Capítulo 521:

«¿Qué has estado haciendo estos últimos días? Parecías muy ocupado». Mientras estaban sentados en el restaurante, los ojos oscuros y expresivos de Andrew estaban fijos en Madisyn, reflejando un atisbo de preocupación.

Madisyn respondió: «Sólo cosas del trabajo, no hay de qué preocuparse. He tenido un par de…»

«Anoche pasé por tu despacho, pero no estabas», dijo Andrew en voz baja.

Madisyn casi se congeló. Levantó los ojos para encontrarse con la mirada de Andrew, que se sintió como si se asomara a un abismo infinito. Por un momento, el pavor la invadió, haciéndola preguntarse si él conocía su secreto.

«¿Saliste para una reunión?», respondió rápidamente, «¡Sí, sí! He tenido muchas citas últimamente. Toma, prueba este plato; ¡es increíble!». Rápidamente le ofreció un trozo de cerdo, deseosa de cambiar de tema.

Andrew la estudió detenidamente, pero prefirió seguir presionando.

El Club HB había ganado muchos seguidores, y muchos aficionados estaban convencidos de que este año se llevarían el campeonato a casa. Por el contrario, el YM Club parecía pasar desapercibido, sin despertar el interés de nadie.

La víspera de la carrera, Madisyn se dirigió al hospital para visitar a Hamlin. Cuando se acercó a la puerta, oyó voces en la habitación.

«¡Gente horrible!» La voz de Hamlin se quebró, llena de ira.

«Hamlin, no te alteres tanto. Tu salud no es buena. ¿Y si te mueres de la rabia? La gente podría pensar que te he matado», retumbó una voz entre risas.

Hamlin miró al hombre que tenía delante con los ojos inyectados en sangre. Este hombre había sido una vez su dedicado y humilde yerno, pero tras la muerte de su hija, todo había cambiado. En un giro sorprendente, el hombre había tomado todos sus recursos y había creado su propio equipo de carreras.

«¡Mercer, pagarás por esto!»

«¿Pagar por qué? No he infringido ninguna ley. Si no, ya me habrías demandado. Esta es tu última oportunidad: Te ofrezco 100.000 dólares. Dame tu equipo, y me aseguraré de que tus miembros tengan un futuro. Si no, después de esta carrera, estaréis todos acabados». Mercer Lopez dijo arrogantemente.

Los puños de Hamlin se apretaron con rabia. El equipo era el resultado de sus años de duro trabajo. ¿Cómo podía este canalla ofrecer algo así? Justo cuando estaba a punto de negarse, los pensamientos de sus compañeros de equipo inundaron su mente. Todos habían compartido el sueño de convertirse en pilotos famosos.

Mercer tenía razón. Si renunciaba al equipo ahora, al menos sus compañeros podrían seguir persiguiendo sus sueños. Si rechazaba a Mercer, el equipo estaría en bancarrota después de la carrera, dejando a todos sin opciones.

Cuando Mercer vio que Hamlin vacilaba, su sonrisa se ensanchó. Sabía que Hamlin era blando de corazón y que no podía soportar ver cómo sus compañeros perdían la oportunidad de competir.

«¿Has hecho tu elección? Tus leales compañeros de equipo te han apoyado durante tanto tiempo. ¿Realmente vas a verlos alejarse del mundo de las carreras?» Mercer dejó caer con fuerza un contrato delante de Hamlin. «Piénsalo y firma».

Los puños cerrados de Hamlin empezaron a relajarse. «Firmaré».

Mercer se echó a reír a carcajadas. ¿Y qué si Hamlin solía ser el rey de las carreras? Ahora sólo era un fracasado. Mientras Hamlin se preparaba para firmar, una expresión de suficiencia se dibujó en su rostro.

En ese momento, sonó una voz: «¡No firmes!». Ambos hombres se giraron para ver a una mujer con sombrero que entraba en la habitación. Aunque su rostro estaba oculto, su fuerte presencia llenaba el aire.

Hamlin sintió un parpadeo de reconocimiento. «¿Estás…?»

«No firmes. Podemos vencer al Club HB en esta carrera». La voz de la mujer era gélida e inquebrantable.

Mercer, molesto por la interrupción, la fulminó con la mirada. «¿Quién es usted? ¿Qué es lo que quieres? Fuera de aquí».

Ignorando a Mercer, Madisyn fijó su mirada en Hamlin. «Confía en mí. Te ayudaré a volver a la cima».

Hamlin sintió una oleada de confusión acerca de quién podría ser ella, pero sus palabras despertaron en él un estremecimiento de excitación. Aquellas palabras tan familiares le trajeron un torrente de recuerdos. El mundo de las carreras era implacable. Aquel día había sido un punto de inflexión: podría haberse convertido en piloto oficial, pero un competidor adinerado le había robado la oportunidad.

En ese momento, una mujer había pasado rozándole y le había dicho: «Únete a nosotros y puedo llevarte a la cima».

Hamlin aceptó casi sin dudarlo. Bajo su dirección, él y otros corredores, llegados de todos los rincones del país, triunfaron y se hicieron con el primer puesto. Se convirtió en una leyenda de las carreras: Ramona. Pero después de ganar el campeonato, desapareció sin decir palabra. Llevaban años sin ponerse en contacto.

¿Podría esta mujer ser realmente Ramona? Hamlin sintió una oleada de excitación. «¡Muy bien!»

La ira de Mercer estalló. «Hamlin, ¿estás loco? ¿De verdad quieres ver cómo tus leales compañeros de equipo acaban con las manos vacías?».

«No acabarán con las manos vacías. Serás tú quien se enfrente a las consecuencias», replicó la mujer, con voz afilada. Debajo de su sombrero, Mercer percibió su mirada feroz, como si un depredador le estuviera observando, haciéndole temblar involuntariamente.

Sonrió desafiante. «¡Bien, esperaré a ver tu actuación!» Con eso, se dio la vuelta y salió furioso.

Hamlin se volvió hacia Madisyn, con los ojos encendidos de alegría. «¡Ramona, has vuelto!»

Madisyn no lo confirmó ni lo negó. En su lugar, dijo: «Descansa un poco y espera los resultados». Luego se marchó.

Hamlin cerró los ojos y una sonrisa se dibujó lentamente en su rostro. Su equipo se había salvado.

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