El arte del sexo -
Capítulo 30
Capítulo 30:
Se baja de la mesa y busca sus pantaletas con la mirada, pero no la consigue, en ese momento se preguntó si Connor se la había quedado. Y sin querer aquella teoría la hizo sonreír.
En un nuevo día de trabajo Daviana llega temprano a la oficina sintiéndose victoriosa de haber podido conseguir llegar a tiempo.
La joven se encamina hasta la oficina de su jefe para checar que todo esté en orden para cuando él llegara.
La castaña ingresa en el despacho de su jefe y lo primero que hace es organizar las sillas que estaban bastante desacomodadas, al rodar una, Daviana echa la vista hacia el piso fijándose en algo muy inusual.
Frunce el ceño al agacharse para recoger aquella prenda de encaje rojo, la toma por el borde para levantarla en lo alto. Detalla bien esas bragas y siente como especie de algo inquietante dentro de ella que no lograba explicar.
Aquella oficina pertenecía a Michele su nuevo jefe, y si esas pantaletas se encontraban allí y con las sillas desperdigadas significaba una cosa…
– ¡Buenos días! -Daviana escucha la voz de su jefe a sus espaldas que la hace dar un respingo, la joven envuelve las pantaletas en su mano para evitar que él se diera cuenta de que ella las había pillado.
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– Buenos días, señor Gershon… ¿quiere que le traiga un café?
Michele cierra la puerta sin apartar la vista de su secretaria, la había encontrado en su oficina haciendo no sé qué, y le pareció curioso que actuara de manera tan nerviosa.
– Ha llegado temprano hoy -responde con recelo.
– Si -Daviana contesta muerta de los nervios.
– Sí, quiero un café.
-En seguida se lo traigo.
Se encamina hasta la puerta con las pantaletas en la mano envuelta en un puño, era increíble que hubiera pasado por lo mismo; tanto con el padre como con el hijo. Ambos eran iguales, y eso que ella creyó que su jefe era diferente a Connor.
Pero ver esas pantaletas en su oficina le dejaba claro que era otro mujeriego más.
La joven lanza las bragas en el cesto de la basura con un poco de ira y las observa. No es que se creyera que era especial para su jefe, era evidente que ese hombre sostenía relaciones sexuales con una larga lista de mujeres.
Lo inquietante de todo era que esa mujer con la que estuvo la noche anterior tenía que pertenecer a la empresa, cuando ella salió disparada únicamente dejo a padre e hijo en la oficina.
Luego niega, no podía estar pensando en esas pendejadas con respecto a su pervertido jefe.
Ese no era problema de ella a quien se follaba en su oficina o no.
De regreso con el café, la castaña ingresa en la oficina de su jefe llevándose la sorpresa de encontrar a Connor sentado hablando con su padre. Nota que Michele levanta la mirada y ella siente que todo su cuerpo se especula.
– Disculpe, aquí le traigo su café -en ese instante Connor la mira de soslayo fijándose en ella, cosa que no le agrado.
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