Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 158
Capítulo 158:
«Estoy lista», susurré.
Sus labios estaban a mi merced y los agarré con los míos.
Alivié la incomodidad inicial mientras él se deslizaba lentamente dentro de mí, procediendo con inmensa cautela. Asentí con la cabeza para tranquilizarle y le permití que continuara con un movimiento lento y constante.
Al final, nos sentimos cada vez más cómodos.
Mi apetito por su boca y su virilidad iba en aumento.
Lo besé con más intensidad y durante más tiempo, y le rodeé el cuello con la mano para acercarme más a él e instarle intencionadamente a que fuera más rápido.
Nuestros cuerpos se fundieron en uno solo mientras él me empujaba.
Mis gemidos se hacían más fuertes y mis sensaciones aumentaban al mismo tiempo que las suyas.
Respiramos el mismo aire en cada beso y, cuando empezaba a acelerar, nuestros corazones latían al unísono.
Se acercaba el final: mi espalda se arqueó y él se abalanzó sobre mí por última vez.
Oleadas y oleadas de felicidad recorrían mi cuerpo mientras gritaba de placer.
Marco también soltó un gemido masculino cuando alcanzó el clímax conmigo.
Me dejé llevar por la euforia mientras me abandonaba a su abrazo y la oscuridad invadía mis sentidos.
Punto de vista de Tanya
Mis párpados se abrieron suavemente, la visión borrosa se desvanecía lentamente a medida que tomaba conciencia de lo que me rodeaba y mi cuerpo se despertaba.
Pero estaba demasiado aturdida para no hacer nada, tumbada en la cama.
La suave almohada bajo mi cabeza me instaba a hundirme en su profundidad y descansar los ojos un poco más, pero no podía.
No cuando sentía una mano musculosa y cálida sobre mi cintura, no cuando sentía su suave respiración sobre mi piel mientras dormía a mi lado. No cuando la ligera brisa me hacía cosquillas en la piel fría, pero completamente desnuda, bajo el edredón.
No cuando estaba tan dolorida en todos los sitios.
Sonreí. Mi situación en aquel momento me llenaba de nostalgia, al identificar los paralelismos entre ese preciso momento y la mañana de mi primera aventura de una noche con Marco.
Donde, de alguna manera, por el destino o métodos traviesos del universo, nuestros caminos se habían cruzado de una manera tan tonta.
Solo para ahora estar despertando de nuestra noche en la cama juntos, que había sido hecha no estrictamente por lujuria, sino por verdadero deseo romántico y amor. Él me amaba.
Aún no podía comprender el sentimiento, no podía comprender que a partir de entonces, me despertaría cada mañana y recordaría el hecho de que el hombre que estaba a mi lado me amaba con todo su corazón.
Atrás quedaba mi miedo a morir sola.
Atrás quedaban las dudas sobre mi futuro. Atrás quedaba la necesidad depresiva de poner fin a mi, hasta entonces, miserable existencia.
Este hombre había salvado una vida.
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