Capítulo 821:

Sabrina puso los ojos en blanco. La idea de poder desconectarlo, realizar la conexión y luego volver a enchufarlo era más rápido que ir y venir.

Sabrina no se encariñó con el asunto.

Tyrone fue a la habitación a buscar su teléfono celular, ya que su mente ya estaba vagando nuevamente sobre los matices del diseño de la habitación.

Unos minutos más tarde, Tyrone regresó a la oficina, pero con las manos vacías. Se sentó frente a la computadora como si ya hubiera hecho la llamada.

Luego, Sabrina extendió su boceto en la habitación del bebé frente a ella y preguntó: «Tyrone, ¿qué opinas de esta idea?»

Sabrina señaló un rincón de la habitación que diseñó y explicó con voz llena de entusiasmo: «La cuna se quedará aquí.

Cuando el bebé crezca, cambiaremos la cuna por una cama más grande. Aquí pondremos una alfombra y un parque para que pueda jugar… Se agregarán todos los muebles y decoraciones para que el espacio sea muy acogedor».

Tyrone tomó su cuaderno de bocetos y lo miró atentamente durante unos segundos.

«Mira. ¿Quién diría que nuestra Sabrina tenía tanto talento para el diseño, eh?»

«¡Deja de ser lindo!», respondió Sabrina, queriendo que él tomara el tema en serio.

Tyrone se aclaró la garganta, asintió y añadió: «Está muy bien diseñado. Sigamos así. Cuando tu bebé crezca y quiera cosas nuevas, podrás transformar la habitación como quieras.”

Sabrina asintió, estando de acuerdo.

«Está bien. Lo dejaré así. Mañana echaré otro vistazo para ver si es necesario ajustar algo».

«De acuerdo.» Tyrone asintió, satisfecho.

Luego, Sabrina cerró el cuaderno de bocetos y lo volvió a colocar en el estante.

«Puedes volver a trabajar. Voy a acostarme un rato».

Una vez en la habitación, Sabrina encendió el altavoz Bluetooth y, con música suave de fondo, se dirigió al baño para darse una ducha.

Después de terminar el baño, sintió el ya familiar deseo de volver a escuchar los latidos del corazón del bebé, ya que lo hacía todas las noches. Caminó hasta la mesa y abrió el cajón para mirar el estetoscopio que había dentro.

Inmediatamente, el recuerdo de esa noche apareció en su mente, haciendo que sus oídos comenzaran a calentarse y dejando su rostro sonrojado.

Mientras se inclinaba para recoger su estetoscopio, sus dedos vacilaron por un momento, como si no tuviera el coraje de enfrentar el instrumento después de eso. Tratando de deshacerse de ese recuerdo, sacudió la cabeza. Finalmente, tomó el estetoscopio para usarlo.

Después de acostumbrarse y caer en una rutina, se dio cuenta de que escuchar los latidos del corazón de su bebé era una experiencia muy especial. Ese era el sonido constante del corazón de su hijo, que pronto llegaría al mundo.

Después de escuchar durante unos minutos, Sabrina sacó su estetoscopio y cogió su teléfono celular para comprobar si había nuevas notificaciones.

Encontró un mensaje de su asistente en Facebook.

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