Capítulo 508: 

«Con su entusiasmo y cuidado por el bebé, me temo que se irá a Ciudad Luo a cuidarte, aunque no la invites». Ada se rió al recordar la apuesta que hizo con su madre. No porque estuviera segura de que ganaría, sino porque creía que Oliva era una buena persona.

«Eso es lo mejor». Su bebé era la clave de su relación, así que se aprovecharía de ello. Aunque si lo pensara detenidamente, se sentiría un poco molesta, aunque algunas cosas en la vida eran para ser generosos, había ciertas cosas que no se podían regatear y si lo hacía, podía partirse fácilmente.

Oliva no quería que se dividieran, ya que la gente debe tener una mentalidad amplia para vivir con tranquilidad.

«¿Sabe mi hermano de su decisión?». Preguntó Ada.

Oliva respondió. «Todavía no he hablado con él, pero no creo que se oponga».

«Nadie, ni siquiera mi padre, que ya está muerto, podría controlar a mi hermano». Dijo Ada, riendo. «Él sólo te escucha a ti».

Oliva también se rió. «No se trata de que me escuche o no, porque la Señora Hoyle es su madre, así que no tiene motivos para oponerse». Aunque su marido tenía miedo de que la Vieja Señora Hoyle le hiciera daño y se esforzaba por evitar que las dos se llevaran bien, lo que más deseaba era que ellas se llevan bien. Por lo tanto, esta oportunidad era rara, sería una pena que la perdiera.

Alan, por supuesto, estaba de acuerdo con ella, pero es que cuando su mujer le contó esta idea, se sintió un poco preocupado, por lo que no dejó de mirarla a ella y a su vientre aún plano que ya estaba gestando una nueva vida. «¿No tienes miedo de que mi madre te intimide?».

«¿Te parezco una mujer a la que pueden intimidar?». Preguntó Oliva con una sonrisa: “Como dice Chloe a menudo, ‘no atacaremos a menos que nos ataquen; si me atacan a mí, les atacaré a ellos’”.

La situación entre ellas era menos grave, pero ella ya no se limitaba a aguantar. No tomaba la iniciativa de enfrentarse a la Vieja Señora Hoyle, pero si ella se pasaba de la raya se movilizaría para protegerse a sí misma y a su bebé. Como madre, la Vieja Señora Hoyle debería haber entendido el significado del afán de una madre por proteger a su bebé.

«No te preocupes porque contigo a mi lado para protegerme, no tengo miedo de nada, sólo me haré más fuerte cuando caiga, mientras que es raro que tu madre acepte al bebé en su corazón por fin vemos un poco de esperanza, ¿No? Incluso si ella tratara de intimidarme, no podría intimidar al bebé en mi vientre, podría porque el bebé en mi vientre es el nieto que ella quiere».

Oliva lo consoló, se acarició la barriga y se rió: «¿No lo ves? Tu hijo es ahora mi talismán de la suerte».

Alan sintió pena, mientras la abrazaba con fuerza le dijo. «Lo siento».

Oliva sonrió, abrazándolo por la cintura. «¿Por qué dices que lo sientes? No has hecho nada malo».

No había hecho nada malo, pero no había sabido gestionar la relación entre su madre y su mujer. Era omnipotente en los negocios, pero en casa se sentía impotente la mayor parte del tiempo. Separarlas para evitar que su madre hiciera daño a su mujer era un tipo de comportamiento negativo por su parte. Pero su mujer se lo tomaba todo con una actitud positiva, pues nunca se quejaba de nadie porque siempre encontraba lo mejor de las personas y devolvía lo bueno a lo malo. Tenía suerte de tener una esposa así.

«Intenté hacer algo que hiciera que mi madre te aceptara con todo su corazón, en lugar de fingir que aceptaba por el bien del bebé, pero he fracasado». No es fácil para un hombre como Alan admitir la derrota, así que ella podía imaginar lo duro que debía ser para él.

Oliva se puso de puntillas, le tomo el rostro con las manos y le dijo muy seria «¿Cómo puedes llamar a eso un fracaso? Es mejor que pueda aceptar a mi bebé a que lo odie tanto como a mí. Bueno, ni siquiera pienso en ello, puedes dejar de pensar en ello ¿Sí? Debes creer que, con mi encanto, conquistaré el castillo de la Señora Hoyle y ella no podrá huir. Un día tomara con gusto el té que le sirva su nuera».

A Alan le impresionó su sonrisa. «Tú siempre puedes mirar el lado bueno de todo».

«¿Quieres gritar de pesimismo? Tienes que ser optimista y positivo». A Oliva se le daba bien consolarse a sí misma y también a los demás.

La Vieja Señora Hoyle también perdió el sueño esa noche porque pensó que sería humillante si hubiera pedido ir con Oliva a Ciudad Luo, ya que parecía que había cedido ante Oliva. Oliva no era una mala persona, pero si no iba con Oliva, le preocupaba un poco que su nieto volviera a ser registra con el apellido de la Familia Steele.

Después de dar vueltas en la cama toda la noche, no pudo encontrar la excusa adecuada ¿Debía decirle a Oliva, voy a ir a cuidar de ti? Aunque estuviera dispuesta a decírselo a Oliva, su hijo, que era tan protector con su mujer, no creería que se lo decía por buena voluntad. Tenía miedo de que hiciera daño a Oliva como si se hubiera convertido en la vieja bruja malvada y estuviera llena de veneno, así que la evitaba con todas sus fuerzas.

El problema la mantuvo despierta toda la noche, de modo que cuando se despertó al día siguiente, estaba de mal humor. Pero en el momento en que bajó las escaleras, se le ocurrió de repente que el motivo por el que quería ir a Ciudad Luo era que Oliva se había casado con su hijo, por lo que Oliva debería seguir a su hijo para vivir en Jiangcheng. Alan era su hijo y pertenecía a la Familia Hoyle, mientras que Alan consiguió a Oliva como esposa en lugar de casarse y vivir con la familia de Oliva ¿Pero estaría su decidido hijo de acuerdo con su idea?

Si una mujer estaba profundamente protegida por un hombre, ésta era como una fortaleza inexpugnable, así que la Vieja Señora Hoyle no tenía forma de enfrentarse a Oliva. Al pensar en esto, se deprimió profundamente.

“Buenos días, Señora Hoyle». Oliva salió de la cocina, la vio, sonrió y le dio los buenos días.

La Vieja Señora Hoyle frunció el ceño al ver a Oliva con el delantal puesto. «¿Necesito que prepares el desayuno? Ya estás embarazada y tenemos a los criados para que preparen el desayuno, no necesito que lo hagas aquí e intentes adularme».

«Señora Hoyle, ¿Se preocupa por mí?». Le preguntó Oliva, sonriendo. Aunque sus palabras fueron un poco duras, ella sintió algo diferente. Como dice el refrán, a la gente le daba vergüenza dar una cachetada en el rostro de alguien que le sonreía, así que ella creía que podía derretir el iceberg de la Vieja Señora Hoyle.

«No estoy preocupada por ti, pero sí por mi nieto. Te das cuenta de que eres una mujer embarazada y llevas esos tacones altos, ¿Intentas ab%rtar? ¿Intentas mat%r a mi nieto? Si le pasa algo a mi nieto, te voy a gritar todo el día». La Vieja Señora Hoyle la señaló, regañándola.

«Sí, sí, mamá, tienes razón». Por alguna razón, Oliva sonreía felizmente porque al ver a la Vieja Señora Hoyle regañarla, pensó que parecía una niña irracional.

«No creas que porque sonrías me vas a caer bien, Hmm…». La Vieja Señora Hoyle mantuvo el rostro serio, pero antes de que pudiera terminar de resoplar, volvió lentamente a la realidad. «¿Cómo me has llamado?».

«Mi cuñada te acaba de llamar mamá». Ada salió de detrás de la Vieja Señora Hoyle.

Ellas hablaban tranquilamente en la cocina, mientras Ada y su hermano las oían con claridad detrás de ellas. Ada pensó que era gracias al buen carácter de Oliva, porque si la nuera de la de su madre hubiera sido otra persona que no fuera Oliva, se habría peleado con ella. ¿Qué mujer iría a la cocina a preparar el desayuno estando embarazada?

Ada temía que algunas mujeres embarazadas sólo quisieran esperar el desayuno que otra persona le ha preparado.

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