Capítulo 506: 

Pero pronto, Oliva no pudo reírse más. Las tres comidas que tomó eran todas al vapor y hervidas, tan ligeras que perdían su sabor original.

«Cariño, ¿Puedes pedir unos platos salteados picantes?». Preguntó Oliva con simpatía.

Alan respondió con una sonrisa de oreja a oreja: «Las mujeres embarazadas no pueden comer alimentos fuertes».

Oliva refunfuñó: «¿Entonces sólo puedo comer esto todos los días a partir de ahora?».

Alan dijo con indiferencia: «Más o menos. Si te comportas, de vez en cuando puedo recompensarte con lo que quieras comer». Venganza, esto era una venganza descarada. Tenía que serlo.

Oliva dejó sus palillos. «No voy a comer».

«Eso no funcionará. Ahora comes por dos personas». Alan se armó de paciencia, recogió los palillos y se los puso en la mano.

«¿Cómo puedes atender así a una embarazada? Comí de todo cuando estaba embarazada de Annie y nació sana». Estaría desnutrida si tuviera que comer así todos los días.

«Pero tú tuviste un problema». Le señaló Alan el punto del problema.

«Eso fue un accidente, si». No fue una experiencia emocionante la que ella quería.

«Ahora estoy evitando cualquier accidente que pueda ocurrirte. Pórtate bien y come más». Le sirvió sopa y algunas verduras. Lastimosamente él se pedio de todo este proceso cuando estuvo embarazada de Annie, ya que ahora tenía la oportunidad a la que no podía resistirse, naturalmente tenía que compensarlo.

Ya que estaban aquí, tenían que estar a salvo. Tal vez era el destino de Alan tener este hijo, ya que ella lo quería, él haría lo que ella quisiera, viéndola felizmente ser madre y la protegería en todo momento. Pero ahora, él quería burlarse de esta mujer.

El rostro de Oliva se había vuelto seriamente amargo. «¿No sabes que la boca de las embarazadas es más exigente? Tú sigues eligiendo estos alimentos insípidos y sin sabor para que los coma. No necesito esperar a que nazca el niño, antes moriré de hambre por tu culpa ¿No recibes con agrado la llegada de este niño? Pequeño Hoyle, tu papá está abusando de nosotros».

Alan estaba dividid entre reír y llorar: «Lo hago por tu bien».

«Si es así, deberías dejarme comer felizmente. Quiero comer olla caliente ahora y un helado, anda ¿Sí?». Preguntó Olivia mientras balanceaba su brazo.

«No». Respondió Alan con severidad. «Te calentarás si comes una comida caliente con tanto calor y el helado te provocará diarrea. Si no piensas por ti, al menos piensa en el pequeño Hoyle, ¿No?». Así consiguió ahogar sus fantasías sobre la comida.

Oliva dijo de mala gana: «Bien, tú ganas».

Se llenó la boca, se bebió la sopa y masticó la comida con fuerza; era como si le guardara rencor a la comida. Pero puso de buen humor a Alan, que le acarició el cabello como si acariciara una mascota.

«Esta sí que es una buena chica».

«Quiero ir a casa». Dijo Oliva solemnemente, aplanando los labios. Podía comer cualquier cosa en casa, si sus padres supieran que estaba embarazada de nuevo, se pondrían muy contentos. Su madre siempre espero que pudiera volver a tener un bebé. Era muy solitario ser hijo único, Annie necesitaba compañía. Y el amor de Alan por ella era digno de que tuviera otro bebé para él.

Justo cuando dijo eso, llegó una llamada de la Vieja Señora Hoyle. Oliva dudó, pero atendió después de un momento y dijo amablemente: «Hola, Señora Hoyle. ¿Necesita algo?».

«Sigues en Jiangcheng ¿Verdad?». Preguntó la Vieja Señora Hoyle con indiferencia. En realidad, ella sabía por Aoba que todavía estaban aquí y no se habían ido. Esta pregunta era en realidad sólo una forma de iniciar la conversación.

«Actualmente aún estamos aquí».

«Ven a cenar a la residencia a la casa esta noche. Tengo algo que hablar contigo». Dijo la Vieja Señora Hoyle antes de colgar el teléfono sin importar si Oliva estaba de acuerdo o no, como si fuera una orden.

Oliva se encogió de hombros y le dijo a Alan: «¿Te atreves a venir conmigo al banquete asesino de tu madre?».

Alan se rió: «Te atreves a ir a mi propia casa ¿Qué tengo que temer? Bueno, todavía tengo que ser el respaldo de mi esposa ¿No?».

Oliva suspiró: «No me extraña que no le guste a tu madre. Cuanto mejor me tratas, más le desagrado y me encuentra molesta». Este era un hecho, todo el mundo podía verlo. Al principio, Oliva había pensado que la anciana era infeliz porque había sustituido a Ofelia Meyer. Después de todo, ella era su candidata favorita para ser su nuera, así que la rechazó.

Pero entonces descubrió que, tras revelarse el verdadero rostro de Ofelia, la actitud de la Señorita hacia ella no cambió mucho. Poco a poco se dio cuenta de que cuanto mejor la trataba Alan, más se incrementaba el desprecio de la Vieja Señora Hoyle hacia ella. Era una especie de madre celosa con un poco de sinrazón, a diferencia de su habitual temperamento intelectual y noble.

Alan dijo: «Como madre, si se alegra de ver que su hijo no está en armonía con su esposa y trata mal a su nuera, entonces tiene un problema».

Oliva no sabía qué le iba a hacer la Vieja Señora Hoyle. No tenía otra forma de actuar que no fuera la de no seguir sus movimientos, ella no era una persona a la que se pudiera engatusar con pequeños trucos, ni era fácil llegar a ella haciendo algo. No era fácil abrir su corazón bien fortificado.

En un principio, esperaba que el niño que llevaba en su vientre pudiera ser un incentivo para ganar el calor de la Vieja Señora Hoyle, pero a juzgar por la actitud de la anciana en el hospital, se excedió.

Así que, cuando fue a la Residencia de los Hoyle, no tuvo demasiadas esperanzas y se preparó para ser atacada mentalmente y para enfrentarse al corazón bien fortificado de la madre de Alan. Tenía que construir una defensa impenetrable para resistir todo tipo de maldiciones que se dispararían en cualquier momento, no podía caer antes de que ella se rindiera.

No necesitaba que la Vieja Señora Hoyle se rindiera. Estaba lo suficientemente satisfecha como para poder llevarse bien con ella pacíficamente, pero en este día, ella todavía no había visto el amanecer de la esperanza. Sin esperanza, no se sentiría decepcionada. Pero en algún momento de esta vida, algunas pequeñas sorpresas caerían en sus brazos, lo suficiente como para que se deleitara en secreto durante días.

Por ejemplo, en este momento. Oliva dio un vistazo a los diferentes platos de la mesa y percibió un suave aroma a hierbas chinas. Ada se inclinó sigilosamente hacia su oído y le susurró: «Mamá lo preparo especialmente para ti».

Antes de que Oliva tuviera tiempo de digerir el significado de sus palabras, la Vieja Señora Hoyle miró a Ada. Sus ojos parecían decir que hablaba demasiado, la boca de la anciana era tan implacable como siempre: «Come si te gusta, tíralo si no te gusta, no te envenenarás».

Sus palabras no eran agradables, pero Oliva pudo escuchar algo de gentileza. Sonrió un poco y le dijo: «Señora Hoyle, ¿Puedo tomar esto como que ha aceptado al bebé en mi vientre?».

«No creas que el hecho de que reconozca al bebé en tu vientre significa que también te acepto a ti. Todavía es demasiado pronto». Resopló la Vieja Señora Hoyle.

«Lo entiendo perfectamente». Nunca esperó que el camino de ellas fuera a ir sobre ruedas. Ahora que había accedido a aceptar al bebé en su vientre, para ella era un paso mas en la dirección correcta.

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