Capítulo 78:

“Ella es la razón por la que Sierra está aquí… Juan ejecutó a todos los de tu estirpe para que nunca volvieran a tu montaña, y ella trató de impedirlo”.

“¡¿Qué?!”, fue como si cada célula de mi cuerpo se paralizara mientras un silencio sepulcral se apoderaba de la habitación.

La conmoción sofocó mis pensamientos, mis pulmones dejaron de funcionar y se podía oír la caída de un alfiler mientras intentaba asimilar sus palabras… Juan ejecutó a mi familia. No hablan muerto en batalla.

Eso era una mentira, no podía ser cierto porque no eran la única manada que nunca regresó. La familia Whyte, entre otros… todos ellos murieron protegiendo a nuestro pueblo. Fue una guerra, por Dios, y tuvimos muchas bajas. ¿Juan también los había matado?

El doctor tenía que estar jugando conmigo, mintiendo para confundirme con algún motivo oculto, y yo estaba cayendo en su trampa. Tal vez era una prueba para ver si era lo suficientemente fuerte para convertirme, a pesar de estar en este tanque de aislamiento.

Tal vez me equivoqué al confiar en él, y todo esto era una estratagema para doblegarme y conseguir información que él creía que yo podía tener… ¿Pero cómo iba a saber su nombre?

Tomé un muy necesario respiro mientras empezaba a asfixiarme bajo la presión de mis propias emociones, dándome cuenta de que no estaba inhalando ni exhalando.

Me tomé un momento para asimilarlo, la cabeza me daba vueltas mientras mi cerebro intentaba diseccionar y dar sentido a cada palabra y conjugación de lo que acababa de decir.

No sabía cómo reaccionar; ¿Llorar, enfadarme, gritar, reír? Me sentí como un peso muerto entumecido mirándolo como si me acabara de decir que el mundo se iba a acabar y que íbamos a sentarnos a esperar la muerte. Por un momento no sentí nada mientras la conmoción llenaba el vacío.

Sin embargo, tuvo un efecto diferente en mi cuerpo y, por un segundo, pensé que iba a vomitar.

Me desvanecí, mi cuerpo se tambaleó y, cuando todo se descontroló, tuve que levantar los talones hasta el borde de la cama para poder apoyar la cabeza entre las rodillas y recuperar la cordura. Tragué el torrente de saliva que obstruía mi garganta y respiré entre las oleadas de náuseas.

“Lo siento… mi memoria no es lo que era, pero lo esencial es que Juan estaba eliminando la posibilidad de que una profecía se hiciera realidad… una Reina loba blanca, surgiendo de entre las sombras para gobernar a su pueblo en un futuro victorioso y unido”, comentó.

“Juan creía que tu madre iba a destronarlo, después de que demostrara ser una digna guerrera en el campo de batalla y dirigiera muchos ataques victoriosos contra el enemigo uniendo las manadas”, explica.

“Tu especie estaba perdiendo la guerra, y ella les dio la oportunidad de ganar… tu madre era talentosa, especial, y más poderosa de lo que él podría soñar ser. El tipo de espécimen que me encantaría poder estudiar”, sonó preocupado y arrepentido a la vez, pero no podía hallarle sentido a sus palabras por más que las repasara incesantemente en mi cabeza.

Juan… los mató a todos. A toda mi familia. Todos los que me importaban. Mis últimos diez años habían sido una mentira, y sufrí, no porque ellos hubieran fallado, sino porque me los arrebataron. Esto no podía ser cierto, y menos si mi madre era tan poderosa.

“Entonces, ¿cómo es que ella…?”, no pude encontrar las palabras adecuadas, pronunciándolas apresuradamente en un susurro mientras mi cerebro trataba de racionalizar los detalles y las lágrimas saladas rodaban por mis mejillas.

Me encontré asimilando una historia que no conocía, conforme las piezas iban encajando frente a mí.

Estaba confundida, ya que esto contradecía lo que me habían contado toda mi vida, y un fuego rabioso se desató en mi interior para superar lentamente el frío glacial que se había extendido por mis terminaciones nerviosas. Era como un goteo que crecía lentamente.

Calentaba mi vientre, se extendía por mi pelvis y bajaba por mis extremidades, creciendo dentro de mí tan ampliamente que casi agradecía su cálida y fluida expansión en mi fría y vacía alma. Mi cerebro no podía darle sentido a lo que acababa de escuchar.

“Tu padre era su punto débil… él era un lobo pacífico dedicado a cultivar la tierra, y Juan lo mató para llegar a ella. Fue realmente devastador, los mató a ambos de un solo golpe. Lamentablemente, un emparejamiento desigual fue su perdición. Es realmente irónico y triste que incluso el lobo más fuerte pueda ser abatido si asesinan a su pareja, y esa es la razón por la que tu especie evita a los impuros”, dijo.

“Después de eso, Juan ordenó a su propia sub manada que cazara y acabara con todos los miembros de la manada de tu madre por si se unían al enterarse de su traición. Tenía que atar los-cabos sueltos. Tenía que cubrir sus huellas, y solo sus subordinados sabían lo que había hecho y lo ayudaron a encubrirlo”, terminó de decir.

Inhalé profundamente, y mi corazón dio un vuelco mientras las lágrimas brotaban de mis ojos y las palabras herían mi alma.

Enterarme de la verdad era más devastador que cualquier otra cosa que me hubiera pasado, y ni siquiera se comparaba con el dolor que había sentido todos estos años.

Ningún miembro de la manada Whyte regresó de la guerra, ya que aparentemente eran débiles y cayeron en la primera batalla. No eran lo suficientemente fuertes, rápidos, ni capaces de defenderse a sí mismos por ser agricultores sin el entrenamiento adecuado.

Todo había sido una mentira.

Todos masacrados por Juan y sus subordinados de confianza. Aquellos que llevaba como un sudario, para liderar desde atrás en la montaña. Lo que significaba que Sierra también lo vio todo, como su Luna, estuvo a su lado en todo momento y lo siguió en la batalla. Ninguno de ellos la defendió porque eran tan culpables como su compañero.

Mi madre, mi padre, mi hermano, mis abuelos… todos murieron a manos de Juan y no podía contener la furia que crecía en mi interior mientras mi mente unía las piezas y todo empezaba a encajar.

Con el regreso de los lobos todo cambió, y los niños como yo, apartados de las familias que habían jurado protegerlos, fueron obligados a vivir en el orfanato. Excepto que mis guardianes, los últimos de los Whyte, fueron asesinados por ‘vampiros’ en medio de la noche.

Ahora me preguntaba si eso también era una mentira. Pasamos de ser cuidados y amados por lobos que nos abrieron la puerta de sus casas mientras nuestras familias luchaban, a ser casi parias en cierto modo.

Los lobos de Santo difundieron el rumor de que la guerra estaba casi perdida por culpa de nuestras familias. Les dijeron que no debían ser venerados como héroes caídos que dejaban un legado… sino que debían ser olvidados para acabar con la impureza de sangre en las generaciones futuras.

En cuanto regresaron nos empujaron a todos a ese lado oscuro de la montaña, argumentando que estábamos malditos. ¿Pero… por qué no me mató a mí también?

No sabía qué decir y miré fijamente al doctor mientras levantaba la cabeza, captando la cautela en sus ojos al ver la expresión de mi rostro y dudar sobre si alejarse un poco.

Mi corazón latía con fuerza, mi respiración era superficial, y sentí un dolor agudo e intenso, como si me apuñalaran en el pecho. Juan hizo la cosa más impensable e imperdonable de todas, rompió nuestras propias leyes, y mató a los suyos… ¡Mató a los míos, a mi familia! ¡¿Por qué p%ta razón?!

¿Una profecía sobre una loba en ascenso?

¿Un cuento?

Una fábula… que ni siquiera se había hecho realidad.

¿Pensó que podía dominar el destino y tomar lo que quería, forzar las cosas a su manera?

Sentí que el doctor podía intuir cuáles eran mis preguntas, o tal vez me delató mi actitud silenciosa y mortífera cuando me senté con la espalda recta y bajé la barbilla para mirar con odio a la Luna a través de su hombro.

No la miraba así a ella, sino a todo lo que estaba descubriendo y que no podía controlar. La traicionó, al igual que traicionó a todo su pueblo… a mi familia.

Traicionó a su propio hijo.

“Sierra estaba destinada a ser su solución… un híbrido de bruja y lobo. Pensó que buscando a esta reina blanca y apareándose con ella conseguiría el poder que tanto anhelaba. Sin embargo, Sierra era una loba negra, un pequeño detalle que él pasó por alto, y cuando su historia no les llevó por el camino que él creía correcto, tomó cartas en el asunto”, explicó.

“El surgimiento de tu madre lo volvió loco, y al regresar de las guerras, se borró cualquier indicio de la profecía en los libros, prohibiendo a los chamanes enseñarla a los jóvenes. Reescribió la historia para ocultarla. Elimino todo rastro de lo que hizo dejando a Sierra en coma para silenciarla para siempre”, sonaba nervioso.

La tensión se hizo insoportable, y esta vez pude sentir su ansiedad mientras se apartaba de mi camino para dejarme mirar a Sierra, inerte en su cama.

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