Hora de la boda -
Capítulo 251
Capítulo 251:
«Lily acaba de salir del hospital…». El hombre se vuelve hacia la sala de curas y cierra la puerta con el revés, luego abre el equipo de comunicación: «Sí, ha dicho esas cosas con Marina; Su complexión no es muy buena; Apenas se oía el contenido concreto…». De acuerdo, te informaré inmediatamente si hay algo raro».
El hombre cuelga e inmediatamente vuelve a abrir la puerta. Al abrirla, se encuentra accidentalmente con un enfermero. Afortunadamente, lleva una mascarilla.
«Oh, lo siento…» La enfermera cree que es un médico de guardia y, cuando está a punto de inclinar la cabeza para disculparse, el hombre ha salido rápidamente de la sala de curas y se aleja sin mirar atrás.
La enfermera se queda estupefacta. Cuando mira en su dirección, no le ve.
No puede evitar murmurar: «Qué demonios, quién es…».
Al otro lado del teléfono del hombre, Ryan está de pie en la sala VIP del último piso del mayor edificio financiero y comercial de la Ciudad J. Su mano agita un palo de golf, dirigiéndose hacia el agujero negro.
Con un chasquido, la bola blanca cae en él sin parar. Retira la mano y la persona que está a su lado se adelanta para quitarle el palo de golf. Se coloca los puños azul oscuro de la camisa en los brazos. Los botones de cristal de las mangas brillan a la luz.
Marina.
Últimamente, Ryan oye a menudo este nombre. Si no hubiera investigado en secreto a Lily, quizá no hubiera conocido a una persona así en su vida.
Al pensar en el contenido que le acaba de comunicar la subordinada por teléfono, no pudo evitar curvar los labios. En su mente destella el rostro pequeño y hermoso. La mujer parece estúpida; por tanto, no es difícil creer que pudiera soportar repetidamente a su rival amoroso.
«Señor Ryan, Félix del Grupo Kailun está aquí». Le recuerda su ayudante con la mayor deferencia desde atrás.
Ryan calma sus emociones y se pone su traje a medida. Mientras se anuda la corbata, pregunta: «¿Está listo todo el material?».
«Sí».
«Dáselo. Iré enseguida».
«De acuerdo».
Cuando el ayudante se va, Ryan se pone delante de un espejo y se alisa la ropa. Cuando está recogiendo el bolígrafo de la mesa, ve una bola de pelo amarillo claro, del tamaño de la uña de un pulgar, tumbada junto a él.
Su vista se queda allí un momento. Cuando la coge para estudiarla, recuerda de repente el origen de esa cosa.
Aquella noche, en el callejón, huyó a toda prisa. El colgante se había roto por algo. Tiene un color suave y un tacto cómodo, como ella.
Ryan sonríe y sale rápidamente del despacho. El sol brilla a través del gran cristal panorámico. También se lleva en el bolsillo la bola de piel que había colocado en un principio sobre la mesa.
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