Capítulo 120: 

Los brazos se apretaron de repente alrededor de su cintura, lo que hizo que apenas pudiera respirar.

«Tú lo sabes, pero no me importa repetírtelo. Sé mi mujer y tengamos hijos juntos». Su voz la sedujo.

Oliva bajó la cabeza para dar un vistazo al suelo. Pero su corazón daba vueltas por él. Casi quería decir que sí.

«Dame algo de tiempo para pensarlo».

«No juegues conmigo». Él podía ver fácilmente lo que ella estaba pensando.

Oliva sonrió suavemente. «No me atrevo. El Señor Hoyle puede conseguir fácilmente lo que quiere. No tiene necesidad de rogar por una mujer, incluso puede conseguir una a su izquierda y otra a su derecha». Para ser sinceros, no era porque no quisiera ser su mujer, simplemente no podía convencerse de compartirlo con otra.

Alan escuchó el sarcasmo en sus palabras y sonrió. «Tú estás celosa».

Al darse cuenta de ello, su humor sombrío se aclaró de repente.

A Oliva se le calentaron las orejas, aunque no estaban cara a cara, podía sentir sus ojos mirándola fijamente desde atrás, lo que la hizo sentirse ligeramente incómoda. «Lo que tú digas».

Alan seguía sonriendo y de repente dijo. «Nunca he tocado a Ofelia». Oliva se sobresaltó un poco y levantó la cabeza involuntariamente. Era diferente oír esto de su boca.

«Pero te vas a casar, ¿No es así?» Oliva se sacudió las manos, recogió su abrigo del suelo y se lo puso.

Había un fino vaho en sus pestañas, parpadeó y desapareció. Aunque la alegría se extendía por su corazón, tenía que enfrentarse a la realidad.

Alan la agarró por la muñeca. «¿Y si me caso contigo?».

«¿Ahora qué, no te basta con tener una esposa?».

«Sólo te quiero a ti». Alan la observó con sinceridad.

Oliva hizo una pausa y luego se rió. «No me trates como a una niña. Aunque quieras, tu prometida no va a estar de acuerdo. Aunque la convenzas, los Hoyle y los Meyer no te lo permitirán».

«Así que, por favor, dame algo de tiempo». Él nunca quiso que su matrimonio fuera manipulado por otros.

«Bueno, ¿No deberías darme tiempo para pensar? Al menos hasta que termines tus propios problemas. ¿No es lo mejor? Sólo déjame en paz. Tú no te preocupas y eso significa que yo tampoco me preocupo». Dijo Oliva sin ninguna pausa, sólo quería salir de la habitación lo antes posible.

«Está bien, pero ya no puedes evitarme». Alan la sujetó con fuerza de la muñeca, no la soltó hasta que ella se vio obligada a asentir con impotencia.

Oliva no pudo esperar a darse la vuelta, pero la llamó mientras se dirigía a la puerta.

«Espera». La atrapó en unos pocos pasos. Alargó la mano y, con toda naturalidad, agarró el cinturón detrás de su abrigo. Lo puso delante de ella y simplemente le hizo un nudo en el lado derecho.

«¿Te han dicho alguna vez que estás hermosa con este vestido?».

«Gracias». Dijo Oliva con una expresión inexpresiva.

«Espero que te pongas ese abrigo la próxima vez que te vea».

Oliva hizo una pausa. Luego se dio la vuelta. «El misterioso comprador, ¿Eres tú?» De acuerdo, excepto él, no había nadie que tuviera tanto dinero para hacerle una broma tan grande.

De hecho, ella lo sabía desde el principio, pero se negó todo el tiempo.

Alan curvó los labios y la miró fijamente con sus suaves ojos. «Tú no eres tan ingenua».

«Me has estado siguiendo». Ella sintió un escalofrío en la espalda.

«Me encontré contigo por casualidad, lo creas o no. Pero si no te vas ahora, puede que no te deje ir nunca más». Su aliento caliente le roció la espalda.

Oliva corrió más rápido que un conejo, olvidando recuperar el chihuahua, que había dejado en la recepción.

Cuando lo recordó, ya estaba en el auto, así que tuvo que volver.

Por desgracia, se encontró con Ofelia, su rostro se puso pálido de repente. No se sentía bien, era como si hubiera hecho algo malo y la hubiera atrapado.

Estaba justo delante de ella. Oliva no tuvo forma de evitarlo, así que la saludó tranquilamente. «Buenos días, Señorita Meyer».

«Llegaste muy temprano. Es importante trabajar, pero también debes prestar atención a tu propia salud». Ofelia sonrió.

Oliva sintió que sus palabras tenían otro significado. Su sonrisa era falsa, a Oliva no le gustaba hablar con este tipo de personas. Tenía que prestarle atención a todo lo que decían, lo que la cansaba bastante.

«Gracias por recordármelo, ahora tengo que irme». Recogió la caja de papel de la recepción. Podía sentir su mirada, que caía sobre su espalda y era más fría que la nieve, o por lo menos ella lo sintió así.

El pequeño chihuahua estaba durmiendo en la caja de papel. Puso el dedo en su pequeña nariz, sus ojos giraron de mala gana y volvió a dormirse.

Vivía en su propio mundo, no sabía que el mundo exterior había cambiado por completo. Era perfecto para quedarse en una cálida cama en casa.

Ofelia parecía levantarse muy temprano, pero eso no le chocaba tanto como que Alan dijera que sólo quería casarse con ella. Era temprano, había pocos autos en la calle.

Se podían ver las pocas huellas de las ruedas en la calle.

La voz de Alan seguía sonando a su alrededor, lo que perturbaba su mente.

Ella se debatía en su interior.

Sentía que dos partes de ella luchaban entre sí.

Le resultaba difícil elegir, si ella decía que sí, el futuro era aún desconocido, su destino era desconocido.

Si decía que no, él no la dejaría ir fácilmente.

Así que, por los momentos se esforzó por entrar y volver a su casa.

Antes de abrir la puerta, respiró profundamente. Sus padres se estaban levantando y Annie seguía durmiendo dulcemente.

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Nota de Tac-K: Tengan una hermosa noche, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. ٩(˘◡˘)۶

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