Capítulo 54:

Mi corazón saltó de alegría al oír aquellas palabras, pues se trataba de la compañía fabricante de perfumes más prestigiosa del reino. Siempre había anhelado conocerla, pero no era más que una omega, la pusilánime e indigna hija sustituta de un Alfa menor, así que carecía de la talla y la riqueza indispensables para acceder a aquel lugar.

«¿Lo dices en serio? ¿Están dispuestos a dejarme trabajar allí?», pregunté con entusiasmo.

«Digamos que no pueden negarse a acceder a mis peticiones. Mañana será tu primer día de trabajo», repuso.

Al día siguiente llegué a la empresa ataviada con una blusa negra de raso y unos pantalones color caramelo que realzaban mi esbeltez y me hacían lucir alta y elegante.

La criada que en la casa me había dejado preparado la noche anterior un atuendo que me conferiría un aire muy profesional.

Tenía la sensación de que encajaría en aquel sofisticado y maravilloso lugar.

Aunque había un problema que interfería con mi capacidad de adaptación a aquel entorno.

Me refiero a los rumores que circulaban sobre el segundo príncipe y su nueva esposa.

El escandaloso matrimonio de Marco con una extraña loba tras su reciente ruptura con Lily era la comidilla de los empleados.

Por fortuna para mí, todos parecían ignorar la apariencia física de la misteriosa y nueva esposa de Marco, y ni siquiera sabían su nombre.

Tuve que hacer un esfuerzo para no sonrojarme mientras algunas de mis compañeras de trabajo daban muestras de morirse por el príncipe y lamentaban que ya estuviera comprometido. No quería imaginar lo que dirían si llegaran a enterarse de que yo era la razón por la cual ya no estaba soltero.

La chica alta de cabello castaño que me sirvió de guía a través del edificio que alojaba las instalaciones de la empresa me condujo a través de un conjunto de puertas de vidrio dobles.

Parecía sentirse muy ofendida por servirme de guía; era como si lo considerara algo humillante.

«La señorita Lily se reunirá con usted de inmediato», me dijo con brusquedad, sin molestarse en ocultar el resentimiento que le producía tener que ocuparse de la nueva empleada.

Marco me había informado que debería rendirle cuentas de mi trabajo a Lily.

Su familia era la propietaria de la empresa, así que ella era básicamente la ama y señora de aquella compañía.

Resultaba algo intimidante saber que debía trabajar para la exnovia de mi nuevo esposo y futura cuñada.

Pero por ningún motivo iba a dejar escapar aquella magnífica oportunidad que se me ofrecía.

Detrás de su enorme escritorio, Lily me escrutaba, lo cual me producía una inquietud que se traducía en un hormigueo en la piel. A sus espaldas, Ayana, la amiga de Lily, no hacía el menor esfuerzo por disfrazar su antipatía hacia mí.

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