Hora de la boda
Capítulo 483

Capítulo 483:

Lily se queda perpleja, cogiendo la carpeta. Pero cuando lo abre y ve las grandes palabras, se queda paralizada.

Dice: «Resultados de la prueba». Debajo del título hay valores detallados e índices. Sabe perfectamente lo que significa. Palidece. Cierra la carpeta y la coloca en el zapatero que hay junto a ella, forzando una sonrisa. «¿No dijiste que ibas a encontrar a Orson? ¿Por qué me has dado esto? ¿Crees que el examen anterior no fue exhaustivo? Si te preocupa, podemos ir otro día…».

«Lily», la interrumpe el hombre y dice las palabras que ella más teme: «Lo he sabido».

¿Saber? ¿Saber qué?

De repente, siente un «golpe» en la cabeza. Le duele y se marea un poco, pero se esfuerza por continuar: «¿De qué estás hablando? Ya hemos hablado de tus condiciones. ¿No confías en Karl? Fanny ha preparado la cena. Adair dice que tiene hambre. Vamos a comer…»

Rex mira sus grandes ojos llenos de un pánico que no debería estar ahí.

El gran salón está en silencio. Al cabo de un rato, el hombre le levanta la barbilla con las cálidas yemas de los dedos, con voz suave: «¿Te ha dicho alguien que eres una mentirosa terrible?».

«…»

«No me mientas y no ocultes nada. Lo he sabido todo», repite con seriedad, rompiendo su último atisbo de esperanza, «Éste es el informe correcto, ¿Verdad? Karl y tú habéis estado intentando ocultar el hecho de que mi recuperación no será fácil, y que soy adicta, con un 50% de probabilidades de fracaso de la abstinencia». A Lily cada palabra que dice le suena a tortura.

Como ahogada, no consigue decirle que no tiene razón.

Siente pánico y el corazón le late con fuerza en el pecho. Sabía que este día llegaría, pero no lo vio venir tan pronto.

«Sabes lo grave que es esto, por eso no me lo has dicho, por miedo a que me rinda. Sin embargo, soy paciente y tengo derecho a saberlo. Esto no es una broma. Cuando llegue a la última fase del síndrome de abstinencia, mi mente se verá afectada y podría hacerte daño a ti y a Adair…».

«¡No, no lo harás!» Lily sacude la cabeza y agarra la gran palma de la mano del hombre. «Karl dijo que no daba tanto miedo. Sólo tenemos que trabajar en equipo».

«La adicción no es algo que se pueda vencer con esfuerzos. Es física, pero me hará perder el control». Los ojos del hombre están escarlata. ¿Cómo puede no sentir el dolor? Hace todo lo posible por soltarse de su mano, temiendo que cambie de opinión. «Lily, quiero ser responsable de ti y de Adair».

Será igual que un dr%gadicto, perderá el control, será esclavo del deseo. Les costará una vida normal, obligándoles a vivir en sus sombras.

«Eres responsable de nosotros si luchas contra esto». Lily sonrió, sin darse cuenta de que tenía lágrimas en los ojos. «No necesito que hagas nada más. Sólo recupérate».

«¿Y si… no puedo?». Hace una pregunta cruel porque no puede ignorar el 50% de posibilidades de fracaso.

Para ella, si aguanta, nada puede ser un problema. Todo irá bien. Ella no sabe que él no confía en poder controlarse para no hacer cosas espantosas bajo la influencia de la adicción.

No puede jugar con ella y con Adair con su fe. No quiere hacerles daño, en absoluto.

A Lily se le atraganta su pregunta. Nunca ha pensado qué hacer si Rex no puede vencer a esta cosa. Sólo cree en él.

Ahora se da cuenta de que tampoco puede negar el 50% de posibilidades de fracaso.

Sin embargo, pase lo que pase, ella estará a su lado. Medio año, un año o dos años. No importa el tiempo que haga falta, ella no renunciará a él.

«Me tienes a mí», dice Lily con firmeza, «sea cual sea el resultado, no te dejaré».

Sus palabras golpean ferozmente el pecho de Rex. Tras una ráfaga de dolor, siente que todo en él tiembla.

Delante de ella, no puede decir esas palabras crueles que ha estado preparando toda la tarde.

Sus miradas se cruzan y las chispas llenan el aire. Uno es una polilla que se lanza a las llamas, y el otro son las llamas que no pueden extinguirse.

La conversación está atascada. Ambos intentan hacer lo mejor para el otro, pero están en dos barcos distintos.

Tras un rato de silencio, el hombre baja la mirada y se vuelve, diciendo: «No depende de ti. No seas infantil. Ya he tomado una decisión. Piénsalo bien y explícaselo a nuestro hijo».

«Rex». Detrás de él, Lily sonríe amargamente. «Sigues diciendo que lo haces por mí y por nuestra familia. Pero, ¿Realmente has tenido en cuenta mis sentimientos?»

Lo que más teme es que él la rechace.

No quiere dejarle, ni Rex tiene intención de dejarla. Sin embargo, la realidad no les da otra opción. Él debe considerar su vida y su seguridad. Ahora no es digno de tenerla.

Aprieta los puños hasta que le duelen los dedos. Al final, avanza sin decir palabra.

Lily mira su espalda alta y decidida y grita: «¡Rex!». Las lágrimas le nublan la vista.

Rex no se vuelve y camina con paso firme.

Ella aprieta los dientes, dejando correr sus lágrimas. Entonces se precipita y se abraza a la fuerte cintura del hombre, ahogándose: «¡No te vayas!».

Rex baja la cabeza y su mirada se posa en los bellos brazos de ella. Respira hondo y frunce el ceño con fuerza, para luego retorcerle despiadadamente los brazos hacia fuera. «Suéltala», le dice.

«¡No!» Lily sabe que si lo hace, este hombre volverá a desaparecer. «Nos perdimos hace cinco años. Si vuelves a hacerlo, no te esperaré».

El cuerpo del hombre tiembla y afloja ligeramente su agarre. Lily contiene la respiración y espera a que se dé la vuelta y la abrace.

Por desgracia, no lo hace…

Al segundo siguiente, la empuja con más fuerza. Sin decir palabra, sube directamente al segundo piso con una brisa helada.

Lily observa cómo sube las escaleras y desaparece por la esquina de la escalera. Se queda sola en medio del salón, con la cabeza hecha un lío. Sin salida para sus emociones encontradas, se tapa el pecho, incapaz de respirar.

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