El CEO calculador y su inocente esposa -
Capítulo 272
Capítulo 272:
Como Norton estaba enfermo, luego de jugar un rato a las cartas con ellos, aunque quería mostrar su optimismo, estaba un poco cansado.
Oliva le ayudó rápidamente a tumbarse y a descansar en la cama.
Norton vomitaba sangre en medio de la noche, vomitaba lo que había comido y apenas podía caminar cuando tenía dolor, la morfina ya no le hacía efecto. El derrame pleural era muy grave, y los órganos internos estaban tan comprimidos que no podía funcionar con normalidad.
Norton estaba angustiado desde vivía en el hospital todos los días.
Ahora solo veía a su mujer y una enfermera ¿Todo esto fue porque hizo algo malo en su vida? Cuando la gente envejece, empieza a creer en el karma.
Tenía un hijo, pero su hijo era un pla%boy. Quien no se atrevía a tener un hijo en ese momento. Su hijo lo llamó desde el extranjero y clamó por volver. Lloraba amargamente, se arrepintió de sus errores y dijo que le serviría frente a su cama de hospital. Sin embargo, no era la primera vez que su hijo se ‘arrepentía’, luego de un tiempo no tardaba en volver a sus andadas.
Realmente no podía creerle de nuevo a su hijo. No es que no quisiera que su hijo volviera, su mujer lo extrañaba mucho, pero Norton temía que su hijo fuera el mismo cuando volviera. Su mujer era de corazón blando y no podía controlarlo, aunque quisiera.
Norton no se atrevería a entregar la empresa a su hijo, pero le ocurriría lo mismo que a Hengdu.
Afortunadamente, en Hengdu, el personal se llevaba bien con Alan, quien trataba a los empleados con amabilidad. Es extraño decir que después de unas cuantas visitas, se hizo amigo de este hombre que le había robado el trabajo de su vida. A veces, cuando Norton pensaba en ello en plena noche, le parecía increíble.
Si su hijo rebelde tuviera la mitad de la habilidad de Alan Hoyle, incluso solo la mitad, se sentiría aliviado. Pues no sabía cuántos soles podría ver en el futuro, ni si podría ver a su hija en la vida.
Oliva tenía un buen gusto, un hombre así valía la pena la espera de tantos años.
Ahora mismo se reía y les preguntaba cuándo podría comer su pastel de boda, pero Alan dijo amargamente: «El suegro y la suegra aún no me han dado su bendición».
Este pobre hombre trabajó duro y perseveró como una mosca sin cabeza durante cinco años, cuando finalmente encontró a su amada mujer, aun había obstáculos por superar.
Norton conoció a los padres de Oliva, aunque eran de una familia pequeña, eran humildes en el trato con los demás. La identidad de Alan Hoyle no funcionaría esta vez.
Alan le miró con una sonrisa maliciosa en el rostro, sus ojos se oscurecieron: «Director General Geve, ¿Te regodeas un poco?».
Norton agitó la mano apresuradamente. «¿Cómo me atrevería a burlarme de ti? Cuando Alan Hoyle hace un movimiento, es sólo cuestión de tiempo para que se cumpla lo que se propone. Tarde o temprano te aceptarán, pero tienes que darte prisa, me temo que no podré asistir a tu boda».
La vida y la muerte, por su bien, ya estaban abiertas para él. Cuando el dolor era insoportable, sentía que la muerte era una especie de alivio. Pero aún tenía preocupaciones en su corazón, y se resistía a dejar este mundo, así que hizo lo posible por sobrevivir.
El círculo regresó y siguió soportando una nueva ronda de dolor y sufrimiento.
Oliva pisoteó: «Norton, ¿Cómo puedes hablar así? El doctor ha dicho que tus células cancerosas ya no se extienden, no puedes rendirte. Además, ¿Estás dispuesto a renunciar a tu esposa y al Angel?».
¿Qué podía hacer? Él también quería vivir cien años, quería divertirse con sus nietos y disfrutar de la felicidad de la familia. Pero esas, después de todo, son esperanzas extravagantes. No sabía si su hija, a la que nunca había conocido, estaba casada o si tenía hijos.
Mientras hablaba, Lory Ted entró a empujones.
Detrás de ella, hay un hombre extraño, que lleva un maletín.
Norton dijo: «Resulta que te llamo esta vez por asuntos del Angel. Mientras mi conciencia está despierta, quiero arreglar las cosas del Angel. Por favor, sea mi testigo. Este es el abogado Louis Porter».
Olivia sabia que hablaba de su testamento y necesitaba que testificaran… se sintió triste, pero no esperaba que el abogado Porter sacara un documento de su maletín y se lo entregara directamente a ella: «Señorita Steele, el Señor Norton Geve le transfiere deliberadamente el siguiente diez por ciento de las acciones que están a su nombre. Si no hay objeción, por favor firme aquí con su nombre».
En cuanto salió este comentario, ella no sólo se sorprendió, sino que Alan también se sintió desconcertado.
Oliva no se atrevió a recogerlo: «Norton, no puedo aceptar esto. No hagas bromas así, no puedo…».
Norton dijo: «Querida, ahora sé que tu hombre tiene mucho dinero, ya puedes despreciar esto».
Oliva murmuró: «Qué tiene que ver su dinero conmigo». Hubo un repentino dolor en su cintura.
Oliva se levantó de un salto y miró fijamente a Alan: «¿Por qué me pellizcas?».
Norton se rió: «Porque has dicho algo incorrecto».
«¿Qué he dicho mal?». A ella no le interesaba el dinero de Alan.
Alan volvió a darle una palmadita en la cabeza.
Esta estúpida mujer, ya había dicho que su riqueza, su estatus, sus recursos y todo lo que le pertenecía lo compartía con ella. Era tan buena que lo separaba todo con él de forma tan clara.
Alan estaba cabreado. «Vuelve a decir algo así y me vengaré de ti».
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