Capítulo 125:

“El pulmón afectado está dentro de la bolsa. Ya puede sacarlo”, le indicó Shantelle.

Shantelle estudió detenidamente cada parte del pulmón, con diminutas cámaras que se adentraban en el pecho del paciente. Tardó unos minutos tras confirmar que no había otros tumores.

“El tumor solo estaba contenido en la parte superior del pulmón derecho”, concluyó.

“Hemos terminado con la cirugía. Cierren las incisiones del paciente”, ordenó Shantelle.

“Sí, Doctora Shant”, respondió uno a uno su equipo de cirujanos.

“¡Menos mal que ahora es el robot el que sostiene el cuchillo, Doctora Shant!”, bromeó una enfermera.

Todo el mundo se echó a reír.

El escándalo de Jessica Turner se convirtió en el chisme del centro.

Sobre todo se burlaban de Shantelle por la posibilidad irónica que tenía de quitarle la vida a cualquiera con un bisturí.

Shantelle negó con la cabeza mientras se quitaba la bata quirúrgica.

“Si no estás intentando quitarme a mi hombre, entonces no tienes nada de qué preocuparte”, comentó.

“¡Ay! El Señor Thompson y la Doctora Shant son muy posesivos el uno con el otro. Cuando el Señor Thompson viene aquí, no suelta la mano de la Doctora”, comentó una enfermera.

“Son tan cariñosos juntos”.

“¡La Doctora Shant tiene tanta suerte de despertarse en la cama con el Señor Thompson todos los días! El se%o debe ser increíble”, comentó la cirujana asistente.

“Probablemente por eso la Doctora Shant no deja de sonreír en su oficina. ¿Piensa en el Señor Thompson con frecuencia, Doctora?”, preguntó el anestesista, provocando más risas dentro de la sala de operaciones.

“¡Concéntrense en su trabajo, y todos, consigan su propia vida se%ual de la cual hablar!”, respondió Shantelle, mientras sonreía a su equipo.

“¡Adiós, me tomaré mi descanso!”.

Habían pasado días desde que Shantelle y Lucas se mudaron de vuelta a la villa con Evan.

Todo era diferente ahora, con la condición de Lucas.

Ella y Evan tenían que trabajar juntos para proporcionar a su hijo un entorno feliz, a pesar de no poder ir a la escuela.

El Doctor Patel había recomendado mantener a Lucas alejado de posibles infecciones por el momento.

Aunque los análisis de Lucas mostraban su mejoría, el pediatra no quería que Lucas contrajera nada que pudiera afectar su condición.

Lamentablemente, la escuela era la principal fuente de este tipo de infección, ya que muchos niños van a la escuela con gripe o fiebre.

Los niños eran así.

Eran testarudos y preferían ir a la escuela, aunque estuvieran enfermos.

Para darle esa sensación de un ambiente escolar, Evan convirtió una habitación del primer piso de la villa en la escuela y zona de estudio de Lucas. Sería el lugar donde Lucas recibiría su clase privada con un tutor privado.

Cuando Shantelle entró en su oficina, llamó a su madre.

Eleanor se había comprometido a visitar a Lucas a diario. Durante una video llamada telefónica, su madre le mostró cómo respondía Lucas a su profesora.

“Saluda a tu mami, Lucas”, le dijo Eleanor.

“¡Hola, mami! ¿Vas a regresar pronto a casa?”, preguntó Lucas, moviendo la mano.

“¡En unas horas, cariño! Estudia mucho, ¡Te amo!”, contestó Shantelle.

Evan y Shantelle le prometieron a Lucas que las clases en casa serían solo temporales.

Afortunadamente, su hijo estaba tan feliz de vivir juntos como una familia que no le importaba tener clases en casa.

Después de hablar con Lucas, revisó su calendario y se dio cuenta de que era el primer día de su periodo de ovulación. Se mordió el labio y de repente se sintió excitada. Un hormigueo recorrió su interior.

El se%o con Evan era extraordinario.

Superaba su imaginación y había una gran diferencia con respecto a cuando estaban casados.

Con los dos durmiendo en la misma cama cada noche, hacer cosas íntimas era inevitable. Evan siempre estaba hambriento de ella, pero Shantelle no se quejaba.

Estaba muy satisfecha.

La noche anterior, Evan le hizo el amor en la cocina. Llegó muy tarde y ella le preparó una cena sencilla.

Mientras preparaba la ensalada, se abalanzó sobre ella por detrás, lo que fue increíblemente excitante.

Tanto pensar en Evan hizo que Shantelle se sonrojara mucho. Intentó calmarse, bebiéndose toda el agua del vaso frente a ella, pero no sirvió de nada.

Acabó imaginando que su centro se llenaba y juró que se le mojaban las bragas.

“Maldición, Evan. Uf”, se quejó luego de resoplar.

Se abanicó con las manos mientras apretaba las piernas, intentando aplacar la excitación entre sus muslos. Sin embargo, sin importar lo que hiciera, no funcionaba.

Una enfermera entró, le dio la agenda del día siguiente.

“Doctora Shant. Está sudando por todas partes, pero en su oficina hace mucho frio. ¿Está bien?”, le dijo.

“¡Ja, ja! Sí, estoy bien. Solo se me antoja chocolate”, mintió ella.

La enfermera se encogió de hombros.

“Bueno, ¿No va a salir a comer algo? Podría saciar ese antojo. Hay una tienda al otro lado de la calle”, propuso.

Cuando la enfermera se marchó, Shantelle se lo pensó. Mientras lo hacía, no dejaba de apretar los muslos, intentando controlar sus deseos. Era como si la ovulación estuviera tomando control de ella.

Luego miró fijamente el medicamento para la ovulación, uno que había conseguido la semana pasada mientras visitaba a un Doctor especialista en fertilidad con Evan. Siseó.

“Todo esto es culpa tuya”, dijo.

Finalmente, decidió satisfacer su antojo.

Después de llamar a Andy para que la recogiera, pidió comida en un restaurante cercano y se marchó al edificio de oficinas del Grupo de Empresas Thompson.

Era la primera vez que iba a ese edificio desde que regresó a la ciudad. Se sentía surrealista para ella estar de vuelta en la ciudad y entrar en aquel edificio.

Antes solía venir al mismo edificio de oficinas casi todos los días para sorprender a Evan con su almuerzo.

Pero ahora, ella estaba yendo para saciar su antojo de ‘chocolate’.

Andy la dejó en el vestíbulo mientras estacionaba el coche en el estacionamiento subterráneo. Ya que sabía exactamente dónde estaba la oficina de Evan, pasó por delante de la recepción y entró en el pasillo de elevadores.

Era obvio que la recepcionista no la conocía, así que llamó la atención de Shantelle:

“Disculpe, señorita, pero no lleva tarjeta de identificación. ¿Viene de visita?”.

Shantelle observó a la mujer. Era difícil recordar si esta persona que tenía delante la había visto en la fiesta de aniversario.

Algunos empleados prefirieron no asistir.

“Sí, vengo a ver a mi esposo, Evan”, respondió Shantelle.

“¿Su esposo?”, dijo la recepcionista, echándose hacia atrás.

“¿El Señor Thompson?”.

“¡Oye! ¡El! ¡Es la Doctora Shant! ¡La esposa del jefe!”, gritó la otra recepcionista.

Entonces, le hicieron señas a Shantelle para que entrara sin más retrasos.

Por lo menos, sí había alguien que prestaba atención a las noticias o estaba presente en la fiesta.

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