El contrato del Alfa
Capítulo 54

Capítulo 54:

Dane «No era una prueba», murmuro.

«¿Qué… qué era?». Sigue mirándome con el ceño fruncido.

«Es el mejor tutor que he podido encontrar para ti. Y el único que conozco que no te pondrá la mano encima. Necesito saber que podrás tener sesiones con él sin que yo esté presente. Por mucho que disfrute viendo cómo resuelves las cosas, tengo una manada que dirigir. Y aún tengo que averiguar dónde han desaparecido Trey y Cassandra».

Su ceño se frunce.

«No todo el mundo quiere hacerte daño, Neah».

«Le… me preguntó por qué estaba atada».

«Lo sé. Lo he oído».

«¿Está bien… ¿Lo que le dije? ¿Debería… haberle dicho más?»

«No mentiste». Le sonrío. «Pero creo que ha llegado el momento de celebrar una reunión de la manada y contárselo a todos. Si cambias, Neah, y yo no estoy…». Me detengo mientras la miro a los ojos azules. Temía que la gente supiera lo que es. Temía su respuesta.

«No me cambiaré».

«Por desgracia, no puedes garantizarlo. Devon dijo que hay muchas similitudes. Lo más probable es que no puedas controlarte la primera vez. Ocurrirá cuando menos te lo esperes. Y, sinceramente, pensé que te habrías transformado cuando viste a Verónica».

«Oh.» Sus ojos azules empiezan a brillar con lágrimas. No me había preguntado mucho sobre el cambio. Y por su reacción, me di cuenta de que esperaba poder controlarlo para que nunca ocurriera.

«Ven, debes de tener hambre». murmuro antes de que el pánico pueda apoderarse de ella.

Asiente con la cabeza y me coge de la mano, acompañándome silenciosamente al interior de la casa.

«Pasa a la cocina, necesito comprobar una cosa». Podía oler a Veronica en mi despacho y no quería que Neah estuviera cerca de ella.

«¿Qué coño quiere ahora? Lo hemos dejado claro». murmuró Aero. Él sólo quería estar con Neah, y yo también. Era muy consciente de que ella podía entrar en celo en cualquier momento.

De mala gana, Neah me suelta la mano y se dirige en dirección a la cocina.

«¿Qué quieres?» murmuro, abriendo de un empujón la puerta del despacho.

«Hola, Dane», me fulmina desde la silla del despacho. «Me preguntaba si podríamos salir a comer. Ya sabes, ponernos al día, como solíamos hacer».

«¿Se ha vuelto loca?» suelta Aero.

«No».

«Venga, sólo como amigos». suplica Veronica. «Ni siquiera intentaré nada».

«¿Siquiera sabe ser sólo amiga?». Aero resopla, y tengo que luchar contra la risa.

«No. Sal de mi silla».

Da vueltas en círculo antes de levantarse. «No estoy intentando nada, Dane. Es sólo que aquí no tengo amigos. Y me vendría bien tener al menos uno, y tú me conoces muy bien».

«Entonces deberías haberlo intentado más. Tengo una manada que dirigir, Veronica. No puedo ir a cenas contigo sólo para ‘ponernos al día’».

«Salíamos mucho a cenar cuando estábamos juntos».

«La manada era mucho más pequeña entonces. Como habrás visto, desde entonces ha multiplicado por diez su tamaño».

La luz atrapa sus ojos grises mientras sonríe.

«Siempre supe que serías un gran Alfa. Sólo necesitas a tu lado a la Luna adecuada. ¿Estás seguro de que es la adecuada? Se revuelve el pelo rubio.

«No deberías juzgar a la gente que no conoces».

Veronica pone los ojos en blanco. «La he visto, Dane. Es débil y está llena de miedo, no es intrépida como yo. Una Luna temerosa es una Luna inútil».

«Como he dicho, no la conoces. Ahora, a menos que tengas algo importante que decirme, puedes irte».

Frunce el ceño y se dirige a la puerta. «Ella no te hará feliz, Dane».

La observo para asegurarme de que sale de casa.

«Nunca se dará por vencida», murmura Aero. «Sería mejor que la matáramos».

«Y cuando llegue ese momento, no lo dudaré, pero ahora mismo, ella no es un problema».

Encuentro a Raven en la cocina con Neah, ambas compartiendo una tarrina de helado.

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