El arte del sexo
Capítulo 114

Capítulo 114:

– Pero ¿Por qué lo golpeo? -musita mordiéndose el labio.

Michele llego a la clínica para recoger a Daviana, el horario de visita ya había terminado y seguramente ella lo debía de estar esperando. Pero desde el coche no conseguía verla, así que decide bajarse para ir a buscarla.

Por desgracia recorrió toda la clínica y no dio con ella, pregunto en la recepción por el doctor de Arthur Morris y fue atendido por un nuevo médico, lo que le confirma que su advertencia sirvió de algo.

Aunque el nuevo médico le indico que vio a Daviana hace una hora exactamente, y cuando volvió a pasar por el cuarto del paciente ella ya no estaba. Michele no tenía idea donde podía estar, le había dicho que la recogería, ¿A dónde pudo irse?

Se queda pensando en las posibilidades y es cuando mira de soslayo al maldito de Gael, este no se percata de su presencia ya que hablaba con una mujer con uniforme. Michele frunce el ceño puesto que piensa en algo que no le gustaba.

Sale apresurado de la clínica para regresar al coche y conducir a casa… mientras lo hacía iba pensando en Daviana y en lo que ella pudiera estar pensando o haciendo.

Lastimosamente al llegar a su residencia no la encontró, y ya llevaba mucho tiempo ausente en la clínica.

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– ¿Dónde está?

El CEO se revienta los sesos para pensar donde puede estar metida, era evidente que no deseo regresar a la casa y eso le confirmaba sus terribles sospechas. Michele muerde sus labios sintiéndose preocupado y ansioso por encontrarla.

Mientras ve su cuarto vacío piensa en otro lugar donde ella puede estar.

– Mierda, como no lo pensé antes.

El pelinegro baja las escaleras a toda prisa para regresar a su coche, le iba a tomar mucho en llegar, pero esperaba encontrarla.

[…]

Daviana visualiza su hogar fijándose que estaba muy lleno de polvo, era necesario que lo limpiara cuando su hermano saliera de todos esos problemas. Pero ese día no sentía ganas de hacer nada, lo único que deseaba era tumbarse en la cama y no pensar más.

Se encamina hasta su cuarto y empieza a cambiar la ropa de cama y organizar algunas cosas de su recámara… cuando deja todo organizado se tumba sobre el colchón y suelta un largo suspiro.

Se sentía tan triste…

De pronto Daviana escucha que alguien toca la puerta de su apartamento lo que la lleva a incorporarse de golpe, su corazón empieza a palpitar con fuerza; no tiene idea de quien pueda ser, pero sospechaba que podía ser el arrendador.

Camina con algo de prisa hacia la puerta cuando escucha de nuevo otros toques con un poco más de fuerza… la joven abre la puerta puesto que no puede esconderse del arrendador por siempre.

Para su sorpresa quien estaba detrás de la misma no era ese viejo barrigón, si no su jefe.

Ella ensancha la mirada al ver a Michele mirarla fijamente.

– ¿Qué estás haciendo aquí, Daviana? -le pregunta seriamente.

– ¿Cómo supiste que estaba aquí?

– No fue muy difícil adivinarlo.

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