En mis tiempos de desesperación
Capítulo 500

Capítulo 500:

Cuando llegamos a la puerta, nos topamos con un médico que conduce a un experto al interior.

Al instante me arrodillo en el suelo y me inclino ante el experto, llorando.

«Doctor, por favor, salve a Francis. Por favor, sálvelo». El experto me mira y se apresura a entrar.

Los agentes me llevan al coche y dicen dubitativos: «Qué extraño. ¿Por qué le disparó si no quería matarle?». No puedo decir nada.

Supongo que nadie entenderá por qué lo hice, ¿Verdad?

Aparte del odio, probablemente no haya ninguna otra razón.

Tal vez, eso es lo que Francis puede pensar también.

Hilda es despiadada. En este caso, no tendré ninguna posibilidad de volver con Francis.

Después de llegar a la comisaría viene una serie de interrogatorios.

Sólo que esta vez, Francis no aparecerá.

«¿De dónde has sacado la pistola?»

La amenaza de Hilda resuena en mi mente.

Si digo algo que no debería haber dicho, ¿Mi hijo estará en peligro?

Dado que Hilda puede insertar un chip en la mente de Earl en secreto, no debo subestimar de lo que es capaz.

Así que no puedo decir la verdad.

«Yo tampoco lo sé. Entré en la habitación para tomarme un descanso. Cuando abrí el cajón, la pistola ya estaba dentro».

Los agentes fruncen un poco el ceño. Al parecer, no se creen mi historia.

Yo tampoco.

Pero ahora no puedo inventarme una mentira decente.

«Antes de la boda, usted recibió una llamada de Hilda. ¿Tiene algo que ver con el tiroteo?»

«No».

Digo resueltamente: «Sólo me llamó para enviarme bendiciones. Eso es todo».

«Entonces, ¿Por qué quiere matar a Francis? ¿Cuál es tu motivo?»

«Sólo estoy con él por dinero. Quiero reunirme con mi exmarido cuando consiga el dinero. Pero él mató a mi ex, así que tengo que hacerle pagar por ello». Ya estoy entumecida cuando repito la misma mentira por segunda vez.

«¿Estás segura de que dices la verdad? Ahora mismo, si Francis sobreviviera, cometerías un intento de asesinato. Si ha muerto, habrás cometido un homicidio. Ninguno de los dos fue un crimen ligero, y no te saldrás con la tuya fácilmente». Los oficiales me miraron y me advirtieron seriamente.

Pero, ¿Tenía elección?

Respirando hondo, olvidé toda esperanza.

«Todo lo que he dicho es verdad».

Ahora estoy detenida en una celda por el momento.

En cuanto a mis cargos, la decisión sólo se tomará cuando se aclare la situación de Francis.

Antes de ir al centro de detención, me entero de que tengo visita.

Es Hilda.

A través del cristal, puedo ver que su sonrisa es excepcionalmente brillante.

«¿Cómo está Francis? ¿Está bien?» le pregunto ansiosa.

Han pasado tres horas desde que salí del hospital.

«Está fuera de peligro”, dice Hilda en voz baja.

Por fin puedo estar completamente tranquila.

Está bien.

Está bien.

Estoy tan rebosante de alegría que mis lágrimas empiezan a rodar sin control.

Hilda resopla fríamente y me sonríe: «¿Y qué? ¿Crees que aún tienes alguna posibilidad de volver con él?».

Me da igual. No me importa si tengo la oportunidad o no.

«Mientras él esté bien, está bien» le sonrío y me siento relajada.

«Él está bien, pero puede que tú no tengas tanta suerte. Estoy aquí para decirle que cuidaré bien de su hijo. Por supuesto, con la condición de que se porte bien». Su sonrisa es radiante, pero las palabras que dice me hacen estremecer.

Sé muy bien que me está amenazando.

Si me atrevo a filtrar algo, le hará daño a Earl.

Me alegro de no haber hablado a la policía sobre Hilda.

Ahora mismo, ella es una bomba de relojería enterrada junto a mi hijo, lo que hace que se me trabe la lengua.

De hecho, hasta sospecho que he caído en su trampa por escuchar sus órdenes y acabar ahora en la cárcel.

Pero pase lo que pase, no hay vuelta atrás.

«Lo sé».

Me muerdo los labios y respondo en voz baja.

«Bien, Francis está despierto y tiene un mensaje para ti». Hilda se levanta con una leve sonrisa en la cara.

«Dice que espera que te encierren aquí el resto de tu vida, o mejor, que simplemente mueras aquí».

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