El destino de Tiana
Capítulo 8

Capítulo 8:

POV: Tiana

Me habría encantado vestirme con mis jeans y camisetas habituales, pero nos dieron vestidos ‘adecuados’ para conocer a la realeza.

También nos dejaron claro que en este lugar debíamos vestir con clase y comportarnos con el mayor decoro.

Hoy no nos reuniríamos con el Rey. Era un hombre muy ocupado y acababa de perder a su padre una semana atrás, por lo que no estaba de buen humor.

Me sentí aliviada ante esa información. Por mucho que me gustaría conocer al todopoderoso Rey licántropo, me mostraba bastante escéptica al respecto.

Era una persona bastante importante: y a juzgar por todas las historias que había escuchado de él, era el ser más fuerte en el reino de los licántropos.

No me creía capaz de enfrentarlo. Además, decían que tenía tres hijos: dos chicos y una chica: y el primer hijo era tan atrevido y malhumorado como su padre.

Suponía que las demás doncellas ya habían comenzado su trabajo en el palacio, menos yo, Rose, Sadie y Nora.

Una vez que nos vestimos, las mismas mujeres que nos recibieron anoche, junto con otros dos hombres corpulentos, nos escoltaron a otra sección del castillo.

Una vez más, me quedé deslumbrada con los altos muros de piedra y las hermosas esculturas y obras de arte. Las demás chicas estaban tan emocionadas como yo.

Llegamos a una gigantesca puesta custodiada por otros dos hombres musculosos, y fue ahí cuando empecé a sentirme bastante incómoda.

Los latidos de mi corazón se duplicaron y mis manos empezaron a sudar.

Los dos hombres nos abrieron la puerta y entramos a una habitación muy larga.

Había una amplia mesa con ocho personas sentadas alrededor de la realeza. Podía sentir el poder que emanaba de todos ellos.

Los dos hombres que nos trajeron se arrodillaron, mientras que las mujeres tenían la cabeza inclinada.

El poder en la habitación también nos hizo imitar este último gesto.

Durante todo el tiempo, mi corazón estaba martillando en mi pecho y no dejaba de temblar. Mi loba estaba alerta y emocionada.

“Petra, preséntanos a nuestros invitados”, ordenó una voz femenina.

Petra levantó la vista y se aclaró la garganta.

“Su Alteza, estas chicas fueron enviadas al palacio como tributo al difunto Rey. Estas dos son de la manada Roca Roja”, dijo señalando a Nora y Sadie.

“Mientras que las otras dos son de la Manada Eclipse. Anoche llegaron tarde y no pudieron unirse a las demás”, agregó señalándonos a mí y a Rose.

Luego, se giró hacia nosotras.

“Esta es nuestra realeza”.

Petra nos presentó a los ocho, uno tras otro.

La Princesa era quien había hablado al principio. Era muy bonita pero no muy simpática. Tenía el cabello largo y rubio, y apestaba a elegancia.

Luego, nos presentó a los demás nobles en la mesa; y finalmente, al segundo Príncipe. El Príncipe Louis.

Parecía ser amable. De hecho, se levantó casi de inmediato y se acercó a nosotras, en especial a mí.

Era bastante alto. Con una presencia dominante. Debía medir alrededor de seis pies y cinco pulgadas. Tenía hombros anchos, brazos musculosos, cintura estrecha y ojos azules. Además, era intimidante.

Se detuvo a unos centímetros de nosotras y me miró fijamente. Debía admitir que era muy lindo.

“¿Cómo te llamas, preciosa?”, preguntó.

Tenía una voz muy autoritaria.

“Tiana”, respondí en un susurro. Pero era lo suficientemente alto para que él me escuchara.

Extendió una mano para acariciar mis mejillas, pero lo pensó mejor y se apartó. Luego, volvió a inspeccionarme de pies a cabeza.

“Oh, déjalo, Louis”. Su hermana, la Princesa Elsie, frunció el ceño desde su asiento. El Príncipe Louis se volvió para mirarla.

“Ella me gusta”, declaró. Un hombre de la mesa empezó a reírse.

“Es bonita, pero a ti te gusta todo lo que tenga faldas, Louis”, comentó. Petra había dicho su nombre, pero no lo recordaba.

Estaba ligeramente conmocionada por la abierta preferencia del Príncipe hacía mí. Para ser honesta, era un poco abrumador.

Había recibido atención de los hombres en la escuela, pero era en pocas ocasiones y sobre todo por parte de imbéciles. En cambio, los hombres de la Manada Eclipse no querían tener nada conmigo.  Pero ahora estaba siendo elogiada por un Príncipe.

“Vaya, creo que voy a desmayarme”.

“Deja de bromear, Louis”, regañó la Princesa Elsie.

Luego, se levantó y caminó hacia nosotras, por lo que podía ver, era muy alta, y aún más con sus largos tacones. Sus uñas estaban prolijamente arregladas, tenía el cabello alisado y la piel impecable. Sin duda, era la mujer más hermosa que había visto.

“Bienvenidas al palacio real del Rey de los licántropos”, declaró sonriendo por primera vez.

“Mi hermano debería estar aquí para hablar con ustedes, pero el solo..”.

La Princesa dejó que su voz se apagara, como si estuviera buscando las palabras adecuadas, pero no pudiera encontrarlas. Al parecer, se estaba refiriendo al Príncipe heredero.

No sabía si podía hablar con ellos, así que me que mirando el suelo en silencio.

“De todos modos, su desempeñó será evaluado durante los próximos meses”, agregó.

“Serán asignadas a varias secciones del palacio y se les dará tareas específicas. Tal vez esperaban que les trataran como esclavas aquí, pero las cosas han cambiado mucho. No obstante, si nos dan problemas, las castigaremos”, aseguró con el ceño fruncido.

El Príncipe Louis seguía examinándome mientras su hermana hablaba, por lo que me sentía muy incómoda. Ni siquiera lo estaba ocultando. Me preguntaba cuántas chicas se enamorarían de él ante su estatus y atractivo.

Intenté no mirar en su dirección y concentrarme más en la Princesa cuando, de repente, todo se quedó en silencio.

La atmósfera de la habitación cambió y se escuchó un fuerte gruñido desde el otro extremo, donde acaba de abrirse una puerta contigua. Todos se volvieron hacia esa dirección.

Me quedé aturdida por un segundo mientras lo observaba. Sentía el aura poderosa que emanaba de él, así que no necesitaba que nadie me dijera que ese era el Príncipe heredero, quien pronto sería el Rey de los licántropos. Ya no podía sentir los latidos de corazón: y si antes me sentía muy incómoda. Ahora estaba peor.

Al otro lado de la habitación, estaba el hombre más increíble que hubiera visto en mi vida.

Su cabello rubio caía sobre su frente hasta casi tocar su ceja, haciéndolo lucir peligrosamente se%y. Era muy musculoso. Tenía rasgos cincelados, una mandíbula afilada y una pose arrogante.

A diferencia de sus hermanos, sus ojos eran de color verde esmeralda y tenían un brillo que me hacía temblar.

Dios, podía sentir una variedad de emociones hacia él. Su aroma, incluso desde mi posición, era suficiente para sentirme mareada.

Si alguna vez me pidieran describir a un dios, él encajaría perfectamente con la descripción.

Podía sentir a mi loba jadeando y moviendo la cola en mi mente. Oh, sí, estaba de regreso. El Príncipe heredero empezó a Caminar hacia nosotras. Estaba a punto de desmayarme por la emoción.

Mientras más se acercaba, más llenaba mis fosas nasales con su aroma. Un torrente de pensamientos inundó mi cabeza. ¿Acaso era la única que se sentía así?

El príncipe se detuvo frente a mí y miró a su hermano en señal de sumisión y entonces cuando el Príncipe me olió y cerré los ojos.

Cuando abrí los ojos, me encontré con un par de pupilas verdes que me observaban fijamente, así que me obligué a cerrar los ojos. Mi corazón empezó a latir de nuevo.

No estaba segura de dónde me encontraba ni qué hora era. La atmosfera que me rodeaba era casi sofocante.

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