Capítulo 859:

«Dime lo que son», preguntó Tyrone.

«Bueno… Prometiste que el bebé tendría mi apellido, ¿no?». preguntó Sabrina, enarcando una ceja.

Con una sonrisa, Tyrone respondió: «Por supuesto. No lo he olvidado. Pase lo que pase, nunca dejará de ser mi hija».

«¡Eso está bien!», exclamó Sabrina, satisfecha.

Tomándose un momento para reflexionar sobre los nombres que se le habían ocurrido, preguntó: «¿Qué te parece Maeve Chávez? Ese nombre suena bien».

«¿Maeve Chávez?», preguntó Tyrone pensativo.

«Sí. Creo que ese nombre es muy bonito».

«¿Qué te parece Marine Chavez?», sugirió Tyrone.

«Marine Chavez…», repitió Sabrina en tono ligero. «A mí también me gustó. ¿Hay algún nombre que te guste?».

«Juliet Chavez».

«Ese también está bien», dijo Sabrina, frotándose la frente mientras razonaba.

«¡Vaya, es tan difícil elegir!».

Al ver su ansiedad, Tyrone la tranquilizó: «No hay por qué apresurarse. De todas formas, no podemos ponerle un nombre oficial al bebé hasta que te den el alta».

«Claro…» El rostro de Sabrina se iluminó tras un momento de reflexión. «¿Qué te parece Ellen Chávez? ¿Qué te parece?»

De repente, un sueño que había tenido pasó por su mente, como si hubiera predicho este momento.

Tyrone sonrió y dijo: «Tú tomas la decisión final».

Sabrina se tapó con el edredón y contestó: «Ahora mismo no puedo decidir. Lo resolveremos mañana».

Sabrina se quedó dormida. Cuando se despertó, ya eran más de las ocho de la mañana.

La niñera, que estaba al lado de Sabrina, se dio cuenta de que se movía y le preguntó inquieta: «Sabrina, ¿te encuentras mal?».

Sabrina bostezó, luego se frotó los ojos y la miró.

«Quiero tumbarme de lado. Tengo las piernas entumecidas».

Con cuidado, la niñera sujetó a Sabrina por la cintura y la ayudó a tumbarse.

Sabrina miró a su alrededor y preguntó: «¿Se ha ido Tyrone?».

«Se fue, pero no dijo adónde iba. ¿No quieres dormir un poco más?».

«No. Voy a levantarme».

Después de coger el mando a distancia y ajustar el cabecero, la niñera le dio a Sabrina una taza y un cepillo de dientes.

Después de que Sabrina se lavara los dientes, la niñera le ofreció una toallita caliente, que utilizó para limpiarse la cara.

En ese momento llegó Tyrone.

«Te has despertado. ¿Cómo te encuentras?»

«Bien. ¿Por qué no has ido a trabajar?».

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