Hora de la boda -
Capítulo 262
Capítulo 262:
Cuarenta minutos después, el taxi se detiene en la entrada del hospital de Karl. Ahora busca un cambio, el conductor echa un vistazo al magnífico vestíbulo del hospital y luego mira a Lily por el espejo retrovisor: «Señorita, ¿Han enfermado sus familiares?».
«No, he venido por otra cosa».
El conductor se siente un poco extraño. Sin embargo, no pregunta más. Se pregunta qué puede hacer aparte de ir al médico en un hospital.
Tras bajar del coche, sopla un viento gélido. Lily se envuelve bien la chaqueta y entra rápidamente. De repente, recibe una llamada de Rex.
Mira el nombre de la persona que llama durante un buen rato antes de descolgar: «¿Hola?”.
“¿Por qué has tardado tanto en contestar al teléfono, dónde estás?». La voz del hombre al teléfono es urgente, últimamente está demasiado sensible, sobre todo cuando ella no está a la vista.
Lily mira hacia el ascensor. No quiere que se preocupe: «Estoy abajo, en casa; preparándome para subir».
«Ah». Dice suavemente y añade: «Colgaré cuando entres en casa».
A Lily se le aprieta el corazón, por miedo a que descubra algo. Después siente pánico y arrepentimiento: «Mi teléfono se está quedando sin batería, te enviaré un mensaje más tarde».
Rex aún no ha abandonado la empresa. Cuando frunce el ceño y está a punto de decir algo, Joe se acerca de repente: «Rex, la videoconferencia está lista».
Lily se siente aliviada cuando lo oye: «Adelante, hablaremos cuando hayas terminado».
Rex mira a Joe y no tiene más remedio que decir: «Llámame cuando estés en casa”.
“De acuerdo».
Después de colgar el teléfono, el latido del corazón de Lily seguía acelerado. Se adelanta y espera al ascensor, viendo claramente sus ojos de pánico en el espejo.
Con un sonido «ding», llega el ascensor y ella entra. Pronto llega a la planta donde está Marina.
A altas horas de la noche, el pasillo del hospital está extraordinariamente vacío, pero la luz sigue siendo brillante. Se acerca y llama a la puerta blanca de la sala VIP.
Pronto recibe una respuesta: «Adelante».
Lily respira hondo e intenta parecer más tranquila. Cuando empuja la puerta para entrar, se da cuenta de que una figura delgada está sentada junto a la cama.
Marina mira a la mujer que entra y esboza una fría sonrisa: «Estás aquí».
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