El camino a reparar tu corazón -
Capítulo 614
Capítulo 614:
Con los ojos tapados, los demás sentidos de Bettie se agudizaron notablemente.
El silbido del viento pasó zumbando junto a ella, emitiendo un zumbido.
Cayendo en picado a una velocidad alarmante, Bettie no pudo reprimir sus gritos. Su adrenalina se disparó, su corazón se aceleró y su respiración se hizo superficial. Sintió un subidón en la cabeza, acompañado de un zumbido constante.
La intensa excitación asustó a Bettie hasta los huesos, sintiendo que su corazón flotaba, siempre temeroso de lo que pudiera ocurrir en el momento siguiente.
Su miedo iba en aumento, alcanzando cotas de pavor absoluto. Gritaba sin cesar, como una gallina de juguete que no se callaba, incapaz de silenciarse.
Se olvidó de todo, incluso de cerrar los ojos, mientras las lágrimas empapaban su venda.
Entonces, de repente, su caída se detuvo brevemente.
Justo cuando Bettie pensaba que había tocado el suelo, desconcertada por la ausencia de dolor, fue elevada de nuevo a una velocidad vertiginosa.
«¡Socorro!» Bettie gritó, totalmente confundida.
Se elevó hasta un punto y volvió a caer.
Y de nuevo, se elevó y cayó.
En medio de la tortura, el corazón de Bettie saltaba y revoloteaba como su cuerpo, saltando alto, cayendo bajo, atrapado en su garganta, luego hundiéndose profundamente.
Todo se desarrolló en unos breves instantes.
Tras unas cuantas subidas y bajadas, acabó balanceándose en el aire, atrapada en un momento de suspense. Sentía como si su alma hubiera vuelto a ella, aunque su corazón no se había calmado, el miedo seguía atenazándolo con fuerza.
Sin embargo, pensó que hoy no iba a morir. Fue un alivio, una pequeña nota positiva.
Resultó que el cerebro detrás de esto no estaba tratando de matarla, sino que la había hecho experimentar el puenting, atada de forma segura con una cuerda.
Mientras se balanceaba, Bettie sintió que la levantaban lentamente.
¿Cuál era el siguiente movimiento planeado para ella?
Su mente bullía de posibilidades. ¿Podría cortarse un dedo de la mano o del pie? ¿Quizá perder una mano o un pie entero? ¿Quizá romperse una pierna?
¿O tal vez todo estaba conduciendo a una severa paliza?
De repente, Bettie ya no tenía tanto miedo. Después de enfrentarse a la propia muerte, ¿qué más había que temer?
Aunque ella no hubiera elegido esa batalla. Se preparó mentalmente para más desafíos. «Que la tormenta me ataque aún más fuerte», murmuró Bettie en voz baja.
Poco después, sintió que alguien la agarraba por los hombros y los brazos, tirando de ella hacia arriba.
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