Capítulo 486:

«¿Estás herida?» preguntó Norton bruscamente, notando la herida en el tobillo de Maxine.

Maxine echó un vistazo rápido y se encogió de hombros. «Oh, es sólo un rasguño de mis tacones altos de hoy temprano».

«¿Por qué no te has puesto una venda? ¿No te duele?» preguntó Norton, agachándose y tocando suavemente el arañazo. Maxine hizo una leve mueca de dolor y contestó: «Seguramente se curará mañana».

Sin embargo, Norton se negó a ignorar la herida. Fue a buscar el botiquín y limpió y trató meticulosamente la herida. A cualquiera que lo viera, podría parecerle que Maxine sufría una herida grave.

Maxine suspiró resignada. «¿Es esto realmente necesario?»

Norton la miró con expresión seria. «Todo en ti es significativo para mí».

Maxine puso cara de exasperación, pero su corazón se calentó al observar la sinceridad en su expresión. Procedente de una familia normal en la que sus padres siempre la habían desatendido, desde joven se había visto obligada a realizar diversas tareas. Cuando creció y se convirtió en una estrella, enviaba dinero a su familia, pero mantenía cierta distancia con ellos. Nunca sintió mucho afecto de su familia.

Sin embargo, parecía que Norton estaba llenando ese vacío para ella. Maxine se inclinó hacia él, le levantó la barbilla y lo besó suavemente. El inesperado beso de Maxine pilló a Norton completamente desprevenido. Estaba eufórico y momentáneamente sin saber cómo reaccionar.

Maxine no pudo evitar reírse ante su expresión tonta y asombrada. «Oh, tonto Norton». Cualquiera que hubiera pensado en él como un simple playboy se quedaría estupefacto al verle así.

Norton, aún en estado de shock, miró fijamente a Maxine y balbuceó: «Maxine, tú… ¿realmente me besaste?».

Su asombro era comprensible, dado lo difícil que le había resultado conquistar a Maxine. Llevaban juntos menos de un mes y sus besos habían sido escasos. Siempre era él quien tomaba la iniciativa, reacio a ser demasiado apasionado. La mayoría de las veces, sólo lograba un breve beso antes de alejarse. Esta vez, Maxine había tomado la iniciativa, lo que lo hacía muy especial para él.

La felicidad de Norton era evidente, pues sonreía como un fan vertiginoso.

«Eres un tonto», dijo Maxine, pellizcándole juguetonamente la mejilla.

«¡Sí, Maxine!» exclamó Norton, alzándola en brazos y haciéndola girar alegremente.

«¡Más despacio!» Maxine se rió, incapaz de resistir la alegría contagiosa de su radiante sonrisa.

Norton se detuvo un momento y le cogió suavemente la cara con las manos. Sus ojos estaban llenos de alegría y amor, como si apreciara cada segundo de estar cerca de ella. Lentamente, se inclinó hacia ella, cerrando el espacio que los separaba.

A Maxine le dio un vuelco el corazón y poco a poco fue cerrando los ojos, dejándose llevar por el momento. Sus respiraciones se entremezclaron y, justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, el teléfono de Norton sonó con fuerza, rompiendo el íntimo momento.

Su expresión se ensombreció al instante, con un destello de fastidio en los ojos. ¿Quién podría ser tan molesto? se preguntó Norton.

Maxine frunció los labios y abrió los ojos. Mientras esperaba a que contestara al teléfono, Norton dijo: «Ignorémoslo».

Siguió inclinándose hacia sus labios, pero antes de que pudiera completar el beso, su teléfono sonó una vez más. Su frustración aumentó.

Maxine esbozó una sonrisa y dijo: «Deberías contestar antes. Podría ser importante».

Norton respiró hondo, decidido a averiguar quién llamaba. Si no era urgente, juró que lo perdería. «Norton», llegó una voz suave y angustiada desde el otro extremo.

Norton contuvo inmediatamente su ira y preguntó: «¿Jada? ¿Qué te pasa?»

Maxine volvió su atención hacia él al oír el nombre de Jada.

Norton, pillado desprevenido, preguntó: «Jada, ¿por qué estás…?».

«Norton, siento mucho lo que ha pasado hoy. Estoy muy feliz de que hayas encontrado a alguien a quien amas. Tal vez expresé mal las cosas. Nunca aprendí a amar como es debido». La voz de Jada era baja y trémula, sonaba lastimera.

«Jada, ¿por qué dices esto? ¿No has estado siempre enamorada de Andrew?»

«Andrew…» La voz de Jada vaciló por la confusión. «No estoy segura. Mi madre siempre quiso que estuviera con Andrew, así que le he perseguido desde que era una niña. Creía que le quería, pero hoy me he dado cuenta de que quizá no sea así. Si le quisiera de verdad, me habría destrozado verle con otra, pero no ha sido así».

«Norton», dijo Jada con impaciencia, deseosa de volver con Maxine, «no te preocupes. Todo va bien. Ahora deberías descansar».

Después de eso, estaba listo para colgar el teléfono.

Pero al otro lado, Jada se mordió el labio con frustración. ¿No podía Norton leer entre líneas? ¿Estaba siendo demasiado indirecta? De repente, gritó: «¡Ah! ¿Qué quieres? Suéltame. ¿Sabes quién soy? Soy Jada Riggs. ¡Ayúdame, Norton! ¡Estoy en Sunflower Park!»

A Norton le dio un vuelco el corazón. Antes de que pudiera responder, la línea se cortó.

«¿Qué está pasando?» Maxine preguntó.

Norton frunció el ceño. «Maxine, quédate aquí. Le ha pasado algo a Jada», dijo, preparándose ya para marcharse.

Maxine no pidió detalles y se limitó a responder: «Conduce con cuidado».

«De acuerdo, volveré tan pronto como pueda». Norton miró a Maxine, luego tiró de ella y le dio un profundo y prolongado beso en los labios.

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