Capítulo 203:

Sabrina había reubicado algunas de sus pertenencias en casa de Bettie antes de dirigirse a Norwen. Sin embargo, el resto de objetos seguían apilados en la habitación, a la espera de ser organizados.

Como pensaba vivir aquí de ahora en adelante, Sabrina decidió deshacer el equipaje.

Rebuscando cuidadosamente en su equipaje, Sabrina se tomó su tiempo para guardar ordenadamente toda su ropa y pertenencias. Sólo le quedaba por ordenar las pertenencias de su padre.

Con la Navidad a sus espaldas, pasó otro año.

Otro año sin su padre a su lado…

El camionero responsable de la trágica colisión había salido de la cárcel, disfrutaba de una vida de comodidades e incluso tenía recursos para viajar al extranjero.

La dura realidad era que Sabrina y su padre no volverían a tener la oportunidad de compartir su compañía. Se lo habían arrebatado trágicamente de forma prematura.

El mero pensamiento llenó a Sabrina de una pena y una desesperación abrumadoras.

Sentada en el suelo con el corazón encogido, Sabrina abrió el cuaderno de su padre. Las esquinas de las páginas habían empezado a envejecer, con manchas amarillas y marrones. Pasó cada página lentamente, sintiendo una sensación de familiaridad al leer la letra de su padre, que ella había tocado y trazado innumerables veces antes.

De repente, una foto se deslizó entre las páginas y cayó sobre su regazo.

La foto parecía estar relacionada con un caso de secuestro.

Sabrina cogió la foto y la miró brevemente antes de volver a guardarla en el cuaderno.

En un momento de repentina comprensión, algo pasó por su mente.

Rápidamente recuperó la foto y la examinó de cerca.

Mientras la examinaba detenidamente, Sabrina se dio cuenta de un detalle inusual.

El fotógrafo se había colocado estratégicamente detrás de una columna para permanecer oculto. La foto había sido tomada con discreción.

La fotografía mostraba dos figuras. Una con sólo un perfil visible y la otra con casi todo su rostro reconocible.

Sin embargo, debido a la perspectiva lejana, los rasgos faciales no estaban del todo claros y parecían algo vagos.

Sabrina acercó la foto. Sus ojos se fijaron en la persona cuyo rostro era parcialmente visible. Una extraña sensación se apoderó de ella, como si ya hubiera visto a esa persona en alguna parte.

No había tenido esa sensación cuando había visto la foto.

Mientras Sabrina intentaba recordar, se preguntaba dónde había conocido a esa persona.

De repente, cayó en la cuenta como un rayo y recordó.

En el aeropuerto, vio a un hombre de rasgos similares que seguía al camionero.

En aquel momento, pensó que era pariente del camionero.

Sabrina cerró los ojos y reprodujo el recuerdo en su mente. Aunque sólo le había visto una vez, recordaba perfectamente su cara y ahora, al ver la cara del hombre de la foto, estaba segura de que eran la misma persona.

Ahora todo tiene sentido.

Sabrina sintió una sensación de familiaridad en el aeropuerto porque había visto a la persona de la fotografía.

Sus manos empezaron a temblar y todo su cuerpo se estremeció de inquietud.

Fue atando cabos y comprendió que la foto estaba relacionada con el secuestro. Había sido tomada en secreto y las dos personas eran probablemente los secuestradores.

En otras palabras, uno de los secuestradores conocía al camionero que mató a su padre.

Sabrina estaba segura de que no se trataba de una coincidencia.

La muerte de su padre no fue un accidente, sino un asesinato bien planeado.

En el momento del secuestro, el padre de Sabrina ya era conocido y muy respetado por su implicación en el caso de los aditivos alimentarios, así como por otros informes justos en los que había participado y que había sacado a la luz.

Sabrina creía que cuando su padre hizo la foto en secreto, los secuestradores debieron de darse cuenta de su presencia. Para evitar ser descubiertos, cometieron el despiadado acto de matarlo.

No podía haber otra explicación posible.

Los ojos de Sabrina se llenaron de ira y profunda tristeza ante el peso de esta revelación. Apretó la mandíbula y apretó el puño hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

Buscaría justicia y vengaría a su amado padre, costase lo que costase.

Después de secarse las lágrimas, Sabrina respiró hondo, decidida a calmarse y a pensar detenidamente.

Pensó en otro caso de secuestro. La víctima era la hija de un famoso.

Durante el proceso de rescate policial, los medios de comunicación pululaban por la zona, ansiosos por captar cada momento y emitir las últimas noticias en tiempo real para llamar la atención del público. A pesar de las súplicas desesperadas de la madre de la niña, los medios siguieron informando de la situación. Esto condujo finalmente al trágico y brutal asesinato de la rehén a manos de los secuestradores.

La noticia impactó profundamente a Sabrina y dejó en ella una huella imborrable.

La víctima era un estudiante de secundaria de diecisiete años.

Lo que hizo la situación aún más exasperante fue darse cuenta de que si los medios de comunicación no hubieran estado presentes, quizá la joven seguiría viva. En cierto sentido, las acciones de los medios de comunicación les hicieron cómplices del crimen, y deberían rendir cuentas por su papel en la tragedia.

Tras el trágico desenlace y la implicación de los medios de comunicación, la policía se vio obligada a adoptar un nuevo protocolo para casos similares.

En los casos en que los rehenes no habían sido liberados, las fuerzas del orden se abstenían de divulgar cualquier información de antemano. Además, los reporteros se ausentaron del lugar del crimen durante las operaciones de rescate.

Entonces, ¿cómo hizo padre la foto de los secuestradores?

¿Había obtenido la noticia y se había escabullido por la escena, sin importarle el peligro?

De hecho, éste era un rasgo característico del padre de Sabrina. Era conocido por su inquebrantable determinación y su voluntad de llegar hasta las últimas consecuencias para descubrir la verdad. En el caso de los aditivos alimentarios, la primera prueba crucial se descubrió gracias a sus heroicos esfuerzos. Se infiltró sin miedo en la fábrica, arriesgando su seguridad para sacar a la luz las irregularidades.

Quizá su padre había sido descubierto cuando hizo la foto, lo que provocó el resentimiento de los secuestradores.

En el momento de su muerte, el padre de Sabrina estaba escribiendo un artículo sobre el secuestro. Había llegado a la fase en la que estaba listo para su publicación.

Basándose en la información de las notas redactadas por su padre, Sabrina pudo deducir que el secuestro había ocurrido el 12 de abril de ese año.

Trágicamente, la vida de su padre se truncó seis días después, el 18 de abril.

Esto implicaba que los secuestradores no habían sido detenidos y estaban eludiendo la captura cuando su padre falleció. De lo contrario, la implicación del camionero en su muerte no habría cuadrado.

En cuanto a la suerte del rehén y a si los secuestradores habían sido llevados ante la justicia, Sabrina no había prestado ninguna atención.

En aquel momento, no había relacionado la muerte de su padre con el caso del secuestro.

Si Sabrina hubiera sospechado alguna vez que la muerte de su padre no fue un accidente, probablemente habría supuesto que había ofendido a alguien debido a sus informes éticos.

Soltó un fuerte suspiro y sacó el portátil de su padre y las fotos que había hecho.

Por desgracia, el caso de su padre ya había sido clasificado como accidente de tráfico y el camionero responsable había sido puesto en libertad. Sería difícil convencer a las autoridades de que reabrieran el caso basándose únicamente en sus sospechas.

No le quedaba más remedio que investigar el asunto ella misma.

La muerte del padre de Sabrina tuvo un gran impacto en la sociedad. Suscitó una gran atención y llevó a la policía a iniciar una investigación exhaustiva. A pesar de sus diligentes esfuerzos, no sospechaban que pudiera haber un vínculo entre el camionero y los secuestradores.

Sabrina se preguntó si detrás del secuestro había una organización criminal.

Para calmar los nervios, Sabrina se sirvió un vaso de agua y bebió unos sorbos. Luego se dirigió a su ordenador portátil para buscar información sobre el secuestro.

Sin embargo, cuando buscó el caso del secuestro en Internet, no obtuvo ningún resultado.

La información conducía a sitios irrelevantes, incluso cuando probaba con diferentes palabras clave.

Era como si no hubiera pasado nada y toda la información relacionada con el incidente se hubiera borrado.

¿Qué estaba ocurriendo?

Las palmas de las manos de Sabrina empezaron a sudar a medida que crecía su ansiedad.

Antes de su investigación, sabía muy poco sobre el caso, pero ahora tenía más preguntas que respuestas.

Sabrina podría haber empezado a cuestionarse su cordura si no fuera por el borrador inicial de su padre y la fotografía condenatoria que había tomado.

¿Acaso no había cobertura mediática de este caso aparte de la de su padre?

Parecía imposible.

Al fin y al cabo, algunos periodistas tenían fama de aprovecharse de las desgracias ajenas en beneficio propio.

Además, independientemente del resultado del caso de secuestro, los medios de comunicación sin duda informarían sobre él lo antes posible para sacar provecho de las noticias que creaba.

Con esta idea en mente, Sabrina continuó su búsqueda en otros sitios web.

Su persistencia dio resultado y, tras dos agotadoras horas de búsqueda, por fin dio con un informe relevante de un sitio web desconocido.

Según el informe, el 12 de abril se produjo un secuestro en Mathias. Afortunadamente, el rehén estaba a salvo y se estaba persiguiendo a los sospechosos.

Aunque el informe era breve, Sabrina sintió que había encontrado un rayo de esperanza.

Así que, después de todo, no se estaba volviendo loca. El problema residía en Internet.

Era imposible que no hubiera nada al respecto en Internet.

Se hizo evidente que alguien había borrado meticulosamente todos los rastros del caso, posiblemente los secuestradores…

Un grupo altamente cualificado y peligroso, experto en evadir la detección, orquestó esto cuidadosamente. No fue obra de aficionados.

Sabrina estaba a la vez asombrada y aterrorizada por la intrincada naturaleza de la operación a medida que desentrañaba más y más preguntas

El nivel de sofisticación la hizo considerar brevemente la posibilidad de que hubiera un espía implicado.

El sonido de un enérgico golpe en la puerta rompió el silencio.

Sabrina, absorta en sus pensamientos, volvió bruscamente a la realidad, con el corazón acelerado cuando el ruido inesperado le produjo un escalofrío.

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