Capítulo 23:

“Solo tenías una cosa que hacer: casarte con Evan Thompson”.

Un hombre mayor le hablaba fríamente a su hija en una casa particular.

“Ahora ni siquiera podremos salir de la ciudad. Si Evan se entera, lo perderemos todo. ¿Olvidaste lo que los Thompson nos hicieron? Esta era tu oportunidad de redimirte”

Mirando a su padre, Nicole respondió:

“Yo… Lo siento, papá. Fui descuidada. Fallé”.

El hombre negó con la cabeza:

“Esperaste tantos años para nada”

Su padre no gritaba, pero su tono era lo suficientemente frío como para provocarle escalofríos.

“Ya basta de Evan. Se está volviendo demasiado peligroso”.

“Pero, papá”.

Nicole trató de responder, pero su padre se acercó furiosamente a ella, levantando la mano hacia atrás.

Estuvo a punto de pegarle, pero se detuvo a media bofetada.

Dijo: “Seguí tu plan, pensando que podrías lograrlo, pero al final… ¡Sigues sin estar a la altura de Shantelle Scott!”.

Su padre se dio la vuelta y se marchó a otra habitación.

Volvió rápidamente y arrojó un sobre que contenía documentos antiguos, diciendo:

“Saldré a comprar tinte para el cabello. De momento, tendremos que hacer uso de esos viejos documentos de identidad. Esperemos que la policía no sospeche de nosotros, aunque solo tenemos ese simple carné de la secundaria y el viejo certificado de nacimiento”.

“¡Olvídate de Nicole Lively! Volverás a ser Melody Campbell”, dijo su padre, y luego salió de su habitación y bajó las escaleras de su antigua casa.

Sola en su habitación, Nicole lloraba pensando en su situación.

A pesar de muchos años planeando, acechando y estudiando a Evan desde lejos, de todos modos, fracasó.

Después de cambiar por completo para convertirse en alguien a quien Evan apreciara, seguía sin poder ganarse su amor.

Todo iba según lo previsto cuando Evan la trajo de vuelta a Rose Hills, pero, por desgracia, su padre lo obligó a casarse con Shantelle.

Años después, incluso después de conseguir que Evan se divorciara de Shantelle, ¡Seguía sin estar a su altura!

Evan no tenía que decirlo siquiera, Nicole vio cómo él la abandonó en el club para estar con Shantelle.

Presenció cómo defendió su casa marital y guardó la ropa de ella en su armario.

Ni siquiera se percató, pero todavía en ese momento, ¡Evan seguía llevando su anillo de casado!

“¡Todo esto es culpa de Shantelle! ¡Shantelle! ¡Te odio! Arruinaste todo… ¡Todo! Han pasado nueve años, ¡Y sigues siendo la misma persona que arruinó mi vida!”, gritó Nicole mientras recordaba el pasado.

“¡Te odio de verdad, Shantelle! Te odio tanto”.

Hace 9 años.

Una chica de ojos color ámbar vio que Evan y sus amigos se acercaban.

Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro mientras sujetaba sus libros con fuerza contra su pecho.

Cuando Evan pasó junto a ella, dejó caer a propósito todos sus libros al piso. Evan fue el primero en recogerlos, y sus amigos no tardaron en ayudarlo.

Evan le dijo:

“Ten cuidado la próxima vez, Melody. Siempre eres tan descuidada con tus cosas”

La chica dijo:

“Gracias, Evan”. Se llamaba Melody Campbell, iba al mismo colegio que Evan y era vecina de Wendell Franco.

“No hay de qué”, respondió Evan con indiferencia y luego se alejó con sus amigos.

Aquel día, Melody vestía a la última moda.

Se había arreglado el cabello en el salón de belleza. Sus cabellos estaban suaves como la seda y olían a lavanda.

Como siempre, no importaba si creaba oportunidades para que Evan la ayudara. Él lo hacía, pero no consiguió nada más que la mínima cortesía de su parte.

“Um… Evan… ¿Evan?”.

Ella llamó y persiguió al grupo de amigos.

“Hay una pequeña reunión en mi casa esta noche. Solo algunas amigas mías, tal vez”.

Ella sonrió alegremente y sugirió:

“¿Tal vez, tus amigos también? ¿Te gusta la cerveza gratis?”.

“Todavía no tienes dieciocho años”, dijo Evan.

“Oh, pero es mi casa, así que no pasa nada”, dijo la chica.

Evan frunció el ceño.

Respondió: “No sé”.

Keith intervino.

“Suena divertido. Podríamos ir una hora o dos”.

“Sí. No tengo que conducir de vuelta a casa”, comentó Wendell.

Sean se rio.

Antes de que Evan pudiera contestar, Shantelle corrió en su dirección.

La chica ya conocía a Shantelle Scott.

Era la hija de un cardiocirujano, el Doctor William Scott, y su rival para llamar la atención de Evan.

“¡Evan! ¡Evan! Papá tiene una reunión en el hospital. Como siempre, mamá lo acompañará para ayudar. Papá me preguntó si podías llevarme a casa, pero quiero ir a la playa. Es temporada de plancton”, gritó Shantelle emocionada.

“Espera. Espera. Shanty, ¿No te dijo el Tío William que debías irte a casa?”, preguntó Evan.

Era como si no hubiera nadie a su alrededor. Toda su atención estaba puesta en Shantelle.

Una carcajada escapó de los labios de Shantelle antes de revelar:

“¡Pero es temporada de plancton!”.

“No sé”. Evan frunció el ceño ante la idea.

“¡Vamos, Evan! ¿No quieres ver la maravilla oceánica de la bioluminiscencia? ¿El mar brillando en azul neón?”, Shantelle animó a Evan, con los ojos brillando mientras describía el fenómeno.

Evan se echó a reír y sus ojos brillaron también.

Lo hacía verse más guapo, pero aquella sonrisa solo era para Shantelle.

Sacudió la cabeza y dijo:

“Shanty, ¿Qué voy a hacer contigo?”

“¡Di que sí y veamos las maravillas de la naturaleza!”.

Shantelle sonrió mientras insistía en su plan.

“Tú y tu biología”, se quejó Evan. Suspiró y dijo:

“Está bien. Planctones, allá vamos”.

Melody preguntó:

“Pero, ¿Y la fiesta?”.

Su sonrisa anterior se desvaneció cuando Shantelle entró en la conversación.

Shantelle convenció fácilmente a Evan para que la llevara a lo que fuera que estaba hablando. “¿Planton? ¿Panton? ¿Plakons? Lo que sea”.

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