Capítulo 93:

Madisyn permanecía entre bastidores con tranquila confianza mientras se desarrollaba el concurso. Mientras otros concursantes tomaban su turno, Rosaline y Gerard regresaban de sus actuaciones zumbando de emoción. Lynda estaba visiblemente satisfecha.

«¡Lo habéis hecho de maravilla!» Lynda los elogió.

Rosaline sonrió y admitió: «Estaba muy nerviosa, pero entonces recordé lo que sugirió Madi: imaginar al público como coles. Me ayudó mucho».

Gerard, sorprendido, intervino: «¿Tú también lo has hecho? Creía que era el único».

Lynda se rió. «Parece que el consejo de Madisyn hace maravillas».

Pero cuando la emoción se calmó, el rostro de Lynda se ensombreció con un atisbo de preocupación. «Julie actúa justo antes que tú, Madisyn. Esta vez está muy preparada, y si lo hace bien, el público puede esperar que la próxima actuación sea igual de impresionante».

Madisyn mantuvo la calma y ofreció a Lynda una pequeña sonrisa tranquilizadora. «No estoy preocupada», dijo en voz baja.

La actuación de Julie era la siguiente, y su profesor, Bill Carman, estaba entre bastidores con ella, ofreciéndole consejos de última hora. Rebosante de confianza, Julie le aseguró: «No se preocupe, señor Carman. Me aseguraré de que Madisyn pase vergüenza».

Las luces se atenuaron y la atención del público se centró en Julie. Comenzó su actuación, elegante y precisa, cautivando al público con sus fluidos movimientos. Los jueces la observaron atentamente, asintiendo con la cabeza mientras su actuación se desarrollaba sin problemas.

Entre bastidores, Lynda miraba la retransmisión en directo de la actuación de Julie, sintiendo una punzada de preocupación. No esperaba que Julie fuera tan buena. La coreografía era impresionante, claramente elaborada por un profesional.

Mientras miraba a Madisyn, que parecía perdida en sus pensamientos, Lynda la tranquilizó suavemente: «Julie es buena, pero tus dotes de bailarina son muy superiores».

Madisyn se limitó a parpadear, aparentando no inmutarse. En silencio, sacó su teléfono y navegó hasta un sitio web encubierto: una plataforma para profesionales que ofrecen servicios especializados, como coreógrafos e incluso asesinos. Meses atrás, Madisyn había enviado una rutina coreográfica para un cliente, y resultó que Julie estaba realizando esa misma rutina ahora.

«No me preocupa», repitió Madisyn, esta vez con una sonrisa cómplice.

Lynda, sin embargo, se mantuvo en vilo. Estaba segura de que, en el fondo, Madisyn debía estar sintiendo la presión tras presenciar la gran actuación de Julie.

Cuando Julie salió del escenario, la multitud estalló en aplausos. Ahora era el turno de Madisyn.

Madisyn subió al escenario, permaneciendo en silencio durante un momento antes de arrodillarse con elegancia, con la mano en el cuello y una expresión llena de melancolía. Sus fluidos movimientos tejieron una historia de angustia y fortaleza, metiendo al público en su mundo.

El público estaba embelesado.

La técnica de Madisyn era impecable, pero lo que realmente cautivó a todos fue la emoción que puso en cada paso. No se limitó a bailar, sino que vivió cada momento de la actuación.

El escenario se llenó de vida con su presencia, y nadie podía apartar los ojos de ella.

Lynda estaba tan absorta en la actuación que perdió la noción del tiempo. No fue hasta que Madisyn terminó e hizo una profunda reverencia cuando el público también salió de su trance. Siguió un momento de silencio atónito y luego comenzaron los aplausos, atronadores e implacables.

«¿De qué país es? Es increíble», exclamó alguien del público.

«Es de Lorpond», gritó un espectador orgulloso, con los ojos llenos de emoción. Sólo en la primera ronda, Madisyn había cambiado la percepción que el mundo tenía de la escena de baile de Lorpond.

A medida que la gente publicaba en Internet los comentarios sobre su asombrosa actuación, el entusiasmo se extendía rápidamente. Mientras tanto, Julie, todavía entre bastidores, se quedó helada. No se esperaba este resultado. A pesar del estruendo de los aplausos, se quedó rígida, con un destello de humillación en los ojos al darse cuenta de que había subestimado a Madisyn.

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