El presidente tuvo gemelos
Capítulo 73

Capítulo 73:

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Antes de subir, Hayden pidió al criado una crema para las quemaduras. Llamó a la puerta del vestidor.

«Adelante». Joseph ya se había quitado de ropa quedándose con solo una toalla, el pijama que llevaba antes estaba desordenadamente tirado en el suelo.

«¿Tienes bien las piernas? Te he traído una crema para las quemaduras». Dijo Hayden mientras se paraba en la puerta.

Joseph asintió: «Gracias».

«No te preocupes, la crema para quemaduras es de tu casa de todos modos. La pondré aquí para que te la apliques entonces. Me iré de nuevo».

«No, aplícala por mí. Fue tu comida la que me han quemado».

«¡Hey! ¿Por qué no tienes sentido? ¿Crees que cocine sólo para quemarte?».

«No he dicho que lo hicieras a propósito». Joseph la miró y le dijo: «¿Podrías ayudarme? Realmente no sé cómo usar esta crema».

El rostro de Hayden se puso rojo mientras Joseph seguía mirándola. Dudó un momento antes de tomar la crema.

Hayden se agachó y levantó la esquina de la toalla, revelando una gran región quemada en su piel. Su corazón palpitó inexplicablemente cuando se dio cuenta de que la quemadura era bastante grave.

«Mira, tienes que frotar la crema entre tus manos hasta que se sienta caliente, y luego aplicarla en la región quemada».

Se sentó y le hizo una demostración, frotando un poco de crema en su mano. Cuando estaba a punto de aplicarle la crema en la quemadura, dudó un instante: «Deberías hacerlo tú mismo».

Ella dio un paso atrás.

De repente, Joseph la agarró de la muñeca: «Hazlo tú».

«¿Por qué? No es que no puedas alcanzar tu herida».

«Es molesto».

Hayden se quedó muda un instante: «Puedes lavarte las manos después de aplicártelo. Eres un perezoso, joven amo».

Cuando Joseph oyó su tono de burla al llamarle ‘joven amo’, sus ojos temblaron ligeramente.

Pensó en el lujoso estilo de vida de Joseph, dándose cuenta de que nunca antes debía haberse aplicado ninguna medicina por sí mismo. Hayden miró el ungüento que tenía en la mano y asintió con la cabeza: «Lo haré entonces, pero antes tienes que soltarme».

Joseph miró hacia abajo y vio que un mechón de pelo de Hayden se deslizaba desde su hombro y le tapaba la mejilla.

Estiró la mano y le llevo el mechón de cabello hacia la parte posterior de la oreja.

Hayden tembló un poco. Cuando ella giró la cabeza, sorprendida, sus ojos se encontraron.

Se miraron durante un rato antes de que ella se recuperara de la sorpresa y dijera asustada: «Ya casi está. Deberías limpiarlo tú mismo. Yo me voy».

Joseph la detuvo una vez más. La agarró con tanta fuerza que ella exclamó: «Joseph, tú…».

Hayden forcejeó inmediatamente.

No sabía si había tocado accidentalmente su herida, porque un g$mido sonó en su oído.

«¿Accidentalmente toqué tu herida?». Hayden no se atrevió a moverse y preguntó asustada.

Joseph la tomó en sus brazos: «Está bien».

«Tú… suéltame». Hayden apretó los dientes.

¿Y si alguien los veía?

La actitud de Hayden disgustó mucho a Joseph. Sintió un fuego surgir en su pecho. Sin pensárselo dos veces, le levantó la barbilla y se inclinó hacia ella.

«Hmm…».

Hayden abrió los ojos conmocionada y sus pupilas se dilataron.

Cuando él estaba a punto de seguir adelante, Hayden se recuperó de repente de su sorpresa. Lo apartó en un instante y le dio una feroz cachetada en la cara mientras levantaba la mano: *¡Slap!*

El sonido de esa cachetada resonó en el vestidor, incluso los sirvientes de abajo miraron hacia el segundo piso cuando lo oyeron.

La mano de Hayden seguía temblando.

Estaba realmente asustada, porque nunca pensó que Joseph le haría algo así de repente. Suprimió su ira y trató de calmarse: «Si crees que me quedo aquí a cambio de que hagas esas cosas, Stella y yo podemos irnos inmediatamente. Involucrarme en el matrimonio de otras personas ya está más allá de mis principios morales».

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