La esposa inocente del presidente calculador
Capítulo 211

Capítulo 211: 

«¿Me estas mintiendo?». Alan no quería que ella ocultara nada para no preocuparse.

Oliva puso los ojos en blanco y se sentó: «¿Por qué te mentiría?».

«Bueno, ¿Tienes hambre?», le preguntó.

«¿Tú cocinas?» Alan cocinaba bien, pero a ella le entró el pánico cuando él apareció de repente.

«Claro, ¿Cómo voy a dejar que cocines si estás enferma?». A ella le encantaría hacerlo, pero él no.

Alan busco ropa para ella y quiso vestirla, pero no pudo hacerlo.

Oliva no estaba acostumbrada a la vida fácil con todo provisto y refunfuñó: «No soy una paciente». Acababa de tener la regla y estaba acostumbrada a sentirse mal de vez en cuando, toda mujer debería estar acostumbrada a eso, pero sentía más dolor que de costumbre.

«¿Qué te gustaría comer?». Volvió a preguntar y le frotó el cabello desordenado.

«Comeré todo lo que cocines, no soy exigente». Entonces Alan, según unos consejos que encontró en internet, le hizo una comida ligera. No podía consentirla en exceso, a ella no le gustaría, su indulgencia con ella era privada y podía complacerla sin cesar en una situación inofensiva, pero si ella estaba en contra, no la apaciguaba.

Oliva comió con gusto porque era su comida, ya era medianoche y tenía hambre, ya que no había comido nada en el avión.

Al cabo de un rato, se disponía a lavar los platos cuando Alan la sentó en el sofá y le dijo: «Yo lo haré».

Oliva sonrió: «¿Intentas ser un buen hombre?».

Alan arqueó una ceja, que parecía sumamente fascinante y encantadora: «¿Seré más atractivo si lo soy?».

Al verle entrar en la cocina, Oliva sonrió tontamente sin prestarle atención al programa que estaba en la televisión, sólo de pensar en él, se olvidaba de todo lo demás. Ahora su vida era como un sueño que nunca pensó posible.

Después de un rato, Alan termino de lavar los platos y salió para verla acurrucada en el sofá, entonces se acercó y la abrazó: «Siento que tengas mucho dolor».

«Estoy bien».

«Entonces, ¿Cuántos días?». Oliva contó con los dedos: «Casi una semana».

Alan frunció el ceño: «¿Qué?».

«Desventajas de ser mujer». En realidad, su periodo era de sólo tres o cuatro días, ella sólo lo generalizo.

Él le besó la frente y la consoló: «No te preocupes, estoy aquí para ti». A decir verdad, Alan no tenía experiencia en el cuidado de las mujeres, pero el siempre haría lo mejor para ella, era como si tuviera un instinto natural. A veces se odiaba a sí mismo por no poder darle lo mejor.

En el estudio, recibió una llamada de su madre, que seguía estando molesta: «Alan, acompañaste a Oliva hasta Jinjiang, pero te desentendiste de la empresa, ¿Qué haces? ¿Quieres hacerme enfadar?”.

Él no cedió ante ella, «Mamá, no dejaré que la empresa se hunda, aunque no esté la Familia Meyer, eres tú quien duda de mi capacidad o niega mis logros si sigues insistiendo que necesitamos apoyo a través de un matrimonio. Mamá, Te amo, pero Olivia será mi esposa, lo aceptes o no».

No es que quisiera amenazar a su madre, sólo esperaba que su familia pudiera bendecirles a él y a Oliva Steele, no quería que ella se sintiera incomoda en la Familia Hoyle.

Oliva no sabía que había discutido con su madre en la llamada, pero estaba claro que a la Vieja Señora Hoyle no la quería. De todos modos, no creía que fuera conveniente complacerla, así que nunca pensó en hacerlo, no podía rebajarse ante ella.

Durmió bien en sus brazos desde la medianoche y se sintió bien a la mañana siguiente.

Alan seguía durmiendo cuando ella se lavó, pudo ver que las comisuras de su boca se levantaron ligeramente como si hubiera tenido un dulce sueño. Entonces Oliva le acaricio la nariz con un mechón de su cabello y él, inconscientemente, agitó la mano y se apartó.

En ese momento, Oliva le pellizcó la nariz para que le impidiera respirar, así que él abrió la boca para respirar, lo que se vio muy gracioso.

Ella no pudo evitar reírse, estaba a punto de asustarlo cuando él la presionó bajo su cuerpo. No esperaba que la controlara y empezara con el pie izquierdo.

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