La exesposa del CEO es una cirujana -
Capítulo 169
Capítulo 169:
Refiriéndose a la cafetería del vestíbulo, dijo:
“¡Ay, mira, lo tienen en una caja especial!”.
Shantelle señaló el exhibidor de vidrio y le recordó:
“Las tartas de piña que he estado anhelando desde el primer día del crucero. Cómpramelas, Evan, ¡Por favor! Por favor. ¡Por favor!”
“Lo que sea por mi esposa”, le aseguró Evan.
Antes de que Evan pudiera llegar a la pequeña cafetería, una mujer había comprado toda la caja.
Evan intentó pedir más al establecimiento, pero ya se habían acabado.
Cuando el hombre giró hacia su mujer, vio tristeza en sus ojos. Sabía que a ella le apetecía mucho esas tartas.
Evan juró:
“Las conseguiré, esposita”.
Mientras Evan corría tras el cliente que había comprado toda la caja de tartas, el personal del hotel guiaba a Shantelle hasta la sala de reuniones.
Aún estaba sola cuando se acomodó en un asiento, pero el personal del hotel ya había empezado a servir las entradas y las bebidas.
Al cabo de cinco minutos, otro empleado del hotel regresó con la caja de tartas.
El joven dijo:
“El Señor Thompson aún está arreglando el pago con la mujer, Señora Thomspon. Debería llegar en cualquier momento”.
“¡Ayy! ¡Me encanta esto!”, djio Shantelle encantada, al ver la caja de tartas de piña.
No le importaba cuánto costaban, ya que las deseaba con todas sus fuerzas.
Comió una con impaciencia y…
¡Se sintió en el cielo!
Shantelle juró que podría acabarse toda la caja.
“¿Les gusta, chicos?”, preguntó Shantelle alegremente a sus bebés dentro de ella.
Shantelle estaba a punto de comerse otro trozo cuando de repente entraron cuatro individuos:
¡Un hombre mayor de unos sesenta años, un hombre de mediana edad, Bridget y Allen Banks!
Antes de que Shantelle pudiera reaccionar, Bridget gritó:
“¡Tú! ¿Qué haces aquí? ¡No puedo creer el atrevimiento! No te basta con que intentes robarme a mi novio. ¡Tenías que seguimos también!”.
“¡Fuera!”, gritó Bridget.
“¡P%rra!”
Ella marchó hacia el asiento de Shantelle y empujó la caja de tartas de piña.
“¡Llévate esa sucia comida contigo!”
Shantelle jadeó, viendo las tartas volar por los aires.
Pudo ver en cámara lenta con sus ojos cómo cada trozo aterrizaba en el suelo, rompiéndose algunos en el proceso.
Una lágrima rodó por su mejilla, al darse cuenta de que solo pudo comer una de esas deliciosas…
Tartas de piña.
No era justo.
Al menos debería haber comido tres trozos, uno para cada bebé dentro de ella y otro para ella misma.
Los esfuerzos de Evan para conseguir esa caja de tortas pasó por su cabeza.
Su amado esposo había perseguido a una mujer para comprar esas preciosas tartas de piña, ¡Solo para que esta mujer irrazonablemente celosa las tirara a la basura!
Shantelle pensó en su anterior matrimonio cuando se ponía celosa, pero nunca había hecho algo tan siniestro:
¡Tirar a la basura algunas de las creaciones más extraordinarias del mundo!
“Pobres tartas de piña”, comentó Shantelle en voz baja.
Fue como si la oscuridad la hubiera envuelto mientras juró vengar a las tartas.
Mientras Bridget seguía lanzando acusaciones, los ojos de Shantelle se oscurecieron y sus manos se cerraron en puños.
Temblando de rabia, señaló a Bridget y declaró:
“¡Pagarás por lo que les hiciste a mis tartas!”.
“¿Qué? ¿Tartas?”
Bridget se rio.
Declaró:
“Mujer, créeme cuando te digo que, cuando acabe contigo, tendrás más problemas que tus tartas”.
“¿Intentas robarme a mi hombre y solo piensas en esas tartas?”, se burló Bridget.
Estaba tan furiosa que no analizó la situación adecuadamente.
Se giró hacía Allen y le dijo:
“¿También quedaste con ella aquí? ¿Delante de mi padre?”
Bridget desvió su atención hacia el hombre mayor y reveló:
“¡Papá, esta mujer está seduciendo a Allen! Viaja en el crucero, ¡En nuestro crucero!”.
Volviendo su mirada a Shantelle, declaró:
“¡Debería haber hecho que te tiren por la borda del crucero! ¿Sabes con quién te estás metiendo? Mi padre es el dueño del crucero. Soy Bridget Grant, heredera de Caribbean Sales”.
Allen trató de explicar:
“Bridget, ¿Qué estás diciendo? La Doc y yo no quedamos en nada. ¿Tal vez ella está aquí por una razón?”
“Señora, ¿Qué la trae por aquí?”, preguntó tranquilamente el hombre mayor.
“¿Es cierto lo que dice mi hija? Usted parece ser una buena persona. Debería encontrar a su propio hombre al que amar”.
“¿Otra de tus amantes, Allen?”, preguntó el hombre de mediana edad.
“¿Qué? ¿No tienes nada que decir? Te la dejé pasar hace dos años porque no tenía pruebas. Pero esto es prueba suficiente, ¿Que hacías en el baño con mi novio anoche? ¿Cómo de casualidad estás en el mismo crucero que nosotros…”
“¡Bridget, suficiente!”, gritó Allen.
Se giró hacia el hombre mayor y le dijo:
“Señor Grant, le juro que no es verdad…”.
“¡Jajaja!”
Antes de que pudieran obtener respuestas de Shantelle, una risa siniestra escapó de sus labios.
Shantelle era amable y hermosa, con un alma muy bondadosa, pero aquel día parecía ser la persona más aterradora de la sala.
Todos los demás sintieron que se les erizaba la piel, que sus pies retrocedían automáticamente ante lo aterradora que lucía.
“¿Heredera de Caribbean Slaes?”
Hizo una pausa.
“Te refieres ala que está por quebrar, ¿Verdad?”, corrigió Shantelle, con sus ojos fijos en Bridget.
“¡Estás tan orgullosa de tu riqueza y de usarla para intimidar a otras personas, pero tu influencia no es nada comparada a la mía!”.
“¿Tirarme por la borda? A ver quién se tira por la borda cuando acabe contigo”.
Los ojos de Shantelle se tensaron.
Declaró:
“¡Soy la Señora Shantelle Thompson, esposa de Evan Thompson, y te haré sufrir por lo que les hiciste a mis tartas!”.
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