Entre dos CEO’s -
Capítulo 29
Capítulo 29:
Ella se arrepintió de haber insistido en una respuesta, pero esa fue la primera vez que escucho tal cosa.
“¿Si deseas te presto mi baño? No es tan glamuroso como el tuyo, pero tiene agua caliente”.
Él la toma por el rostro y le da un beso.
“¡Vamos para que hagamos la cama!”
“¿Es en serio lo de quedarte?”
“Claro que sí… Desde que llegué a este lugar te lo he estado repitiendo. Si gusta mira por la ventana y verás que Paúl no está”.
Ella se asoma y una vez confirma lo que le acaba de decir, lo invita a pasar. Después de un relajante baño y un millón de besos Amanda quedó durmiendo acodada en los brazos de Jhon. Él se acomodó en aquella cama, y aunque no era tan espaciosa y enorme como la de él, esa noche durmió, como tenía años que no lo hacia
…
“Buenos días Señor Ferrari ¿Cómo amaneces en este día?”
Lo recibe Robert en la oficina.
“¡Buenos días mi querido amigo! He sentido su ausencia”.
Él mira que Robert lo observa de arriba hacia abajo.
“Ya deja de verme, estoy incómodo”.
“Ropa nueva, una sonrisa inusual, calzados nuevos y de baja categoría”.
Robert coloca las manos en su babilla.
“Esto me permite deducir que este caballero no ha dormido en su gigante y fría cama“
“¡Qué mal que elegiste la carrera equivocada! Debiste ser investigador privado en vez de abogado”.
“Y tú debiste acércate desde hace mucho tiempo atrás a esa mujer. ´Te sienta muy bien el cambio querido amigo`. Lástima que debo quitarte tu buen humor”.
“Que lo menciones es por gusto. Desde que te vi en este lugar, imaginé que traías noticias sobre Mónica. Solo que sus noticias no me afectarán más”.
“Está pidiendo apelación después que gritaste a los cuatros vientos que ya puedes ver. Ha tomado esa novedad en su defensa. Tiene a sus abogados activos, al parecer desea salir de prisión”.
“Necesito hablar con ella. Tú consigue que la vea y me dejen acceso a mi celular”.
“Esa mujer tiene a un abogado feroz. Yo te consigo lo que me pides, pero tienes que tener cuidado lo que hablas con ella. En cuanto me ven, buscan la manera de sacarme información útil para su defensa”.
“Tú consigue lo que te pido, si ella desea hacer un video en vivo de nuestra conversación, será la única perjudicada”.
Robert observa a su amigo mientras levanta una ceja.
“¿No me vas a decir lo que planeas?”
“Solo quiero que se enteré de lo que en realidad sucedió esa noche. Deseo cerrar ese tema, así permita que salga de prisión”.
“¿Cuándo te volviste tan considerado?”
Interroga Robert con esa mirada extraña que ha tenido desde que se reunieron.
“Me siento interrogado desde que ingrese a la que si no entendí mal, es mi empresa y mi oficina”
“Insisto en qué te ve tan relaja te ves hasta más guapo en estos días”.
“Se%o querido amigo, mucho se%o, es la clave para estar así de guapo”
“¿Amanda ya se ha decidido convertirse en la novia del soltero más codiciado de la ciudad?”
“Esa mujer es lo más sencillo y sin interés que puedo conocer Robert. Aunque me siento limitado y fuera de confort, ella es feliz con lo poco que me permite ofrecerle”.
“Amigo, te daré un consejo, espero lo tomes. Cuando una persona desea hacer un regalo, no pregunta si lo puede hacer, ya que dejará de ser una sorpresa. Un regalo es un detalle que no se puede despreciar”.
Termina guiñando un ojo.
“Es que ya me lo ha advertido en varias ocasiones”.
“Porque se lo has preguntado. Cuando deseas tomarla y darle se%o, mucho se%o, como acabas de mencionar ¿Primero le pides permiso o le avisas?”
“Tienes razón. Tomaré en cuenta tus palabras”.
“Eso de estar dándole a una mujer sin ser su novia no está bien distinguido caballero. Sorprende la dama con un hermoso obsequio y luego la invitas una vez más a ser tu novia”.
“Me siento intimidado en esta mañana. ¿Me enseñas a ser un Romeo?”
“Solo te doy algunos tips”
“Pues lo he recibido. Ahora hablemos de trabajo”.
En el apartamento de Carlos y Ada, hace unos meses se ha instaurado una distancia y silencio muy molesto. Carlos se encuentra en su oficina adelantando algunos pendientes antes del regreso de sus padres y Ada lo visita con una carpeta en la mano”
“Te has acostumbrado a realizar cosas a mis espaldas y al parecer todas firman ´Castro`”
Le dice muy seria mientras muestra el documento.
“Solo una pregunta ¿Por ser mi esposa tienes el derecho a buscar en mis cosas? ¿Se acabó la privacidad?”
“¿Entonces debo permitir que hagas de tu felicidad mí ruina?”
“Si lees el documento, te darás cuenta que se trata de trabajo”.
“Estuve leyendo el documento, y por lo que me enteré, es ella quien coloca las condiciones. Más que un contrato, esto parece orden de alejamiento por hostigamiento. ¡Qué vergüenza!”
Ella le expresa mientras cae desmayada en el piso.
Carlos avanza a toda velocidad hacia donde ella se encuentra y la carga llevándola hasta el sofá de la sala. Solo que ella ha colapsado, está sudando frio y su rostro se ve muy pálido. Él llama a su doctora para que se traslade de inmediato a su casa. 15 minutos más tarde se traslada la doctora.
“No debe estar tan alterado. Los síntomas que ha estado presentando Ada en el último mes, puede ser más una buena noticia que mala”.
“¿Dice que es una buena noticia que mi esposa colapsara de esta manera?”
“Hace unos meses, su esposa decidió practicarse una inseminación artificial. Yo le había repetido en varias ocasiones que no funcionaría, solo que los avances que lleva hasta este momento, me tienen con dudas”
“¿Entonces como afirma algo que no ha confirmado aún?, es hasta estúpido”.
Ella observa la actitud de Carlos ya que la encuentra extraña.
“Ahora saldremos de dudas”.
Carlos se queda sentado en su despacho mientras la doctora examina a su esposa y realiza la prueba de la que le habló. Un rato más tarde sale de la habitación casi lista para marcharse.
“¿Cómo se encuentra ella doctora?”
“Está en la habitación, ella lo espera. Pregunto si usted había salido de la casa”.
Cuando él intenta volver a preguntar tocan la puerta y cuando la señora de servicio la abre, recibe la sorpresa de ver a sus padres que habían llegado sin antes avisar.
“¡Hijo mío!”
Su madre abre sus brazos para abrazar a su Carlos.
“Padres… que sorpresa”.
Los recibe Carlos un poco sorprendido.
“¿Estás enfermo?”
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