Capítulo 565:

Finalmente, Dane suspiró. «Está bien, un poco».

A Susan se le iluminó la cara. «¡Sí, mamá, me gusta mucho el picante!». No fue hasta que terminó de hablar cuando se dio cuenta de que todo el mundo la estaba mirando. Sin darse cuenta había llamado «mamá» a Elaine. Sus mejillas se tiñeron de rojo.

«Um, yo…»

«Oh, no pasa nada. De todos modos, estoy a punto de convertirme en tu suegra», respondió Elaine con una suave sonrisa, asegurándose de que Susan se sintiera a gusto.

«Sí, seremos una familia», se unió Madisyn, riendo. «Pronto nos veremos mucho más».

Susan asintió con la cabeza y recorrió con la mirada los rostros cálidos y acogedores que la rodeaban. Su corazón se hinchó de felicidad.

Las carcajadas resonaron en la sala, pero Howard se limitó a esbozar una sonrisa forzada, sin apenas tocar su comida. Madisyn se percató de la actitud distante de Howard y sospechó que pensaba en Milly. Con un suspiro, Madisyn se preguntó por qué el amor tenía que ser tan complicado en este mundo.

Después de la comida, Esteban y Susan se dirigieron a casa.

«Te vas a casar pronto, así que te he preparado algunas cosas», anunció Esteban mientras le entregaba a Susan una caja grande.

Susan aceptó la caja con un movimiento de cabeza y la abrió. Esperaba tal vez un apartamento o algo de dinero, pero se sorprendió al descubrir que no sólo contenía varias propiedades, sino también tiendas comerciales y, sorprendentemente, ¡todas las acciones de su padre en el Grupo Riggs! Susan se quedó de piedra.

Era típico de su padre proporcionarle una red de seguridad, pero esto superaba todo lo que ella había imaginado, especialmente las acciones.

«No necesito tanto», balbuceó, abrumada.

Intentó devolverle a Esteban los documentos de transferencia de las acciones. «Es demasiado valioso. No puedo aceptarlo».

«Eres la futura dueña del Grupo Riggs», respondió Esteban con calma. «Las acciones serán tuyas más adelante. No sólo incluyen mis acciones, sino también las de tu madre».

Un rastro de tristeza parpadeó en la firme mirada de Esteban al ver a Susan emprender su camino hacia la felicidad. Le complacía, pero era plenamente consciente de que en el futuro pasarían menos tiempo juntos.

Por un breve instante, sintió cierta reticencia.

«Con tu propio patrimonio, nadie se atreverá a menospreciarte. La familia Johns es una buena familia, pero aun así debes poseer lo que te pertenece por derecho», declaró Esteban.

Mirando a los ojos de su padre, Susan sintió de pronto unas ganas inexplicables de llorar.

«¿De verdad me estás dando el Grupo Riggs?», cuestionó, con la voz temblándole ligeramente.

«Así es».

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