En mis tiempos de desesperación -
Capítulo 566
Capítulo 566:
¿Invitación?
¿De qué? ¿Quién enviaría esto a una recién llegada aquí en América?
No consigo entenderlo.
Desconcertada, la recibo de la niña, expreso mi agradecimiento y la abro.
Al poco tiempo, me doy cuenta de la identidad de la invitante.
Es Hilda Farey.
El banquete al que estoy invitada esta noche es para celebrar su primer aniversario de boda con Francis Louis.
Sé que es para presumir.
Es lo que ha estado haciendo desde que se casó con Francis.
No quiero verla.
Pero un pensamiento sobre Francis me hace cambiar de opinión.
He estado conteniendo mis ganas de verle, sólo para evitar las sospechas de Hilda. Ahora que estoy invitada por ella, sin duda aprovecharé la ocasión.
A una fiesta como a la que voy a asistir, me encuentro escaso de disfraces. Después de todo, estoy aquí simplemente en viaje de negocios.
Tras un momento de reflexión, decido comprarme uno para la fiesta.
Tardo mucho en ver un vestido azul real que me atrae por su estilo bien cortado y su bonito color que me queda muy bien.
Me pregunto si es porque el precio es muy alto en Estados Unidos o porque se aprovechan de mí.
Pues cuesta 8.000 dólares.
Lo bueno es que no necesito gastar para nadie más que para mí, así que ahora me resulta bastante asequible.
Pero, después de todo, ¡Es bastante dinero!
Es la única manera de que Hilda no me desprecie.
Sin embargo, el precio de esto es mucho más bajo que el de su ropa.
Vuelvo al apartamento después de las compras.
Cuando abro la puerta, no me recibe nadie, ni rastro del hombre que yacía en el suelo.
¿Se habrá marchado al salir el efecto médico?
Pero en realidad no me importa. Me siento mejor sin tener que seguir explicándole la situación.
Dedico tres horas a asegurarme de que mi maquillaje es perfecto, me peino satisfactoriamente en una peluquería antes de poner rumbo al banquete.
Es en una villa de lujo, donde supuestamente vivían Hilda y Terence.
A partir de esto, siento realmente lo despiadada que es esa mujer.
Aunque lo mató con sus propias manos, no siente nada, quedándose donde solía ser su dulce hogar.
¿No tiene ningún sentimiento de culpa?
De pie frente a la residencia, una sensación de inquietud me invade.
Pronto veré a Francis. ¿Podré convencer a Hilda de mi indiferencia cuando me preocupe?
Justo en este momento, ella sale, cogiendo la mano de Francis.
Mi corazón late tremendamente rápido.
Respiro profundamente, intentando parecer un poco más tranquila.
Por el contrario, Francis parece demasiado serena.
Lentamente, sus ojos se fijan en mí.
Pero enseguida cambia de enfoque.
Actúa como si yo fuera una simple extraña.
Mirando a Hilda, disgustado, dice: «¿Por qué la has invitado precisamente hoy?».
Ella sonríe y contesta: «Casualmente sabía que está de viaje de negocios. Toda una coincidencia. Así que pensé que sería bueno tener aquí a nuestra vieja amiga en esta alegre ocasión».
«Siempre que a usted le complazca».
La mira fijamente, sus ojos rebosan cariño, su rostro muestra un atisbo de sonrisa.
Sé que está enmascarando sus emociones; no puedo evitar sentirme apenada.
Aparto mi mirada sombría y me adentro.
En cuanto entro, me quedo de piedra.
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