El contrato del Alfa
Capítulo 149

Capítulo 149:

Cuando Neah grita, Damien se aparta, olvidándose de mí como si no acabara de pasar nada.

El corazón me late en el pecho cuando entra en su habitación, dejándome semidespierta en el puto pasillo, con el sabor de sus labios aún persistente en los míos. ¿Qué coño ha sido eso? Medianoche jadea molesta.

¡Tengo que salir de aquí!

Lentamente, retrocedo, hasta llegar a las escaleras. Se me llenan los ojos de lágrimas.

«No, eso no va a pasar». Murmuro para mis adentros mientras corro por la escalera, secándome los ojos. No soy una llorona y no voy a empezar a serlo ahora. Atravieso a toda prisa el recinto y entro en el hospital. Es mi lugar seguro, el único lugar donde tengo el control, donde todos los de la manada confían en mí.

Me hundo detrás de la estación y me siento en silencio, dejando que Medianoche me calme. ¿Por qué me dejé arrastrar a esto? ¿Por qué dejé que el vínculo nublara mi juicio?

No podemos evitarlo, susurra Medianoche. Él hace aflorar sentimientos que hacía tiempo que no sentíamos.

Él no es Salem.

No, no lo es. Salem nos ensució. Oigo su enfado, aunque nunca lo admitirá. Frustrada, mi mano golpea el suelo de baldosas.

«¿Enfadada?» Una voz grave procede del otro lado de la estación, lo que me hace quedarme helada. Creía que estaba sola. No olía nada. No podía oler a otro Lobo. Eso sólo podía significar una cosa.

Dane, enlazo a mi hermano. Está aquí. Está en mi hospital.

¿De qué estás hablando?

Del Pícaro. Gimoteo. ¡Ya vamos!

«Preferiría que salieras». Retumba la voz grave. «Sólo quiero hablar». Habla la bestia.

Deberíamos cambiarnos, murmura Medianoche.

No, atacará.

Lentamente, dándole la espalda, me pongo en pie. No tengo armas ni nada cerca que pueda servirme para hacerle daño. Al girarme, siento un nudo en la garganta. No pude verlo bien en el bosque, pero lo que veo ante mí es mucho peor que los licántropos con los que luchamos. Damien tenía razón, son monstruos.

Me sostiene la mirada, sus fosas nasales se agitan mientras inclina su gran cabeza hacia un lado. La sangre seca cubre sus afilados dientes y su hocico. ¿Ha matado a alguien para entrar aquí?

«Hueles a traidor», gruñe. Le devuelvo la mirada, negándome a parpadear por si se mueve. Una parte de mí había pensado que Damien mentía cuando dijo que podían hablar.

¿Cómo… cómo has entrado aquí? Siempre cerraba con llave cuando me iba.

«¿De eso te preocuparás cuando estés muriendo, Raven?».

¿Sabes cómo me llamo? chillo. Mis ojos parpadean hacia la puerta. ¿Dónde estaba Dane? ¿O alguien?

«¿A quién buscas?» Suena como si intentara reírse. «¿A tu nuevo compañero? ¿Quizá a tu hermano mayor? ¿O quizá incluso a la hembra Alfa? Ninguno de ellos puede salvarte, Raven».

Haz que siga hablando, murmura Medianoche. Gana tiempo.

«¿Me has estado observando?» Sigo las instrucciones de Medianoche, esperando que me dé una oportunidad.

«Puedes llamarlo así si eso te hace sentir cómoda».

No se había movido ni un milímetro desde que empecé a hablarle. ¿Intentaba asustarme?

«Tus ojos siguen desviándose hacia la puerta. Supongo que has enlazado una de ellas». Se levanta sobre sus patas traseras. «Así que ya es hora de que nos vayamos».

Salta sobre el mostrador hacia mí y me rodea con sus manos llenas de garras antes de que pueda hacer nada. Me tapa la boca con algo. Por mucho que me resista, cuanto más respiro lo que sea, más débil me siento. Mis brazos y piernas se vuelven pesados y apenas se mueven.

No era como luchar contra uno de los mordidos, donde su objetivo era simplemente matar de la forma más descuidada. Éste parecía saber exactamente lo que iba a intentar, como si me conociera.

No pude luchar más, y mi cabeza cayó hacia atrás contra un pecho sólido.

Es hora de dormir.

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