Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 187
Capítulo 187:
No sabía cómo responder a esas palabras; me sentía muy confundida.
Trataba de comprender lo que estaba sucediendo, pero no tuve tiempo de responder.
«Al despertar, descubrí que aprovechaste esa oportunidad para envenenar a Lily, mi compañera predestinada, haciéndole perder el sentido del olfato», dijo sin rodeos.
«Veo que no eres una mejor persona.
Todavía obligas a la gente a comprar tus productos».
«¿Qué dices?», respondí.
Aquella acusación me dejó perpleja.
«¿Acaso no te acuerdas de mí?»
Al notar mi confusión, pareció agitarse aún más.
«¿Por qué debería recordarte? Ya deberías estar muerta», repuso.
Entonces frunció el ceño, se dio la vuelta y salió descaradamente de mi tienda.
Tras su partida, Caspian y yo intercambiamos miradas de asombro.
Estaba completamente sorprendida por la amnesia de Marco y mis sentimientos al respecto eran muy confusos. Me debatía entre el disgusto por el hecho de que no recordara los momentos que habíamos pasado juntos y creyera que era una mala mujer, el alivio al saber que aún vivía y la tranquilidad de que no recordara que lo había abandonado sin mostrar piedad cuando estaba a punto de morir.
Me preguntaba si me odiaría aún más si no hubiese padecido de amnesia.
A pesar de que no quería separarse de mí debido a que me encontraba muy agitada, Caspian no tuvo más remedio que dejarme sola aquella tarde, pues algunos asuntos de la manada reclamaban su presencia.
Mientras estaba a solas con mi hija, Claire entró Lisa, una de las integrantes de la manada.
Se trataba de una joven muy simpática.
Su sonrisa me permitió adivinar sus pensamientos.
«Así que lo has vuelto a hacer», le dije con una risita.
«¡Así es! De nuevo conseguí alquilarle mi casa a un tonto ricachón», contestó.
A menudo intentaba alquilarle a alguien su casa desvencijada, en la cual hacía mucho tiempo que no vivía nadie.
Desde luego, jamás les mencionaba a sus potenciales inquilinos que la casa no respondía a las expectativas de estos.
«Déjame adivinar, le dijiste que necesitabas dinero para comprar una lápida para la tumba de tu padre, recientemente fallecido», conjeturé.
Asintió con entusiasmo y me eché a reír una vez más mientras me volvía para colocar los perfumes en el estante.
«Oh, Lisa, tu padre ya ha muerto siete veces este mes.
Me temo que cuando regrese a casa estará muy disgustado», comenté sin poder dejar de reír.
Arrugó la nariz de una manera muy divertida.
«Sabes bien cuán difícil es hacer negocios actualmente, así que me valgo de mi astucia para conseguir clientes», afirmó con una risita.
«He venido a pedirte ayuda.»
La casa que estoy alquilando está precisamente al lado de la tuya.
Los inquilinos se enojarán mucho cuando descubran que está hecha un desastre.
Si pudieras… atenuar un poco la frustración y el enojo del nuevo inquilino cuando encuentre en ella un sinfín de problemas.
Por favor, dame una mano», añadió.
«Me pones en una posición muy incómoda», repliqué.
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