Capítulo 460

Oliva se sonrojó avergonzada de que la reconocieran. Tuvo que ser cuando se quitó los lentes de sol para tomarse las fotos.

La joven pareja incluso sacó unos periódicos de su bolso. Ahora que era imposible para ella negarlo, sonrió y asintió. «Su hija es tan hermosa y linda. ¿Podemos tomarnos una foto con usted y la pequeña princesa?».

Con la forma tan educada en que la pareja lo pedía ¿Podría decir que no? Cuando el barco llegó a tierra y se tomaron una foto juntos, la joven pareja se marchó contenta.

Había niños construyendo castillos de arena a la sombra. Annie, con su invencible simpatía, había ido a jugar con algunos de los niños, Oliva compró unas bebidas frías y les dio una a cada uno.

Luego comparó en secreto su pesca. Después de dar un vistazo al lago, sus resultados parecían ser bastante abundantes y ella no podía contarlos. Sólo que cuando vio que el cubo de su hombre estaba vacío, se sintió un poco angustiada por él: «Cariño, no has atrapado nada».

¿Era malo en esto o simplemente tenía mala suerte? Alan agarro la botella del agua mineral que ella le tendía, desenroscó la tapa y bebió unos sorbos. «¿Qué prisa hay? La pesca es una actividad paciente. ¿Quieres probar?».

«Olvídalo, no puedo hacerlo. Mejor me voy a jugar en la arena con Annie». Pero cuando volvió al lugar donde Annie estaba jugando, pero no la vio. Unos cuantos niños estaban concentrados en la construcción del castillo de arena, sólo faltaba Annie.

«¿Annie?». Miró a su alrededor y preguntó a los niños.

Los niños señalaron una dirección y sonrieron, como si estuvieran planeando algo.

Oliva se dirigió con desconfianza hacia debajo del árbol. A excepción de algunos adultos y niños que jugaban a la arena bajo la sombra, no vio a su hija. Su corazón se hundió de inmediato, un mal pensamiento se le metió en la cabeza. ¿Podría ser…?

Lo que más temía Oliva era ser inútil. Aunque los Meyer fueran arrestados y se pusiera en marcha el procedimiento legal para llevarlos a juicio, era difícil evitar que sus leales subordinados, que sacrificarían su vida por ellos a toda costa, aprovecharan la oportunidad cuando no estuvieran de guardia. No se descartaba esta posibilidad.

Entonces, ¿Annie se había alejado demasiado por accidente o realmente había ocurrido algo? Su hija había desaparecido y ella no podía soportar los pensamientos, sólo quería encontrarla rápidamente y al mismo tiempo informar a Alan.

Apenas tecleó la mitad de su número, cuando de repente hubo alguien que saltó de la arena junto a sus pies con un fuerte grito. Oliva se asustó y se dio cuenta de que era su propia hija traviesa.

Le entraron ganas de llorar y de reír a la vez, seguramente los niños lo habían discutido antes y se estaban riendo ahora mismo. Los adultos que estaban sentados al lado y cuidaban de sus hijos también se reían a carcajadas.

Alguien le dijo: «Estos niños pequeños han asustado a muchos adultos con este método».

La ropa, el rostro y el cabello de Annie estaban cubiertos de arena. A Oliva no le importó y la acacheteo, luego la abrazó: «Realmente me has asustado, pensé que te habían llevado los malos».

Annie se abrazó a su cuello con expresión de arrepentimiento: «Lo siento, mamá. No me atreveré a molestarte así otra vez».

Sólo entonces la sangre volvió un poco al rostro de Oliva. Afortunadamente, sólo fue una falsa alarma.

Los hombres no pararon sus esfuerzos hasta que fueron las seis.

Se pusieron seis cubos en un círculo, los resultados fueron muy gratificantes. Los peces grandes y pequeños estaban vivos y bien. Con sólo mirar, Oliva no podía decir quién era más ligero y quién más pesado, cada uno de ellos se parecía.

Annie se subió al cubo y estiró la mano. Atrapó un pez en la mano y le sopló aire en la boca, era divertido ver cómo se le encogían las mejillas.

Luke se arodillo junto a ella y la engatusó: «Si lo besas, se convertirá en un príncipe sirena y vendrá a casa contigo».

Annie parpadeó inocentemente. «¿De verdad?».

Luke dijo en tono seguro: «Por supuesto que es verdad».

Annie se quedó pensando un rato: «Esta bien, lo intentaré».

La niña sostuvo el pez, pero inesperadamente lo acercó a la boca de Luke, haciendo que éste besara la boca del pez. Todo el mundo se inclinó hacia delante y hacia atrás entre risas.

Como Alan eligió la posición más alejada, fue el último en regresar y vio la escena desde lejos: «Si quieres burlarte de mi niña, deberás saber que ella intentara jugarte una broma».

Luke escupió repetidamente. Cuando sintió un olor a pescado en su boca, frunció el ceño. «Jefe, su niña es demasiado inteligente».

Annie sostuvo el pez y dijo deliberadamente: «Tío Luke, este es un pez hembra. La has besado, pero ¿Por qué no se ha convertido en una princesa sirena?».

«¿Cómo sabes que es una hembra? Tal vez sea un macho».

«Me lo ha dicho».

«Annie Steele, estás siendo demasiado traviesa». Luke salió corriendo hacia un puesto para comprar una botella de agua y se enjuagó la boca vigorosamente.

Kent sonrió y miró a Alan: «Hoyle ¿Por qué actúas tan lento hoy? ¿Es porque estás demasiado avergonzado por no haber atrapado nada? Trae tu cubo y déjanos dar un vistazo».

Era sólo cuestión de experiencia, pero también de suerte. Era inútil si tenías mucha experiencia, pero tenías mala suerte.

Olivia también estaba preocupada, fue a verlo dos veces y las dos veces sus cubos estaban vacíos. Sin embargo, él no tenía prisa y estaba tranquilo.

Alan puso el cubo delante de ellos: «He soltado a los peces pequeños y sólo queda éste, veamos si tiene suficiente peso».

Todos se inclinaron juntos hacia delante. Annie también metió la cabeza entre las piernas de los adultos y gritó: «Papá, eres increíble».

Un kilo y medio de carpa se depositó de forma impresionante en el cubo.

James dijo con rostro amargo: «Adiós a mi auto deportivo Pagani».

Cuando regresaron, compraron unas cajas de cerveza en la cima de la montaña. Al volver a la villa, había incluso una báscula eléctrica que no sabía de dónde venía. La gran carpa que atrapó Alan pesó 36 kilos.

Oliva vio una vez en internet la noticia de que alguien en Tailandia había atrapado la carpa más grande del mundo, de más de 100 kilos, ese era un peso y forma que ella no podía imaginar. Ella suele pescar carpas pequeñas en casa, las grandes no superaban los cuatro o seis kilos. Así que era la primera vez que veía una carpa tan grande.

Alan ganó la competencia sin ninguna sorpresa. Y las restantes no tenían mucha diferencia, eran sólo unos pocos kilogramos. A Oliva no le importaba quién fuera el último, lo que le preocupaba ahora era que con tantos peces y la caza que atraparon esta mañana ¿Podrían comerse todo eso esta noche?

Al final, Luke derrotó a James, quedando en penúltimo lugar.

Luke se rió y se deshizo de su depresión por haber besado un pez hace un momento: «Jaja. Aunque no puedo tomarme vacaciones, no necesito trabajar horas extras. Lo siento, James».

James realmente quería llorar. «Dios, eres realmente injusto».

Kent sonrió y le dio una palmadita en el hombro: «Un verdadero hombre tiene que pagar cuando se atreve a apostar».

James se escondió en los brazos de Ezra: «Ezra, todos me están intimidando, tienes que vengarte por mí».

La boca de Ezra se movió dos veces. «¿Cómo? No soy fui el primero, no puedo conseguir un Pagani para ti».

Alan dijo detrás de él: «Si puedes con el contrato con los americanos en siete días, puedo considerar darte un Pagani como recompensa».

James se puso enérgico al instante: «Entonces reservaré un vuelo a los Est$dos U ahora mismo».

Kent lo golpeó. «Suficiente, no es que no pudieras permitírtelo con el dinero que tienes en el banco».

James sonrió. «Se siente diferente el gastar tu propio dinero, en lugar de gastar el de los demás».

Oliva se quedó mirando a este grupo de hombres animados. Era una escena muy alegre, como había tantos hombres interesados en la planeación, estaban bien sin ella.

Así que llevó a Annie al piso de arriba y la bañó. El cabello de la niña estaba lleno de arena fina y era realmente difícil de limpiar.

«Mami, ¿Por qué no me regañas?».

Oliva estaba ligeramente confundida: «¿Por qué iba a regañarte sin motivo?».

Annie se limpió el agua del rostro y dijo con seriedad: «Mami, en verdad no quise asustarte hoy».

Annie sabía que lo que más temía mamá Oliva era que los malos la trataran mal. Así que, por eso le permitieron aprender artes marciales, para que pudiera defenderse y protegerse.

Oliva le frotó el cabello: «Tonta, mamá sabe que mi niña es la más sensata».

«No te preocupes, no me atraparán los malos, yo los venceré». Annie se puso en su postura de luchadora y pateó el agua de la bañera, haciendo que el agua salpicara a Oliva.

«Pero no puedes hacer esas cosas peligrosas en el futuro, ¿Sí? Como anoche, que asustó a mamá y casi se me sale el corazón. Si el abuelo y la abuela te hubieran visto, se habrían desmayado». Oliva le estaba inculcando a su hija el sentido de la seguridad. Aunque era Joven, era necesario, poque, aunque era valiente y hábil, todavía no era una adulta.

«No te preocupes. Soy muy buena delante del abuelo y la abuela, nunca haré que se enfaden y se preocupen». Prometió Annie y se dio unas palmaditas en el pecho.

«Entonces lo que quieres decir es que puedes ser traviesa cuando tu abuelo y tu abuela no están».

Annie no lo negó, solo soltó una risita maliciosa: «Sólo un poco, pero te prometo que nunca haré cosas malas».

«¿Te atreverías a hacer cosas malas?». Oliva sonrió y se pinchó la barriga y la axila con el dedo. Annie soltó una risita en el agua.

Alan subió las escaleras. Oyó sus risas desde la distancia y no pudo evitar que sus labios se curvaran. Empujó la puerta del baño. «Ustedes dos se estan divirtiendo».

Annie chilló sumergiendo su pequeño cuerpo en el agua, mostrando sólo la cabeza en el borde de la bañera y gritó: «Mami, el señor raro está espiando a una hermosa niña bañándose, parece un delincuente».

«¿Soy un delincuente?». Alan se señaló a sí mismo.

«Salga señor raro, o diré que esto es una agresión se%ual». La niña dio una palmada en el agua.

«¿Agresión se%ual?». Alan se quedó realmente boquiabierto. Su hija aprendía muchas cosas antes de tiempo.

Oliva se dio la vuelta y le dijo: «Sal, aunque es joven, se sentirá incómoda si te quedas aquí».

«Sí».

Bien, para cuidar la autoestima de la hermosa niña, Alan se fue.

Cuando ambas, madre e hija, se bañaron, salieron como dos hibiscos del agua.

Alan se quedó mirando el rostro mojado de su mujer y su garganta se movió inconscientemente.

Annie se puso en medio y estropeó la diversión con una frase: «Señor raro, tus ojos parecían traviesos».

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Nota de Tac-K: Tengan una hermosa mañana lindas personitas, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. ٩(^◡^ )

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