Capítulo 601:

«Hola, Peyton», saludó Jervy Turner.

Peyton Acosta, la figura de rastas, saludó despectivamente. «A los que no saben cuál es su lugar hay que darles una lección», dijo fríamente.

Jervy asintió obedientemente, respondiendo: «Sí, Peyton».

Luego, Jervy se mofó de la mujer: «¡Qué tonta! Si te hubieras comportado, esto podría haberse resuelto en privado. Pero no, tenías que hacer una escena para que todos la vieran, ¿no?»

Con un rápido movimiento, Jervy le rasgó la ropa. La mujer, sumida en la desesperación, luchó inútilmente contra su agarre. En su país, este tipo de escenas habrían provocado la intervención inmediata de la policía, pero aquí eran inquietantemente habituales.

Peyton no mostró compasión; sus ojos brillaban con retorcida excitación. En este lugar, se habían aprovechado de innumerables personas. No los trataban más que como juguetes.

La mujer cerró los ojos y se armó de valor para acabar con todo mordiéndose la lengua.

«¡Alto!», le ordenó de repente una voz.

La mujer abrió los ojos llenos de lágrimas y vio a Howard. Su rostro se torció de disgusto mientras declaraba: «Intento concentrarme en mi trabajo aquí, y este caos sólo va a entorpecerme».

Jervy se mantuvo desafiante, pero Peyton, tras un momento de contemplación, hizo un gesto a Jervy para que se detuviera. Al fin y al cabo, Howard era el brillante genio de la tecnología que habían traído en busca de ayuda. Ofenderle no le reportaría ninguna ventaja.

«¡Piérdete!» ladró Peyton.

Con un suspiro renuente, Jervy arrastró a la mujer. Peyton condujo a Howard al laboratorio.

«¿Cuánto falta para que esté listo?», preguntó.

Howard respondió: «Va viento en popa. Aproximadamente medio mes más».

Un destello de codicia brilló en los ojos de Peyton. «¡Haz un buen trabajo y habrá recompensas para ti!».

Howard reprimió su disgusto y asintió con la cabeza. Los Palers Serpentinos le habían encomendado la tarea de desarrollar una nueva arma que podría cambiar el equilibrio de poder en el panorama militar de Aswil.

Howard aceptó, decidido a crear algo innovador. Sin embargo, su verdadero objetivo era aniquilar a los Palers Serpentinos. Sí, anhelaba destruirlos: ése era su objetivo final.

Poniéndose la ropa de trabajo, Howard se sumergió en sus experimentos. De repente, la voz de Peyton interrumpió su concentración. «Oh, te he conseguido un ayudante».

¿Un ayudante?

Howard sintió que le invadía una oleada de perplejidad. Entonces, vio una cara familiar entrar por la puerta. Era…

«¿Corbett?

¿Había salido de la cárcel? Howard abrió los ojos con incredulidad.

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