El arte del sexo -
Capítulo 116
Capítulo 116:
Pero era claro que en algún momento eso iba a suceder.
– Cuando todo esto se acabe, cuando te aburras, cuando ya tengas que volver a irte del país esto que hacemos se terminara y yo haré mi vida con quien yo quiera; al igual que lo harás tú -intentaba reprimir las lágrimas, no deseaba llorar delante de él.
– ¿Y él no te dijo nada más? -la castaña frunce el ceño.
– ¿Cómo qué?
Le contó solo que le convenía, ese maldito doctor era como una piedra en su jodido zapato.
Lo único que provoco era poner en su contra a Daviana, busco la manera de fastidiarle las cosas con ella. -Ese sujeto solo se estaba burlando de ti, Daviana.
– ¿De qué me estás hablando?
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– Sí, lo golpee… se merecía que lo hiciera, pero no por confesar que le gustabas, si no por lo muy maldito que es.
– No entiendo.
Michele se aproxima a Daviana serenamente.
– Está casado, cuando llegué a la clínica para buscarlo lo encontré con una mujer. Ella lo llamo mi esposo, solo se burlaba de ti. Quería follar contigo, no buscaba nada serio. Enfurecí y por eso le partí la maldita cara.
La castaña ensancha la mirada ante la confesión de Michele. Gael no le dijo nada de eso.
– Antes de sacar conclusiones debiste esperar escuchar la otra versión de la historia-el corazón de Daviana palpita enérgicamente.
A pesar de lo que pensaba al principio, muy en el fondo sospecho que nada era cierto. Una parte de ella creía en la inocencia de Michele.
– Le dije que no lo quería cerca de ti o de tu hermano, que renunciara al caso de Arthur. Yo llame a unos contactos que tengo e hicieron cambio de doctor, Gael renunció al cargo porque así se lo exigieron. Daviana traga saliva.
– Lamento que te moleste que él no siga siendo el doctor de tu hermano, pero me pareció una pérdida de tiempo que un patán como ese esté cerca de ustedes.
– Michele yo…
– No lamento lo que he hecho, no soporte la idea de que ese hombre quisiera llevarte a la cama teniendo un matrimonio feliz. ¡Es un maldito! -Daviana mira esos ojos verdes y sin que se diera cuenta volvía a quedar cautivada.
– Lamento haber desconfiado de ti. Yo no imagine que algo así estuviera ocurriendo, Gael siempre se portó bien, nunca pensé que estuviera casado.
La castaña baja la mirada, era increíble que Gael estuviera detrás de ella cuando estaba casado. Y Michele, lo único que hacía era alejar problemas de su camino.
– Daviana, ¿de verdad confías en mí? -él la toma por el mentón para hacerla levantar la mirada.
– Si -su mirada cristalina le decía que era sincera, ella solía ser muy transparente y eso era algo que le encantaba a Michele.
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