Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 107
Capítulo 107:
«¿Ah, sí?» preguntó en tono burlón. «Entonces cuéntame algo sobre Marco. ¿Sabes al menos cuál es la fecha de su cumpleaños?»
Sorprendida, dejé su pregunta sin respuesta y me mordí el labio inferior avergonzada mientras se reía.
«¡Qué triste! El cumpleaños del príncipe será dentro de cinco días y su esposa no lo sabe. Eso es patético», dijo con sorna.
«¿Cinco días?» exclamé, sorprendida. «¡De veras faltaba tan poco tiempo para su cumpleaños?» Era increíble que no lo supiera. Pero Ayana me había mentido y tendido trampas en el pasado, empeñada en lastimarme y humillarme, así que tal vez solo se tratara de otra de sus bromas crueles.
Esperé hasta la hora de salida de mi trabajo para hablar con Oliver mientras regresaba a casa. Debía darme prisa para poder estar de vuelta en la casa de la ciudad antes del anochecer. Necesitaba tiempo suficiente para preparar la cena de esa noche e iluminar la puerta para Marco antes de que él llegara a casa. Si era cierto que solo faltaban cinco días para su cumpleaños, entonces debía ponerme manos a la obra de inmediato.
Lo saludé desde el otro lado de una calle estrecha y le sonreí cortésmente cuando me vio.
«Oye, Tanya», gritó para llamar mi atención.
«¡Hola, Oliver! Lamento importunarte, pero tengo un poco de prisa y necesito hacerte una sencilla pregunta de inmediato. ¿Es cierto que el cumpleaños de Marco es dentro de cinco días?»
«Sí, así es. El cumpleaños de Marco se aproxima, pero…»
Un reloj repicó en ese momento en algún lugar de la calle.
Concentrada en aquel sonido y en mis propias emociones, no presté atención a su inconclusa declaración. Lo saludé de nuevo, agradecida, y me apresuré a seguir mi camino de regreso a casa.
Dos días después, Marco se hallaba sentado en el comedor mientras yo terminaba de levantar la mesa. Me había dicho que tenía sirvientes que se encargarían de esa tarea, pero en todo caso no me importaba hacerlo; me complacía sentirme útil.
Marco se aclaró la garganta con torpeza.
«Tanya…»
«¿Está todo bien?», me preguntó, tomándome por sorpresa.
«¿Qué dices? Sí. ¿Por qué lo preguntas?»
«Has estado actuando extrañamente últimamente. Pareces un poco tensa, así que quería asegurarme de que todo marchara bien», explicó.
«Entiendo. De veras agradezco tu interés, pero no hay nada de lo que debas preocuparte; te aseguro que todo marcha bien», respondí, quizás con cierta precipitación.
Una vez que terminé de limpiar, se me ocurrió una idea.
«Voy a salir un rato», dije, mientras tomaba mi abrigo.
«¿Adónde vas?», me preguntó, y luego bebió un generoso sorbo de agua de su vaso.
«Al Templo de la Luna a hablar con la pitonisa mensajera», respondí, y entonces él se ahogó con el agua que estaba bebiendo, escupiéndola sorprendido. Luego, tosió rápidamente.
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