El CEO asesino
Capítulo 37

Capítulo 37:

«¡Claro que me acuerdo de todo lo que te gusta!».

Annabelle se emocionó un poco. Al sonreír era como si el mundo entero sonriera a la vez.

«¡Ah claro! Cómo estaban papá y mamá?».

«¡Tan bien como una garrapata en un perro grande y gordo!» Ralphy respondió jovialmente: «¿Por qué no se fueron a casa?».

El ambiente se ensombreció de inmediato. Annabelle bajó la mirada y mantuvo los labios sellados.

«¿Sigues enfadada por lo que pasó?» preguntó Ralphy en voz baja.

Annabelle levantó los ojos para encontrarse con su mirada y negó lentamente con la cabeza. «No es eso… Todavía tengo cosas que hacer y no quiero volver, al menos no por ahora».

Annabelle siempre había sido terca y testaruda. Su obstinada determinación no era ninguna broma y Ralphy lo sabía perfectamente al haber crecido con ella.

Tampoco él quería forzar a su querida hermana.

«¿Cómo está la compañía?» Annabelle trató de evitar el tema.

«Todo va bien. En la empresa y en casa», respondió sin ton ni son.

«¿Ha causado Alistair algún problema a la empresa?». Su cuerpo se inclinó ansiosamente hacia delante.

Ralphy negó con la cabeza: «No, no lo hizo».

Annabelle se recostó en su silla. Estaba gratamente sorprendida, aquel Mu era todo un hombre de palabra.

«Annabelle, ¿por qué no me acompañas a casa? Papá y mamá estarán encantados de verte». Ralphy juntó cuidadosamente sus palabras para animarla.

«Hermano, tengo mis propias razones para no hacerlo. Cuando sea el momento adecuado, volveré sin duda». Annabelle respondió con inflexible determinación.

«Entonces que así sea. No quiero obligarte a ti también». Ralphy sonrió amargamente. Sabía que si lo intentaba más sólo conseguiría enfadar a su hermana pequeña.

«¡Prométeme que no se enterarán!» Annabelle frunció el ceño y dijo con firmeza. «De acuerdo, lo haré…»

«Hermano, por favor, ten fe en mí. Todo lo que hago es por el bien de nuestra familia». Dijo sin sonreír. Sus ojos irradiaban una determinación feroz.

Ralphy sabía cuándo su hermana se ponía seria. Asintió con la cabeza y le cogió la mano. Pero prométeme que si pasa algo me lo dirás inmediatamente, ¡NO HAY SECRETO!».

«¡Lo prometo!»

Sólo entonces Ralphy pudo relajarse un poco.

Mientras tanto, les sirvieron el café.

Annabelle estaba removiendo su café cuando de repente su hermano soltó una pregunta: «Por cierto, ¿dónde trabajas ahora?».

El gesto de Annabelle se detuvo y desvió la mirada hacia un lado.

Umm…

De todas formas sabía que era incapaz de guardar este secreto y apretó los dientes y ronroneó suavemente, «Yun Rui…»

Ralphy pensó que había oído mal. Pero al encontrarse con la mirada reafirmante de Annabelle, se llevó un chocante golpe mental.

«¿No es esa la compañía de Alistair?». Annabelle asintió.

«¿Así que has vuelto con él?» Frunció el ceño.

«¡No! Ni siquiera podría reconocerme. Ni sabe mi identidad». explicó Annabelle.

«¿Qué quieres decir?» Y Ralphy entrecerró los ojos, con las cejas aún más juntas.

«No recuerda en absoluto que yo sea su ex mujer. Puedes estar tranquila». explicó Annabelle y soltó una risita.

La expresión de Ralphy se parecía a la del confundido Jacky Chan. Pero acabó encontrando credibilidad en sus palabras, después de todo, ¡ni siquiera él, su propio hermano, la reconocía ahora mismo!

Annabelle tenía un aspecto muy diferente al que tenía cuando se casó con Mu.

Pero aún así, que su marido fracasara tan estrepitosamente hasta el punto de no poder reconocer a su ex mujer de pie ante él, sólo demostraba lo mala que era su relación…

«¿Estás absolutamente seguro de que no podía recordar?» Ralphy se puso involuntariamente la palma de la mano en el pecho, como si su corazón se sintiera débil después de la montaña rusa que había sido la narración.

Annabelle asintió mecánicamente: «En realidad, me uní a su compañía sin saberlo, ¡y estoy segura de que él no tenía ni idea! No te preocupes».

Ralphy asintió en señal de aprobación. Sin embargo, sus ojos se entrecerraron hasta convertirse en una rendija y se le ocurrió una idea…

.

.

.