Jugando con fuego -
Capítulo 14
Capítulo 14:
Te odio, sin embargo no puedo dejar de amarte.
POV de Sangavi Observé asustada, con las manos temblorosas por sí solas y la respiración entrecortada, cómo Caleb daba largas zancadas furioso hacia nosotros, sin apartar sus ojos inyectados en sangre de los míos. Me mordí el labio inferior con ansiedad, preguntándome qué iba a hacer. Los ojos de Eden permanecían fijos en Caleb mientras lo observaba confundido. El corazón me latía como nunca. En qué me había metido. Estaba atrapada en medio de dos machos de sangre caliente que reclaman atención allá donde van. Después de lo que me pareció una eternidad, Caleb se paró frente a nosotros, mirándonos a ambos como dagas. Tenía las mandíbulas apretadas y las fosas nasales encendidas. ¡Joder! pensé. ¡Alguien estaba cabreado!
«¿Qué c%ño hacéis los dos aquí?», rugió furioso Caleb mientras miraba con desprecio a Eden.
«Nada tío, solo vengo a dejar a Sangavi en casa ya que hoy es su último día. ¿Qué haces tú aquí?». Había una pizca de ira en la voz de Eden pero no era demasiado obvia, pero yo la capté y, a juzgar por la ceja levantada de Caleb, él también la captó.
«¿Te crees que soy tonto, joder? Esto no te parece nada, y para tu información lo que haga y adonde vaya no es de tu incumbencia. Sangavi es MI PA no la tuya así que tengo derecho a verla cuando quiera». Caleb escupió, veneno goteando de cada palabra.
«Escucha Caleb, lo que yo haga y a donde vaya tampoco es de tu incumbencia. Así que vuelve a casa». replicó Eden, sonriéndole.
Oh vaya que fue un mal movimiento. Eden se estaba metiendo con el mismísimo diablo y yo estaba preocupado por su seguridad. Me quedé en silencio sin saber qué decir y demasiado asustado de interferir.
«¡CÁLLATE DE MIERDA!», bramó furioso Caleb antes de desviar la mirada hacia mí.
Tragué saliva audiblemente, temiendo lo que vendría a continuación. Me mordisqueé los labios mientras empezaba a ponerme nerviosa y, al parecer, fue un movimiento equivocado, ya que sus ojos bajaron hacia mis labios. Vi cómo sus ojos se oscurecían peligrosamente antes de encontrarse con mis ojos temerosos.
«Así que Srta. Carter, la envié aquí para ayudar a Eden con su proyecto y aquí está chupándosela con él. ¿Debo suponer que esta es su llamada ayuda en su proyecto?», se burló sarcásticamente con una sonrisa en su rostro, pero esta no era su habitual sonrisa arrogante, esta era una peligrosa, llena de ira y veneno.
De repente me enfadé con sus palabras. ¿Cómo se atreve a decir semejantes tonterías? ¿Qué sabe él de mí?
«Disculpe, Señor Theller, pero conseguimos completar el proyecto y, si quiere saberlo, ganamos». Sonreí satisfecho antes de continuar. Se acabó. Ya estaba harta de su actitud estúpida. Se acabó. Era hora de mostrar mi verdadero yo. «Ah, y para tu información, no es de tu incumbencia a quién beso o con quién tengo una relación. Es personal, lo que significa que no te involucra. ¿Cuántas veces te he visto besándote con diferentes p$tas pero me has visto quejarme? No. Así que no entiendo por qué crees que debería preocuparte con quién salgo o a quién beso». Terminé, dándome una palmadita mental por el fabuloso discurso. Sonreí para mis adentros cuando su cara se transformó en una de asombro, pero rápidamente la enmascaró con un rostro inexpresivo. Eso debería darle una lección.
«¡Ya has oído a mi chica Caleb y ahora haznos un favor y vete a la mi$rda!», Eden sonriendo victoriosamente, burlándose de la bestia Caleb.
No me extrañó que me llamara su chica y estoy perfectamente segura de que a Caleb tampoco por la forma en que su cabeza se giró hacia la suya, un peligroso gruñido salvaje saliendo de su sexy boca. En el fondo no me gustaba que Eden me llamara su chica. No soy un objeto, no pertenezco a nadie. Pero real y verdaderamente quería ser de Caleb, pero era mi corazón el que hablaba y decidí ignorarlo hace mucho tiempo. Eso pareció desencadenar que Caleb desatara su bestia sobre Eden porque en menos de un segundo Caleb tenía a Eden agarrada por el cuello. Me quedé en shock mientras Eden intentaba lanzar puñetazos a Caleb pero éste los esquivaba cada uno de ellos con facilidad. Sabía que Caleb estaba loco así que no había nada que pudiera hacer para detenerlo pero tenía que hacer algo de lo contrario uno de ellos, lo más probable es que Eden estaría en el hospital. Eden finalmente logró dar un puñetazo en el estómago y la cara de Caleb haciendo sangrar su nariz, pero Caleb se levantó de inmediato y le dio un puñetazo en la cara. Eden tenía un ojo morado y el labio roto. Corrí hacia ellos, sabiendo que tenía que hacer algo antes de que fuera demasiado tarde. Les grité a ambos que se detuvieran, pero llegué a oídos sordos mientras seguían peleando como animales sedientos de sangre.
«Eden, Caleb, por favor, parad», les supliqué. Me miraron una vez antes de continuar. Los puñetazos de Caleb parecían volverse más violentos y rudos después de mirarme. Sin saber otra forma de detenerlos, pasé las manos por delante de la cintura de Caleb, abrazándolo por delante y apoyando la cabeza en su pecho. Podía oír los rápidos latidos de su corazón y era bastante tranquilizador. La única forma de detener esta pelea era detener a Caleb y esta era la única forma de retenerlo. Giré la cabeza para mirar a Eden que nos miraba con ojos enfadados. «Eden por favor vete a casa, te prometo que hablaré contigo más tarde», le rogué con la mirada que se fuera y él entendiendo mi desesperación por suerte se fue.
«¡Déjame ir Sangavi!», rugió tratando de empujarme pero en vez de ser violento fue gentil como si tratara de no lastimarme. Me conmovió, pero lo oculté. Era la primera vez que me llamaba por mi nombre de pila y sonaba tan sexy saliendo de su boca. «Sangavi, no es el momento de pensar en esto», me reprendí mientras él se relajaba visiblemente contra mi abrazo. Me gustaba mucho estar abrazada a él. Me sentía segura y querida, pero sabía que no era así. Me rodeó la cintura con los brazos y me devolvió el abrazo, apoyando la barbilla en mi cabeza. Sonreí contra su pecho, amando el cálido abrazo, pero entonces la realidad me golpeó con fuerza. Enfadada de nuevo con él por empezar una estúpida pelea y conmigo por dejar que me agrediera, lo empujé y lo vi retroceder tambaleándose y mirándome con ojos confusos. Lo fulminé con la mirada antes de darle la espalda y caminar enfadada hacia mi casa.
Sabía que era infantil por mi parte, pero ¿a quién demonios le importaba?
Le oía seguirme, así que intenté cerrarle la puerta en las narices, pero no lo conseguí. Consiguió pararla con el pie y entrar detrás de mí. «¡Fuera!» Grité sin volverme. Se hizo el silencio y, antes de que pudiera volverme para comprobar si se había marchado, sentí un tirón del brazo y, antes de darme cuenta, estaba inmovilizada contra la pared, atrapada entre ella y él. Moví los brazos intentando liberarme de su agarre mortal, pero mis débiles intentos fracasaron. «¡Suéltame!» escupí, decidiendo usar mi voz mientras mi cuerpo se rendía. Caleb se quedó allí de pie lanzándome dagas.
«Te envié allí para que le ayudaras con su proyecto, pero lo que veo que pasa es que sales con él y le besas, ¿qué c%ño?», escupió enfadado, apretando y soltando las mandíbulas.
«Como te he dicho sí que le ayudé con su proyecto y tuvo éxito. ¿Qué te pasa? Es mi vida, yo decido lo que quiero hacer y con quién quiero estar. Disfruté de la semana que pasé con Eden. Era simpático y extrovertido, todo lo contrario a ti. Me trató como si fuera importante y especial, ¡pero tú me tratas como una MIERDA!». Me estaba poniendo muy emotiva y ya no podía parar de despotricar. «Me llevó a comer, me compró el vestido rojo que llevaba al restaurante y charlamos amistosamente. Me siento cómoda con él. Pero contigo es diferente. Todo lo que haces es gritarme y hacerme sentir como una mi$rda. Me desanimas mientras él me anima. Me avergüenzas, me humillas y me castigas por nada. Pero Eden nunca ha hecho eso. ¿Ves por qué me gusta Eden?», le pregunté mirándole fijamente a los ojos. Se quedó en silencio. No pronunció ni una sola palabra, pero sus ojos no se apartaron de los míos. Cada vez me enfadaba más su silencio, así que decidí ponerle a prueba. Ya no era yo la que hablaba, era mi ira.
«Me gusta Eden así que, ¿qué tiene de malo que quiera besarme?». Pregunté mirándole fijamente. Eso fue todo lo que necesitó para temblar de ira. Esto era lo peor que le había visto hasta ahora. Tenía los ojos entrecerrados y la ira que irradiaba de él me estaba quemando. El estúpido de mí apretó el botón equivocado. Apretó los dientes y sus palmas se cerraron en un puño. Olvidé que aún llevaba la ropa mojada y que el sujetador se me notaba más que nunca. Los ojos de Caleb recorrieron mi cuerpo, sus ojos se oscurecieron antes de tirar de mí hacia él.
¿Qué está haciendo?
Lo miré nerviosa, intentando adivinar su siguiente acción. Se humedeció los labios rojos y se inclinó hacia mí, acercándome más a él. Su aliento mentolado me abanicó la cara y su fuerte colonia masculina me envolvió. En ese instante supe lo que iba a hacer y no iba a permitirlo, no esta vez. Estaba a unos centímetros de mis labios. Intenté empujarle para apartarle de mí pero no cedía. Siguió avanzando y yo no quería eso. Quería que nuestro beso fuera auténtico y lleno de amor y no así. Haciendo acopio de todas mis fuerzas lo empujé fuera de mí y le di una bofetada en la cara escandalizándonos a los dos. Nunca quise que eso pasara. Lo miré con ojos sorprendidos y preocupados. Vi como su cara cambiaba de confusión a shock a pura ira. Una ira como nunca había visto antes. Pudo leer fácilmente el miedo en mis ojos. Dio un puñetazo a la pared justo encima de mi cabeza, dejando un hogar, haciéndome estremecer visiblemente de miedo. Gemí sin saber lo que acababa de pasar. Con una última mueca en mi dirección, se marchó dando un portazo en su camino, dejándome a una destrozada yo llorando en el suelo. ¿qué acabo de hacer?
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