La esposa inocente del presidente calculador -
Capítulo 472
Capítulo 472:
Si una mirada pudiera mat%r, Kent realmente habría mat%do a Alan mientras le cosía la boca. ¿Qué clase de hermano fastidiaria en un momento crítico?
«Oye, ¿Intentas ayudarme o matarme?».
«Sólo te recuerdo amablemente que no puedes dejar a una mujer en tu propio lugar, no sea que seas realmente inocente y dejes que otra mujer lo malinterprete. Esto es un tabú de amor, incluso dijiste que querías emparejar a tus hombres y armar una agencia matrimonial, eres un jefe no calificado. Ni siquiera puedes manejar a la mujer que te gusta y vienes a molestarme temprano en la mañana. No hagas el ridículo aquí, lárgate».
Alan gritó y cerró la puerta de un golpe, pero detrás de la puerta, una sonrisa intrigada apareció en la comisura de su boca.
La voz asustó a Janetta. No había digerido del todo el significado de sus palabras y su cabeza estaba en estado de confusión.
Detrás de ella, Tiana, que estaba acompañada por Liam, se encontraba a un metro de distancia y entendió la situación.
«Señorita Janetta, no se lo tome a mal. El Señor Bai es una buena persona, anoche me dr%garon unos hombres malos, me temo que me no hubiera podido escapar si no fuera por el Señor Bai y la Señora Hoyle. El Señor Bai me acogió, pero puedo garantizar que no pasó nada anoche, cada quien durmió en una habitación diferente, de verdad».
Janetta se volvió y miró a la mujer que tenía delante. Era mucho más guapa que ella, era el tipo de mujer que estaría con Kent. «No es que no te crea, pero no le creo a él».
«¿Te estás contradiciendo?». Kent suspiró interiormente.
Era realmente difícil entender la mente de una mujer ¿Cómo no se había dado cuenta antes? En el pasado, sólo pensaba que eran criaturas simples. Sus ojos se volvían verdes al ver dinero, ropa de marca, todo tipo de joyas y bolsos, no eran ambiciosas y soñaban despiertas y tenían que pedir a los hombres que les dieran cosas.
Desde que apareció Oliva Steele, entonces Janetta Wen irrumpió en su mundo. Su visión y su valoración se habían ido subvirtiendo poco a poco. Janetta era una mujer temperamental. Frente a él, se parecía más a una pequeña gata salvaje indomable.
Al principio, pensó en domarla, pero luego se quedó pensando ¿No fue por su personalidad que se sintió atraído por esta mujer que no era ni hermosa ni gentil? Un trato que esas mujeres del pasado nunca tuvieron.
Antes solía pensar que Alan mimaba demasiado a su mujer y a su hija. Que no actuaba como un hombre, ahora que lo pensaba, en realidad era un momento bastante feliz para mimar a la mujer que le gustaba. Al menos, su intención hizo que ella tomara la iniciativa de buscarlo.
Fue una sorpresa agradable, ¿No? Aunque esta sorpresa se convirtió instantáneamente en un malentendido, después de una doble explicación, esta pequeña gata salvaje seguía ignorándolo.
Incluso le dio un fuerte pisotón y lo fulminó con la mirada: «Cierra la boca, nadie te pidió que hablaras».
Oliva, que estaba escuchando a escondidas detrás de la puerta, se tapó la boca con alegría. Desde el día en que Kent se convirtió en el Jefe Bai, pensó que nadie le había hablado así, se preguntaba cómo sería su expresión.
Alan se acercó y le dio unas palmaditas en la cabeza: «Ve a lavarte los dientes y a cambiarte de ropa. Te he exprimido la pasta de dientes y tu ropa está sobre la cama».
Oliva seguía con las orejas pegadas a la puerta y se negaba a salir: «Más tarde, sigo escuchando».
«¿Qué hay que escuchar?». Alan se giró y le frotó el rostro con la barba incipiente que le había crecido durante la noche, un aliento cálido le abanicó la piel.
Oliva se encogió y esquivó: «Para, hace cosquillas».
Alan se negó a soltarla.
El cuerpo de Oliva se presionó contra la puerta inconscientemente y puso las manos alrededor de sus anchos hombros, Alan observó cómo su rostro se enrojecía lentamente, y luego, satisfecho, le soltó un poco los labios rojos.
«Bien, me voy». Oliva se escabulló de sus brazos más rápido que un conejo.
Alan la siguió hasta el baño con una brillante sonrisa, donde se lavó y cepilló los dientes mientras él se afeitaba la barba a su lado.
En cuanto a la explicación de la puerta, debían aclararla ellos mismos. La lealtad y la confianza eran necesarias en el amor, si estas dos no se podían conseguir, aunque dos personas estuvieran juntas, se separarían tarde o temprano.
El hombre bien afeitado tenía un aspecto refrescante y sus ojos profundos revelaban una luz encantadora. Su atractivo rostro hizo que Oliva no pudiera evitar ponerse de puntillas y poner sus labios en su mejilla. «Cariño, ¿Por qué eres tan guapo?».
«¿Es malo?». Alan estalló de alegría al ser elogiado por su esposa.
Oliva le rodeó el cuello con las manos y fingió estar pensando: «Estaba pensando… ¿Sera que en el pasado fui hechizada por tu rostro? No sabía nada de ti, así que ¿Cómo iba a enamorarme de ti? Ese no es mi estilo».
Alan se rió: «Tampoco había visto tu aspecto. No sabía cómo te llamabas, ni dónde vivías, y simplemente caí en tus garras».
«¿Estás diciendo que soy una z$rra?». Oliva alargó la mano para pellizcarle las mejillas, fingiendo estar enfadada y haciendo un puchero.
El rostro de Alan se deformó al instante. Le quitó las manos y sonrió: «Quiero decir que somos almas gemelas. Podemos seguir juntos después de estar separados durante tantos años, soy muy afortunado y feliz. Gracias, cariño».
«Aquí vamos. ¿No estás harto?». Oliva puso los ojos en blanco, se limpió el rostro con una toallita y se dirigió al dormitorio para cambiarse de ropa.
En realidad, también se sentía muy afortunada y feliz. No todo el mundo podía ser como ella, perder y volver a ganar.
Janetta, que se fue calmando poco a poco, ya no se resistía tanto a Kent. Pensó que Oliva no sería mala persona para decirle que viniera aquí, a miles de kilómetros de distancia, solo para que viera que ese hombre estaba con otra mujer.
Así que, el hecho sólo podía ser o bien que Kent tuviera el respaldo de Oliva y se hiciera el refinado o que lo de esta mañana sólo fuera un malentendido y ella pensara demasiado.
Tiana le dijo con envidia: «Tú y la Señorita Steele son las mujeres más afortunadas del mundo, tienen los dos mejores hombres del mundo. Este hombre que tienes delante se preocupa por ti, puedes verlo en sus ojos y está nervioso por ti. A diferencia de mí, que estaba comprometida con un hombre poco fiable. Cuando estuvo en peligro, me empujo al agujero para salvarse, en ese momento, quise morir, pero no lo hice, en ese momento me dije que tengo que seguir viviendo para de las garras del diablo.
Afortunadamente, conocí al Señor Bai en ese momento y me salvó, de lo contrario mi vida estaría arruinada, el Señor Bai es un buen hombre y no se aprovechó de mí. Desde fuera, admito que soy más guapa que tú, pero el Señor Bai no me ha mirado desde que nos conocimos. Eso es porque tú vives en su corazón, no importa cuántas mujeres hermosas haya frente a él, solo son seres comunes a tu lado, deberías creerle lo que te dice».
Liam le tomo la mano en silencio, giró la cabeza y le dirigió una mirada de aprobación. Le había pedido este favor, al ver que su jefe, que siempre era un experto en todo, tropezara frente a la mujer que le gustaba, decidió ayudarle.
Así que Liam le hablo de todo rápidamente en pocas palabras y le pidió que le explicara a Janetta. Inesperadamente, ella hablaba de forma tan suave y fluida, él debería haber sabido ya que su boca siempre había sido buena.
Cuando eran jóvenes, a menudo no podía argumentar para ganarle a ella, ahora tenía miedo de que ella hubiera olvidado que él había aparecido en su vida. Pero él no la olvidó, ella tenía ocho años y él nueve. Aunque fue menos de un año, su recuerdo siempre se quedó con él mientras crecía.
Janetta se quedó mirando sus manos entrelazadas con una expresión compleja. «¿Te han obligado a decir eso o ya has pensado bien estar con esta persona?».
Tiana levantó sus dedos entrelazados y sonrió: «Ya que mi prometido es una basura ¿Por qué no puedo romper el compromiso y encontrar mi felicidad? Una mujer necesita encontrar un hombre que la trate bien. Este hombre que me lleva de la mano tiene una buena impresión de mí y viceversa. Creo que haa escuchado el reciente incidente del secuestro en el avión, fue este hombre quien bloqueó un cuchillo que iba hacia mí y me salvó la vida, algo que mi prometido no hizo, aun mientras estaba a mi lado. Si el no hubiese actuado, posiblemente habría muerto».
Después de decir esto, hizo una pausa y luego le dijo a Kent: «Señor Bai, ¿Puedo pedirle dos días libres para Liam? Quiero que me acompañe de a romper mi compromiso».
Kent agitó la mano. «Por supuesto. Liam, yo también estoy en deuda contigo. Te daré una semana libre, diviértete».
«Gracias, jefe, ya nos vamos».
Liam se llevó a Tiana y los dejó. Kent llevó de nuevo a Janetta a su habitación y la arrojó sobre la cama. Janetta lo empujó y al instante se puso roja: «No te confundas».
Su cuerpo hizo presión sobre el de ella. «Di que me crees y lo haré».
«No hare tal cosa». Janetta no logró empujarle, tenía las manos bloqueadas sobre su cabeza.
Kent escuchó la suavidad en sus palabras y las comisuras de su boca se curvaron ligeramente. «¿Qué es eso?»
Janetta nunca esperó que él le hiciera cosquillas en las axilas.
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