Esposo arrepentido
Capítulo 114 (FIN)

Capítulo 114: (FIN)

El tono de su voz cambia de inmediato y pasa de ser un tono lindo y tierno, a uno completamente cargado de deseo.

Sus manos enormes me toman de la cintura, acercándome a su pecho mucho más que antes, dejando que su miembro choque contra mi abdomen.

Sabe perfectamente lo que hace.

Todo es a propósito y a pesar de que apenas se levanta, es más que obvio que sus intenciones conmigo no son para nada buenas, o bueno, son buenas, pero bastante sucias.

“¿Estás cansada?”

Niego con mi cabeza.

“¿Segura? ¿No quieres ir a dormir?”

Vuelvo a negar.

“¿Sabes qué? Es la primera vez en semanas que todos los niños están dormidos al mismo tiempo”, digo, despertando una sonrisa en él.

“Quizás, podríamos ocupar este tiempo para nosotros ¿No crees?”

El tiene mirada al techo durante varios segundos en lo que inhala y exhala, para finalmente pasar las manos por mi trasero, levantándome del suelo en cuestión de segundos.

Mis piernas se enrollan en su cintura y aquel deseo sexual que tengo guardado desde hace tiempo y que no pude satisfacer con se%o por falta de tiempo o incluso por prohibición médica, sale a flote y de qué manera.

Siento que con solo su aliento chocando en mis labios soy capaz de tener un orgasmo.

A ese punto de necesidad he llegado.

“No tienes idea de cuánto te he echado de menos”

Gime en mis labios.

“¿Estás segura? No quisiera lastimarte”.

Busco su boca, plantando mis labios sobre los suyos, abriéndolos, disfrutando de su lengua invadiendo mi cavidad, despertando mucho más que deseo sexual en mí.

Agitada y llena de ganas, me alejo un poco para respirar, aunque su nariz continúa rozando la mía.

“Lamento haberte dejado de lado estos días”, susurro.

“Sé que fue difícil para ti, pero…”

Frunce el ceño.

“¿De qué hablas?”

“Está bien si te sientes desplazado. Sé que no te he prestado atención y que probablemente no he sido la mejor esposa este tiempo en que tenemos a los mellizos en casa, pero prometo que todo se acomodará en poco tiempo, quizás…”

Intento explicarle que no fue mi intención dejarlo de lado, sin atención, e incluso alejándome a propósito a veces por el cansancio que cargaba mi cuerpo, sin embargo, no esperé jamás que su reacción a mis palabras fuera reírse, pues es lo que hace.

“¿Crees que me sentí desplazado por mis hijos?”, pregunta incrédulo.

“Amor mío, no te das un día de lo que estas semanas fueron para mí, y en todo caso, yo debería disculparme por dejarte todo el trabajo por mi miedo a cargarlos Prometo que las cosas serán diferentes ahora. Tomaré más responsabilidad”.

Suelto un suspiro.

“Hablaba del se%o, aunque no me vendría mal más apoyo”

Me encojo de hombros ante su sonrisa.

“Sé que hablas del se%o, pero ¿Me creerías si te dijera que es lo último que cruzó mi mente estas semanas?”

Sorprendida, niego.

“Sé lo que significa el se%o en nuestra relación y aunque no es lo más importante, sé que es algo necesario, no solo para nosotros, sino para todos los matrimonios sanos”.

“Te juro que no”.

“El se%o contigo es increíble y lo haría todas las veces que me pidieras, pero jamás cambiaría estas semanas por un poco más de se%o”, dice, encogiéndose de hombros.

“Nunca lo haría, porque me diste algo más importante que el se%o, amor. Me diste el papel de padre, experiencias nuevas, disfrutar plenamente de mis hijos desde el primer momento y te juro, cariño, que tener a nuestros tres hijos juntos y ver lo que me has dado, lo que hiciste por mí, es mil veces más de lo que podrías darme en la cama. Esos niños son mi vida. La segunda cosa más importante para mí”

Con los ojos cristalizados y el corazón bamboleando por el amor que me corre por las venas, una sonrisa temblorosa se posa en mis labios mientras intento que el nudo de la garganta se esfume para poder pronunciar palabra.

“¿Cuál es la primera?”

Roza su nariz con la mía.

Sube los escalones que nos llevan directo a nuestra habitación la cual se ilumina levemente con solo una luz encendida.

Adam me apoya contra la pared.

Con una mano libre baja una tira de mi blusa y luego la otra, dejando al aire mis senos pues no llevaba sostén cuando salí de casa.

El ver mis senos llenos y grandes lo hace suspirar y a mí, me eriza los pezones el aliento de mi esposo chocando contra mi piel.

Justo cuando creo que dejará la pregunta al aire, que no responderá hasta después del se%o, Adam levanta la cabeza tomando la mía con la mano libre, haciendo contacto visual en un momento donde cualquier otro hombre hubiera aprovechado para darme.

“Lo más importante para mí, siempre serás tú”, dice con firmeza.

“Hacerte feliz”

Es en este preciso instante en el que se apodera de mi boca, en el que mi corazón estalla con todos los sentimientos que me inundan hasta el punto de salir por cada poro de mi cuerpo, que sé que no me equivoqué al darle otra oportunidad.

No me equivoqué al creerle el papel de esposo arrepentido, porque lo estaba, y no me equivoqué al creer en él cuando me juró que no iba a fallarme de nuevo, porque no lo hizo.

Mucho menos cuando le creí que me amaba, porque lo veo en sus ojos, lo siento en sus palabras, lo veo en sus acciones, pero más que nada en la forma en que cuidó de mí desde que regresamos.

No me equivoqué al pensar que con él sería mi final feliz, porque lo conseguí.

Este es mi cuento de hadas vuelto realidad.

Mi felices para siempre, como debió ser desde el principio.

“¿Está lista para mí, esposita?”

“Siempre, esposito. Toda la vida”.

Entrelaza su mano con la mía, donde residen nuestras sortijas de matrimonio.

“Toda la vida. Justo así”.

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FIN

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