El contrato del Alfa
Capítulo 314

Capítulo 314:

Neah me agarra la mano. Tiene los ojos un poco más abiertos de lo habitual. «Puedo hacerlo, ¿verdad?»

Hasta ahora, el número de licántropos que habían aparecido había sido relativamente pequeño: algunos por su cuenta, otros en pequeños grupos, excepto la manada de Everwood, pero su número no era precisamente abrumador.

«Sí, lo tienes más que controlado, Alfa Neah».

Me dedica una pequeña sonrisa y camina hacia ellos, pronunciando su discurso. Es el mismo que les ha dicho a todos, bien ensayado, pero a ella le funciona, y eso es lo que necesita.

Damien no aparta la vista de los licántropos mientras se acerca a mí. «Pensé que Raven os habría seguido hasta aquí. Esperaba que tal vez quisiera ver cómo lleva Neah todo esto».

«¿Has hablado con ella?»

«Por supuesto, es mi compañera».

«No me refiero a eso, y lo sabes. ¿Has hablado con ella sobre cómo se siente?»

«Se ha cerrado en banda».

«La he sorprendido discutiendo con Neah». Sus ojos se abren de par en par ante mi afirmación. «Neah le estaba diciendo que no recordaba lo que había pasado realmente con Jenson. Raven no estaba contenta».

«¿Y dónde está ahora?» Frunce el ceño.

«Se fue enfadada. Damien, sé que perdió a su hermano, pero Dane también. Está tan obsesionada con cómo Blair le hizo daño que ha olvidado que Jenson fue a ver a Blair. Parece que no recuerda que Jenson la buscó, o tal vez sigue en alguna forma de negación. Aunque no debería, ¿verdad?».

«Hablaré con ella».

«¿Crees que es responsable del incendio?»

«No. Creo que sabe que la manada se volvería contra ella si lo hiciera». Suspira. «¿Qué ha dicho Neah sobre mi compañera?»

«Cree que Raven acabará en una situación en la que nadie podrá ayudarla».

Hago una mueca de dolor cuando Abraxas dispara a alguien.

Sigue sin ser un sonido al que me acostumbre, pero silencia a los licántropos que discuten. Todos miran fijamente a la mujer que se desangra en el suelo y, uno a uno, caen de rodillas en señal de sumisión… todos menos dos, y están muertos antes incluso de saber que los han atrapado.

Llevo años rodeado de muerte. He matado, he visto matar a otros, pero cuando Abraxas lo hace, es tan fácil como coger una cerveza de la nevera. No significa nada para él.

Ryken y un par de licántropos que llevan aquí un rato se mueven entre la multitud, recogiendo los cadáveres. Los llevarán al extremo más alejado de la manada y los quemarán, como a todos los demás.

Es un proceso agotador. Una idea que fue mía. Pero supongo que pensé que menos licántropos perderían la vida. Sin embargo, lo que nadie se había preguntado es que aún no ha aparecido ningún otro licántropo mordido. Todos y cada uno, excepto Damien y yo, somos sangre pura.

«¿Te parece raro?»

«Normalmente, sé por dónde vas, pero tendrás que darme un poco más que eso». Damien sonríe.

«No hemos visto a ningún licántropo mordido. No ha habido ninguno como nosotros. Ni siquiera los asesinados».

«Neah no dio ninguna orden. Sólo fue una petición. Supongo que no han venido porque probablemente piensan que los matarán por no ser sangre pura. Y eso si es que siguen vivos. No sabemos si ha abatido a alguno». Asiente en dirección a Abraxas. «No los menciona. Estoy seguro de que si Neah decide convertirlo en una orden, vendrán. ¿Por qué, te sientes excluido?», reflexiona.

«No, sólo curiosidad, supongo». Suspiro interiormente. Siempre hay algo que no tiene sentido. «¿Dónde se van a alojar todos estos? No nos quedan cabañas. ¿Y qué pasa con la carrera de la manada de esta noche?»

«Ya está solucionado».

El arma se dispara de nuevo, y un dolor agudo irradia por mi estómago. Veo el horror en la cara de Damien y a Eric precipitándose hacia mí. El cielo gira hasta que estoy frente a él, y los hombres están de pie sobre mí.

Eric me pone las manos en el estómago. Veo el pánico en su rostro mientras oigo a Neah ordenar a los licántropos que se tiren al suelo. ¿Y Abraxas? Me disparó.

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