El regreso de la heredera adorada -
Capítulo 478
Capítulo 478:
Al ver el mensaje de Andrew, Madisyn no tardó en darse cuenta de que Milly lo había hecho para ayudar a Howard a soltarse. Madisyn sintió un conflicto. Estos dos estaban destinados a separarse, pero era desafortunado para Howard.
En ese momento, Howard estaba en el trabajo, fijado en un cable USB durante un buen rato. Al verlo, su compañero no pudo resistirse a preguntarle: «Sr. Johns, ¿hay algún problema con esto?». Howard salió de su aturdimiento.
«Nada.»
«Sr. Johns, debería tomarse un descanso», dijo el colega, preocupado.
Howard le aseguró: «Estoy bien».
Siguió trabajando. Sumergirse en el trabajo le ayudaba a evadirse de su pena. Evitaba pensar en los acontecimientos recientes.
Tras recibir una llamada de Milly esa mañana, se había emocionado al verla. Sin embargo, encontró a Milly con otro hombre, con el brazo alrededor del hombro de ella. Instintivamente, Howard lanzó un puñetazo al hombre, pero éste le agarró la mano. En ese momento, Howard se sintió impotente.
Howard siempre había estado en forma, combinando su amor por la ciencia con el mantenimiento de una buena salud física. Era más fuerte que muchos, pero ante aquel hombre se sentía totalmente débil. No era rival para él.
«Howard», dijo Milly con voz fría mientras le miraba. Howard sintió que algo no iba bien con Milly y expresó su preocupación: «¿Qué pasa, Milly?».
«Yo-Howard, lo nuestro se acabó. Llegué a tu vida por una razón. Ahora que he logrado lo que necesitaba, es hora de que nos separemos». Milly habló sin emoción. Así era exactamente como trataba a los demás, con frialdad y distanciamiento. Pero con Howard siempre había sido diferente.
Con lágrimas en los ojos, Howard miró a Milly y le preguntó: «Milly, ¿qué estás diciendo? ¿Te están coaccionando?». A Milly le dio un vuelco el corazón al ver la expresión apenada de Howard. Se había preparado para su tristeza, pero la realidad la golpeó con fuerza. Howard debía estar alegre, no tan abatido.
«Howard, ¿no fui claro? Me acerqué a ti sólo para acceder a los documentos de tu empresa. Los he obtenido y los he vendido.»
«¡No me lo puedo creer!» Howard casi gritó. «Me estás mintiendo, ¿verdad?»
«No te estoy mintiendo. ¿De verdad creías que era una cualquiera?». respondió Milly.
Howard se quedó callado. Siempre había reconocido que Milly no era una mujer corriente, sino alguien verdaderamente excepcional.
«Milly», dijo Howard, con la cara húmeda por las lágrimas, «yo no…».
Milly le miró sin emoción y dijo: «Es tu elección, pero es una tontería no creerlo, Howard. ¿Cómo podría existir algo así en la familia Johns?».
Justo cuando Howard iba a responder, sonó su teléfono. Era un colega, que sonaba muy alarmado. «Sr. Johns, parece que nos han robado el documento y otra empresa ya ha registrado una patente sobre él. ¿Qué debemos hacer?»
Una sombra se cernió sobre el rostro de Howard cuando el teléfono se le resbaló de la mano.
Ahora estaba claro: Milly entró en su vida por el documento.
Howard recuperó la compostura y miró fríamente a Milly. «Milly, yo te gustaba de verdad, ¿no?».
«En absoluto», respondió Milly, con tono glacial.
Una carcajada escapó de los labios de Howard antes de que de repente se moviera para alcanzar a Milly.
Milly dio un paso atrás y pronto desapareció con el hombre.
Presa del pánico, Howard miró a su alrededor y gritó: «¡Milly! Milly!»
No hubo respuesta.
Había desaparecido sin más.
Howard cayó de rodillas.
Respirando hondo, Howard se dio cuenta de que tenía que dejar atrás a Milly y centrarse en su trabajo, sobre todo para subsanar las pérdidas sufridas por la empresa.
Howard se entregó de lleno a su trabajo.
Al otro lado de la ventana, dos figuras estaban sentadas en las ramas de un robusto sicomoro.
«¿Cómo tienes corazón para verle tan abatido?», preguntó un hombre con indiferencia.
A través de la ventana, Milly observó a Howard, ensimismado en sus experimentos. Siempre tenía el mejor aspecto cuando estaba inmerso en su trabajo.
Una sonrisa melancólica cruzó el rostro de Milly. «Yo no, pero es necesario, o sufriría aún más».
El hombre reflexionó sobre ello y luego, al notar la tristeza en el rostro de Milly, no pudo resistirse a comentar: «Es la primera vez que te veo así. ¿De verdad te importa tanto?».
Milly se puso una mano sobre el corazón. «Mi corazón late por él».
Esta simple declaración dejó al hombre sin habla.
En este mundo hay vínculos más profundos que el amor romántico.
«Entonces, ¿qué vas a hacer ahora?»
«Probaré con la organización», respondió Milly.
«Después de lo que has hecho, dudo que Howard pudiera volver a aceptarte. Incluso si dejas la organización, volver con él podría no ser posible», dijo el hombre deliberadamente.
Milly respondió: «No importa. Mientras sea feliz y esté sano, puedo estar cerca de él en secreto».
El hombre se quedó sin palabras. Le costaba aceptar esta faceta cariñosa de Milly.
Observaron durante un rato más y luego se marcharon.
En su propia villa, Madisyn envió un mensaje a Andrew, preguntándole: «¿Cómo está Howard?».
Andrew respondió: «Está enterrado en su trabajo. Parece que intenta ahogar sus penas manteniéndose ocupado».
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