivo de Sean mientras Brooklyn se sentaba adelante con Sean.

Como de costumbre, Brooklyn se mostró muy amable durante el trayecto, pero Reese se dio cuenta de que ella no paraba de chatear.

“¿Está bien si invito a Aaron y Anna? Ellos pueden venir por su cuenta”, le preguntó Brooklyn a Sean.

“No hay problema, pero todas las habitaciones ya fueron asignadas. No habrá espacio para ellos”, dijo Sean.

“Aunque hay hoteles cerca”.

“Está bien”, dijo Brooklyn.

Luego, le sonrió a Sean y dijo:

“¿Eso significa que me quedaré contigo?”.

“Eh… tú y Reese tendrán su propia habitación”, respondió Sean.

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