La esposa inocente del presidente calculador
Capítulo 145

Capítulo 145: 

«No importa. Tú no sabes cuántos niños se han asustado con mi rostro y cuántos adultos me han temido, así que es muy gracioso que tu hija se atreva a tomarse libertades conmigo. Me gusta». Dave le sonrió.

Luego tomó las pequeñas y revoltosas manos de Annie y las sujetó. «Pequeña, llámame Maestro».

«Si no acepto el regalo de cumpleaños de mi padrino, no estará contento. Puedo llamarte Maestro, pero tienes que luchar por todo el mundo, ya que tienes que ser un hombre muy fuerte para ser mi Maestro». Era una frase que había aprendido de The Karate Kid y se la sabía de memoria, diciéndola cada vez con más soltura.

Aunque el hotel estaba abierto todo el año y se llenaba más hacia el final del año, Oliva se tomó un día libre para el cumpleaños de Annie. Todos los años siempre celebraban el cumpleaños de Annie sin falta, como Annie no tenía el amor de su padre, no quería que en su vida tuviera más faltas importantes.

Como Annie había nacido en la noche de Año Nuevo, a primera hora de la mañana, alguien tocó el timbre de la puerta.

El repartidor entregó un paquete, Oliva firmó el recibo y abrió el paquete para verlo. Encontró una hermosa muñeca de simulación.

Hoy, Annie, la cumpleañera, se vistió estupendamente y se apresuró a acercarse.

«Vaya, es una muñeca SD, ¿Es para mí?».

«¿Cómo sabes que es una muñeca SD?» Oliva tenía curiosidad.

«El padre de Ailsa le compró una en un viaje de negocios a Japón, y luego la trajo al jardín de infantes para jugar conmigo». Annie abrazó la muñeca con cariño.

Oliva vio una tarjeta en la caja en la que estaba escrito. [Feliz cumpleaños a Annie]. ¿Quién la envió? No estaba firmada con el nombre de nadie, la letra era extraña.

Chloe se levantó y salió bostezando. Cuando la vio, preguntó. «¿Quién lo ha enviado?».

«No lo sé». Oliva también estaba confundida.

«Es extraño. Podrías haber recibido ese traje de Alan, pero ahora…».

Chloe hizo una pausa, ya que los padres de Oliva estaban en la cocina en este momento, y algunas de esas cosas que no podía decirlo directamente delante de Annie.

Se inclinó sobre el oído de Oliva, susurrando. «Él cree que Annie no es su hija, así que es poco probable que la haya enviado».

Los párpados de Oliva se movieron, y su corazón, que había estado tranquilo durante días, pareció perturbarse.

«No puede ser él». Se quedó atónita por un momento, diciendo con certeza que los hombres no eran tan generosos.

«Me gustaría que no fuera él, ya que él está lo más lejos posible de nosotros. Pero parece que te gustaría que fuera él».

Si no, ¿Cómo no le va a gustar un hombre tan bueno como Ivy? Debe seguir pensando en ese hombre. Solo pensaba en el dicho de que los espectadores ven la partida de ajedrez mejor que los jugadores.

Fueron cinco años, no cinco días. Oliva aún era Joven, ya era hora de que se enamorara otra vez. Alan estaba tan ciego que estaba a punto de casarse con una mujer como Ofelia, que era tan despiadada y cruel. Le llamaban genio de los negocios, bah, bah tonterías, pero él no sabía que lo estaban engañando.

En efecto, estaba ciego.

Oliva no respondió a las palabras de Chloe, pero la instó a lavarse el rostro y cepillarse los dientes, ya que los abuelos de Annie ya habían preparado el desayuno.

Hoy era un día precioso. Parece que el sol de invierno está entrando, y se supone que todo el día esta soleado.

Después de desayunar, Oliva y su familia han pasado la mañana en el parque de diversiones, y por la tarde han ido al centro comercial a comprar ropa nueva para todos, además de algunos artículos para el Año Nuevo.

Por la noche, Ivy, Dave y Xenia compraron un pastel de cumpleaños junto algunos regalos para celebrar el cumpleaños de Annie.

Annie, con un sombrero de princesa, corrió alegremente por la habitación como una mariposa, y luego se subió al regazo de Dave y se sentó.

Tras dos días de descanso, Dave se deshizo de su ropa manchada y después de una buena limpieza, parecía varios años más Joven.

Annie le tocó la barbilla y le pregunto. «¿Dónde está tu barba?».

«Me afeite».

«¿Por qué te afeitaste? ¿Sabes que era tu personalidad?».

¿Personalidad? La niña sabía lo que era la personalidad.

Dave no pudo evitar reírse. «¿Te gustaba?».

«Por supuesto que sí. Qué imponente es tener barba». Ella podría haber jugado con su barba cuando estuviera libre.

Dave no tenía ni idea de lo que la niña estaba pensando. Sólo por las palabras de ella, en realidad se dejó crecer la barba en el futuro. Para ese entonces, Annie se convirtió en su aprendiz, tirando de su barba de vez en cuando y arrancándole el pelo.

Eso, por supuesto, vino después. Ahora lo único que se le ocurría era cómo hacer que la niña traviesa lo aceptara obedientemente como Maestro. «Me debes reconocer como tu Maestro y seguirme en mi gloria».

La niña se quedó pensando un rato. «No es imposible llamarte Maestro, pero debes concederme tres requisitos».

Él había sido consciente de la astucia de la niña desde que se conocieron, y cuando vio lo rápido que rodaban sus ojos, supo que estaba ideando un plan malvado.

«Sólo cuando el Profesor acepta a sus alumnos, es cuando empiezan las exigencias. Nunca he visto a alguien tan arrogante como tú reconocerme como Profesor, realmente eres exigente».

«Como hoy es mi cumpleaños, soy la que manda. Si no estás de acuerdo, que así sea». Annie resopló, girando el rostro hacia el otro lado.

Como la niña lo desafiaba, pensó que era valiente. Dave giró su pequeño rostro. «Ok, ya veo lo que quieres».

«Todavía no he decidido mi petición. Te lo contaré cuando esté lista. Voy a soplar las velas».

Annie se bajó de él, mientras Oliva y su madre preparaban la cena, Chloe ponía las velas en el pastel.

Cuando todos se sentaron alrededor de la mesa, se apagaron las luces y se encendió la vela de un color cálido, con una canción de feliz cumpleaños.

Al final de la canción de cumpleaños, Ivy le recordó. «Annie, pide un pequeño deseo».

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