El contrato del Alfa
Capítulo 202

Capítulo 202:

Se queda muda mientras vuelvo a levantar el cabezal de la ducha, dejando que el agua caliente caiga en cascada sobre ella. Cojo el gel de ducha y se lo masajeo mientras ella se apoya en mi pecho. Cuando le he lavado el pelo, empiezo a preguntarme si la habré roto.

«¿Raven?»

«¿Sí?» Su voz es inusualmente aguda y lucho contra la risa que burbujea en mi garganta. Aún está colocada.

Tarda unos treinta minutos en volver en sí. Sus ojos oscuros parpadean hacia los míos y luego hacia la ropa que lleva ahora: una sencilla camiseta azul con unos vaqueros a juego. Me sorprende que haya conseguido vestirse en su estado de aturdimiento.

«¿Qué me has hecho?

«Te he dado lo que querías», sonrío. «Creo que estabas en una especie de calentón porque llevaba mucho tiempo fuera».

«Claro», murmura, dirigiéndose al armario. Saca un par de botas de combate y se las ata lentamente. Una vez hecho esto, se levanta y me mira con una pequeña sonrisa. «Nadie me ha hecho nunca eso».

El viaje de compras para Dottie ha durado casi todo el día, y Raven se ha gastado lo que parece una fortuna de mi dinero para asegurarse de que la niña esté equipada para los próximos diez años de su vida.

Estamos cargando las últimas bolsas en el coche cuando Raven se paraliza de repente.

Sé por qué: yo también he captado su olor.

Levanto la vista y la veo inmóvil, mirándome fijamente. Se le va el color de la cara, como si hubiera visto un fantasma. Me giro, sigo su mirada y veo a Jenson.

Al principio no nos ve. Está hablando por teléfono, con una expresión nítida y concentrada. Pero entonces se vuelve y sus ojos se clavan en nosotros.

Veo que sus labios pronuncian una sola palabra: «¡Mierda!».

Rápidamente, se guarda el teléfono en el bolsillo y gira sobre sus talones, alejándose a paso ligero.

«¿Qué está haciendo? murmura Raven, con voz entrecortada por la incredulidad. «Pensé que se alegraría de verme, al menos».

«Con quienquiera que estuviera hablando debe de ser importante», respondo, cerrando el coche de golpe.

«Damien, no», murmura Raven, agarrándome del brazo. «No quiere vernos».

«Sólo necesito preguntarle qué hizo con Jess. Por Neah».

Me agarra brevemente, pero luego me suelta. «No voy a ir contigo», dice con firmeza. «Esperaré aquí».

Sigo el rastro de Jenson por las calles abarrotadas, manteniendo la distancia. Al final, lo veo con una mujer, una mujer licántropo.

Lo sabía. Sabía que había más licántropos ahí fuera.

Pero ¿por qué iba a estar Jenson con otra licántropa después de lo que le pasó a Jess?

Jenson parece aterrorizado y gesticula con las manos mientras habla. La mujer, en cambio, permanece inmóvil, de espaldas a mí. Tiene los brazos cruzados y el pelo oscuro le roza los hombros. Lleva unos tacones de stripper imposiblemente altos, uno de los cuales golpea con impaciencia el hormigón.

De repente, le agarra la barbilla y le acerca la cara a la suya.

¿De verdad, Jenson? ¿Acabas de perder a tu pareja y ya estás con otro licántropo?

Ella lo suelta y él camina hacia el lado del acompañante de un elegante Porsche. La mujer se gira, dándome una clara visión de su rostro justo antes de deslizarse hasta el asiento del conductor.

Se parece a Neah.

El parecido es asombroso: el mismo pelo oscuro, la misma estructura facial. La única diferencia son los ojos. Mientras que los de Neah son de un azul brillante, los de esta mujer son de un marrón intenso.

El Porsche pasa a toda velocidad a mi lado, y yo me aplano contra la pared para evitar que me vean. En cuanto el coche desaparece de mi vista, doy media vuelta y corro hacia Raven.

Salto al asiento del conductor y ladro: «¡Tenemos que irnos!».

«¿Qué has visto?», pregunta ella, con voz de pánico.

«Raven, yo…» Piso el pedal y el coche avanza a toda velocidad mientras salimos de la ciudad.

«¡Damien, me estás asustando!», grita ella, agarrándose con fuerza a los bordes del asiento mientras el coche avanza a toda velocidad por la carretera.

«Jenson estaba con otra mujer».

«¿En serio?», suelta ella, irritada.

«Una mujer licántropa».

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