Capítulo 178:

Se giró hacia James, quien estaba agotado por el viaje de última hora y le preguntó:

“¿Te gusta el durian?”.

“Sí, señor. Después de toda la aventura de hoy, ¡Ahora me encantan!”, expresó James.

“Entonces puedes quedarte con todos los durians. Mi esposa ahora quiere caquis”, le informó Evan.

James aceptó de mala gana, pero igualmente feliz.

Así que, en lugar de ir primero a la mansión, Evan y el Chófer dejaron a James en su apartamento.

Luego de eso fue que el hombre regresó a casa.

Cuando Evan llegó, vio a Shantelle chillando emocionada en la puerta.

En cuanto salió, Shantelle lo abrazó y le dijo:

“Vi el video. Ya vi el vídeo. ¿Dónde están? ¿Dónde están mis durians?”

“¿Durians?”, preguntó Evan, con el corazón latiendo rápidamente y el ceño fruncido.

“Sí, mi Internet debe haber estado muy mal en el hospital. No había visto tu video. ¿Dónde está el durian?”, repitió Shantelle.

“Pensé que ya no los querías”, dijo Evan.

“¡Pfff! Solo lo dije porque no quería que te esforzaras demasiado en conseguirlos. Temía que volaras hasta Maui solo para conseguir el durian, pero…”.

Hizo un puchero con los labios y dijo:

“Al final, de verdad fuiste”.

Con los ojos esperanzados, preguntó:

“¿Y? ¿Dónde están mis durians?”.

Apretó los labios contra la oreja de Evan y reveló:

“¿Sabías que los durians son afrodisíacos naturales? Prepárate para pasar una buena noche, esposito”.

Evan estaba a punto de sufrir un infarto.

Se despegó suavemente de Shantelle y dijo:

“Ah, ¿Los durians? Déjame recogerlos de donde James”.

“¿James? ¿Por qué están los durians con James?”, preguntó Shantelle.

“Le pedí que los lavara bien”, afirmó Evan.

Levantando las palmas de las manos, le pidió a su esposa:

“¿Afrodisiaco? Aguanta ese pensamiento, esposita. Ahora vuelvo”.

En el apartamento de James, había abierto un durian y había colocado los trozos de fruta en un plato.

Estaba en su mesa, listo para comer.

Agarró la fruta con la mano y la llevó frente a su boca.

Sonrió y se dijo a sí mismo:

“He tenido un día agotador. Ahora me apetece algo dulce”.

Antes de que se diera cuenta, su jefe estaba golpeando con fuerza la puerta.

Desde donde estaba, pudo escuchar claramente a Evan gritar:

“¡No te atrevas a tocar ese durian, James! ¡No te comas ni uno! ¡Abre la puerta ahora mismo!”

Dos meses después.

A las veintisiete semanas de embarazo, el v!entre de Shantelle parecía a punto de dar a luz. Sin embargo, como tenía gemelos, era normal que a esas alturas su barriga creciera como una sandía.

Shantelle se esforzó al salir del coche con Evan, con una mano soportando el peso de su barriga.

Suspiró y dijo:

“Recuérdame por qué vinimos”.

“Para apoyar a tu amiga Karise”, respondió Evan antes de reírse entre dientes.

Le guiñó un ojo a su esposa y agregó:

“Si por mí fuera, preferiría acurrucarme contigo, desnudos en la cama”.

“¡Pff!”

Quitándose de encima los traviesos pensamientos de su esposo, dijo:

“Cierto. Karise”.

Shantelle también preferiría estar en casa, descansando en aquel buen fin de semana. Sin embargo, era un día especial para Karise y un gran paso para Keith.

Keith iba a presentar a Karise a sus padres y Shantelle tenía que mostrar su apoyo a su amiga.

Evan estaba haciendo lo mismo por Keith.

Estaba encantado de que Keith estuviera superando en serio a Shantelle.

Ese día era el cumpleaños del padre de Keith, el Señor Charles Henderson.

Desde que se jubiló, Charles Henderson y su esposa, Helen, habían estado viajando por todo el mundo, dejando el negocio al cuidado de Keith.

Sin embargo, para celebrar su setenta cumpleaños, Charles y su esposa volvieron para estar con la familia y los amigos.

Mientras la pareja entraba en la mansión de los Henderson, Evan rodeó la cintura de Shantelle con el brazo.

Solo había unos pocos invitados y todos se instalaron detrás de la casa, donde se había preparado una larga mesa, frente a la piscina.

Shantelle vio a Karise sentada a un lado.

Ella y Evan se acomodaron junto a ella.

“¡Aquí estamos!”, le dijo Shantelle a Karise.

Desde lejos, la pareja vio a Keith conversando con unos parientes, pero en poco tiempo se acercó a la mesa y saludó:

“Evan, Shantelle, gracias por venir. Mi padre te estaba esperando, Evan”.

Mientras se sentaba junto a Karise, Keith preguntó:

“Cariño, ¿Estás lista?”

Karise se puso una mano en el pecho y contestó:

“Bebé, estoy nerviosa”.

Keith se rio y le dio un beso en la mejilla.

Le aseguró:

“No lo estés. Estás guapísima y muy se%y. Ah, ahí están”.

Por el rabillo del ojo, Keith vio a sus padres salir de la casa.

Para su consternación, estaban con Larry Mitchel, uno de los propietarios del Canal 5, una cadena de televisión local. Junto a Larry estaba Lola Mitchel, su hija.

Ese hecho inquietó a Keith, porque Lola era una de las chicas con las que había salido casualmente y a la que había dejado después de tres días hace un año.

Tenía la extraña sensación de que algo no iba bien.

Antes de que pudiera pensar en una respuesta, llegaron Sean y Wendell. Keith y su grupo de amigos se sumergieron inmediatamente en una conversación.

Por otra parte, los padres de Keith se acomodaron en sus asientos y, para sorpresa de Keith, los Mitchell ocuparon los asientos opuestos a ellos.

Lola le dedicó una sonrisa coqueta.

“Evan, me alegro de verte, jovencito. Estoy muy orgulloso de lo que has logrado, y Shantelle, quién iba a decir que Evan y tú volverían a estar juntos”, dijo Charles Henderson.

Se giró hacia Keith y comentó:

“Supongo que las cosas no estaban destinadas a suceder”.

Dirigió su atención a Shantelle y dijo:

“Con nosotros, quiero decir”.

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