Capítulo 497:

Centenia era una ciudad bulliciosa, famosa por su gran variedad de bocadillos, entre los que se encontraban manjares de renombre nacional.

Bettie había visitado Centenia anteriormente en un viaje de trabajo. En aquel entonces, iba con prisas y solo vio unos pocos lugares, por lo que esta era su primera visita a estos puestos de comida. Trajo dos salchichas y le dio una a Lance.

Bettie se había comido la mitad de la salchicha cuando se detuvo frente a un puesto que vendía pasteles glutinosos. Hizo una pausa para tragar antes de preguntar: «¿Dónde puedo tirar esto?».

«¿No quieres terminártelo?».

«Sí, ya lo he terminado».

«¿No te ha gustado?»

«No, está muy rico. Es sólo que hay tanta otra buena comida alrededor. No quiero llenarme demasiado pronto».

Lance se quedó sin palabras. «Pásamela». Cogió con gusto la salchicha que le quedaba a Bettie y se la comió sin vacilar.

Bettie ya estaba mirando un trozo de pastel glutinoso. Se proponía comprar algo en cada puesto, pero nunca se terminaba nada.

En lugar de eso, los probaba y le pasaba las sobras a Lance para que se las comiera.

Lance se limitó a seguir a Bettie y se dio cuenta de que aquello era exactamente como solían ser siete años atrás. Por aquel entonces, salían a escondidas para tener citas los fines de semana.

Por aquel entonces, la familia de Lance pasaba apuros económicos. Las facturas médicas de su padre habían acabado con todos sus ahorros. Sus profesores se dieron cuenta de su potencial y le ayudaron a conseguir una beca. Lance se las arreglaba para sobrevivir con el dinero que ganaba en trabajos a tiempo parcial y dando clases particulares a niños de familias adineradas.

Bettie cubría la mayor parte de los gastos de sus citas. Lance era consciente de su origen acomodado y de su indiferencia hacia el dinero, pero no le parecía bien que ella pagara siempre. Así que, de vez en cuando, ahorraba y la llevaba a puestos de comida dentro de su presupuesto.

A Bettie le gustaba comprar aperitivos en los puestos de comida, aunque sólo probaba unos pocos y le pasaba el resto a él. En esos momentos, a pesar de sus dificultades económicas, Lance se sentía realmente feliz y apreciaba mucho esos momentos.

«Oye, Lance, ¿qué tienes en mente? No has respondido», gritó Bettie.

Volviendo en sí y encontrándose con la mirada de Bettie, Lance sonrió cálidamente. «Estaba recordando nuestro último año en el instituto y cómo íbamos a los puestos de comida ese fin de semana justo después de los exámenes parciales…».

La mirada de Bettie se volvió momentáneamente sombría. Era la época en que a Lance le daban dinero falso como cambio.

Por aquel entonces, los pagos digitales no eran la norma y en los puestos de comida predominaba el dinero en efectivo.

Al darse cuenta de que el dinero era falso, Lance y Bettie se enfrentaron al vendedor.

Al principio, el vendedor lo negó todo. Fue entonces cuando Bettie, aprovechando la influencia de su familia, amenazó con tomar medidas que podrían cerrar el negocio del vendedor.

Ante la perspectiva de enfrentarse a alguien de una familia poderosa, el vendedor les devolvió rápidamente el dinero.

Bettie hizo un gesto de desdén. «¿Por qué sacas el tema? Han pasado años».

Ignorándola, Lance se perdió en sus recuerdos. «Recuerdo que justo después de terminar de darte clases, decidimos ir a los puestos de comida…».

La expresión de Bettie se ensombreció y apretó la mandíbula con fuerza.

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