Capítulo 601:

«Tú» Sabrina le miró bruscamente, frotándose los labios varias veces.

«Si sigues enfadada, tendré que seguir besándote», dijo Tyrone con descaro.

Sabrina lo miró, con los ojos muy abiertos por la frustración.

Sus miradas se encontraron, sin ceder ninguna.

Tyrone se acercó para darle otro beso.

Sabrina se echó rápidamente hacia atrás, con la espalda pegada a la ventanilla del coche, nerviosa. «Ya basta. No estoy enfadada».

Tyrone levantó una ceja, con una sonrisa juguetona en la cara, mientras observaba cómo se le ponían rojas las orejas como si estuvieran ardiendo. Sabía que no estaba realmente enfadada. Sólo estaba avergonzada por sus acciones juguetonas.

Sabrina desvió la mirada y susurró: «Abre la puerta. Quiero descansar».

«Te acompaño». Tyrone desbloqueó las puertas del coche, salió del vehículo y dio la vuelta para abrirle la puerta a Sabrina, colocando con cuidado la mano por encima de la puerta para asegurarse de que no se golpeara la cabeza.

«Ya puedes irte». De pie en la entrada de la planta 18, Sabrina le dirigió una breve mirada.

«¿No vas a invitarme a pasar un rato?». preguntó Tyrone con ojos esperanzados.

Sabrina negó firmemente con la cabeza. «No hay necesidad de esas formalidades entre nosotros». A continuación cerró la puerta.

Tyrone miró la puerta cerrada, con una sonrisa teñida de resignación.

Cuando se disponía a marcharse, la puerta volvió a abrirse.

Tyrone, sorprendido, preguntó: «¿Has cambiado de opinión?».

«Ni en sueños. Sólo quería informarte de que pronto me iré a Philade a trabajar».

Tyrone se quedó de piedra y preguntó con curiosidad: «¿Por cuánto tiempo?».

«Sólo una semana».

«Asegúrate de que Brenton y el equipo te acompañen».

Sabrina asintió con un movimiento de cabeza antes de volver a cerrar la puerta.

Tyrone se quedó de pie, momentáneamente sin palabras.

Jennie, que acababa de recibir el alta hospitalaria, regresaba a su guardería.

A su llegada, sus compañeros se arremolinaron a su alrededor, ansiosos por saber dónde había estado y preocupados por su bienestar. Sus profesores le prestaron más atención.

Después de clase, Jennie esperó en la entrada de la guardería con su profesora. Sus ojos vagaban en busca de la cara familiar del conductor, pero en su lugar, su mirada se posó en una figura distinta. La figura tenía los ojos hundidos, el iris azul claro y vestía un traje elegante.

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